Nolan, aprende
Hoy se estrena en Estados Unidos, el 15 de octubre en España, La red social de David Fincher. Una producción sobre la gestación de Facebook que parte como firme candidata a película del año.
Aquí no hay peonzas giratorias ni calles que se doblan sobre sí mismas. Aquí no hay sueños dentro de sueños, sino vileza, envidia, poder, entusiasmo y dinero, todo ello mucho más real y emocionante que el "anoche soñé...".
Desde hace unos años, David Fincher y Christopher Nolan encabezan un grupo de cineastas estadounidenses que creen en la inteligencia por encima de todo. Pero este año la comparación duele, porque Nolan ha estrenado Origen y Fincher, La red social. El filme de Nolan no es fácil de concebir, hacer y vender, y por ello sorprende su éxito posterior. Pero es que el drama de Fincher... eso es CINE.
Como El padrino, cuando Tiburón era un entretenimiento y no el motor de la industria; como cuando en la pantalla primaban los diálogos inteligentes por encima de la enésima destrucción por Godzilla, cataclismo climático o un meteoro del Empire State Building. Fincher se ha hecho un clásico, en el mejor sentido del término, y mientras otros recurren a los trucos, él, con las mangas arremangadas, limpiamente, se ha sacado tres ases en los últimos cuatro años: Zodiac, El curioso caso de Benjamin Button y La red social.
Sin embargo, Fincher nunca ha entendido clásico como sinónimo de viejo. Cuida lo visual, apuesta por las nuevas tecnologías y le encarga una banda sonora a, por ejemplo, Trent Reznor (Nine inch nails). Pero me lo imagino con el guión agarrado por las dos manos y golpeando de arriba abajo en la cabeza a los estudiantes de cine a la vez que les grita: "¡Historia! ¡Historia! ¡Historia!", clavándoles en el suelo a los lechuguinos para que aprendan a tener cimientos férreos.
En La red social se habla del nacimiento de Facebook, sí, aunque también de la necesidad de la amistad, de los valores, de las chicas, de las clases sociales -Facebook nació en la universidad de Harvard y no podría haberse dado en otra época ni lugar-, de la comunicación; temas que están en la Biblia y en la mente del ser humano desde que Caín y Abel conectaron vía quijada. Detrás de los mejores diálogos del cine de 2010 (no son ni exageradamente brillantes ni rutinarios, son humanos) está Aaron Sorkin.
Lógico: cualquiera que haya visto las primeras temporadas de El ala oeste de la Casa Blanca sabe que Sorkin -su creador y responsable de la escritura íntegra de todos los capítulos (a ver quién iguala eso) en los que salía su nombre- es el gran dialoguista de la actualidad: sutil, salvaje, a veces conciso y a veces riada oral. A Sorkin no le interesan las redes sociales: le atraen las personas. Y Fincher no le ha traicionado, eligiendo a actores a la altura de sus palabras y subordinándose al dolor, felicidad y la traición de Mark Zuckerberg y la gente que le rodeaba.
La red social se estrena hoy en Estados Unidos y en quince días en España. Si hubiera justicia, sería la primera en taquilla y la película que más 'oscars' se llevaría en la próxima edición de los premios de Hollywood. Nolan pone en ese tapete la efectista Origen, Oliver Stone navega con su Wall street: el dinero nunca muere entre el amor a la historia y a los buenos intérpretes y su pasión por los fuegos artificiales, y Fincher saca su jugada: en cualquier esquina del siglo XXI hay tragedias griegas que contar. Coppola la habrá visto emocionado, levantando el dedo para señalar a su sucesor. Nolan, aprende.
Babelia
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