La novata de Cibeles
Esta temporada solo habrá un diseñador nuevo en la pasarela madrileña: Sara Coleman, una gallega que ya ha desfilado en el EGO
A Sara Coleman no se le quita la sonrisa de la cara. En ningún momento del día, ya esté probando los vestidos a las modelos, hablando con algún medio o dando recomendaciones a su equipo de costura. La ilusión está en la cara de esta gallega de 31 años, que desfila por primera vez en Cibeles después de pasar por el EGO, espacio en el que participan los jóvenes diseñadores. Es la única que entra nueva este año a la pasarela principal, aunque son varios los diseñadores que este año han decidido bajarse de las tablas madrileñas.
Coleman -que en realidad se llama Sara Martínez Pérez, pero se rebautizó con su tercer apellido- se enteró de que iba a estar presente en Cibeles seis semanas antes de que comenzara la pasarela. Entre medias tenía que preparar su presencia en la Semana Internacional de la Moda de Madrid (SIMM), para la que ya tenía prácticamente lista su colección. "Nos hemos puesto a realizar algunos diseños más específicos para la pasarela hace nada, tres semanas", explica mientras realiza el fitting, la prueba previa al desfile en la que cada modelo se prueba el conjunto final (ropa, medias, joyas) que lucirá en la pasarela.
Sus prendas más específicas para el desfile del martes son apenas una decena: vestidos y abrigos con capas superpuestas, basados en estructuras orgánicas como las piedras, las conchas y las algas ("siempre estoy cerca del mar", comenta) en tejidos de antelina y con colores grises y verdes, los que definen su colección. Y siempre marcada por una máxima: el patronaje. "Cuando llevaba un tiempo trabajando -ha pasado por talleres como el de Roberto Verino- me di cuenta de que lo importante es el patronaje, más que el diseño. Un arquitecto puede hacer una casa bonita, pero si no sabe hacer un plano no estará bien del todo" apostilla. "Cuando crezcamos, diseño y confección van a estar en un mismo departamento", dice con convencimiento.
Porque Coleman crece. Poco a poco, pero crece, que ya es algo. Tiene tiendas repartidas por Galicia, Cataluña, Canarias, la Comunidad Valenciana... Todavía se le resiste Madrid, "porque es una plaza difícil". "Estuve a punto de llevar la colección a una tienda del centro, pero al final no cerramos el acuerdo", explica sentada en el vestuario, con todos los conjuntos elegidos y las caras de las modelos en cada una de las perchas. Ahora mira a Centroeuropa. "En la feria de Londres se vendió poco, pero en ciudades como Copenhague nos va bastante bien".
Para esta ocasión, desfilará junto a Nicolás Vaudelet, el responsable de la marca El Caballo. Solo tienen cinco o diez minutos para cambiar el peinado y el maquillaje de las modelos, por lo que Coleman tendrá que adaptarse a lo que haga Vaudelet. "Pero trabajar con él está siendo estupendo. No nos conocíamos de antes, es la primera vez que trabajamos juntos, y es genial. Él es bretón y yo gallega, creo que tenemos la misma sensibilidad".
Por desfilar en Cibeles, Coleman tiene que pagar una cuota, que prefiere no concretar. Aunque es menor por ir junto a otro diseñador. Es un peaje que hay que pagar. "Pero los patrocinadores se están portando muy bien. Además, estamos haciendo colaboraciones, y eso también ayuda". En su caso, los zapatos son de la firma alicantina Lodi, los complementos de Merry F. (firma que también está en el showroom de EGO) y los guantes de Maya Kaloyanova.
Para Coleman lo importante al final es la venta. "La pasarela es un buen trampolín, pero hay que seguir vendiendo. Hay muchos medios que vienen, me preguntan, hablan conmigo... pero yo no me estoy enterando muy bien, la verdad, estoy en mi burbuja. Me están cuidando un montón, me están poniendo el listón muy alto. Pero lo importante es seguir vendiendo calidad". Para dejar bien alto el apellido del tatarabuelo.
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