La autogestión pisa con fuerza
Jóvenes artistas y no tan jóvenes intentan de forma independiente mostrar su obra
Los nuevos artistas no lo tienen nada fácil. Pero gracias a la autogestión y a centros que apoyan el desarrollo de nuevos talentos se consigue una cultura subterránea, muy potente, que mueve sus hilos paralelamente a la cultura estipulada. Vetusta Morla, es un ejemplo de éxito, tiene su sello propio, Pequeño Salto Mortal, crea y edita su propia música y es consciente que una discográfica tal vez les coarte su libertad de creación. El grupo se originó en Tres Cantos, cuando en 1998 seis amigos empezaron a tocar en pubs. Ahora son el grupo Indie español de moda. Desde que se publicó su primer disco 'Un día en el mundo' el año pasado, han recibido muchos galardones entre ellos, Mejor Álbum de Pop Alternativo y Artista Revelación. Otros grupos, como Hombres G han optado por abandonar sus compañías, en este caso Warner Music. El pasado abril este mítico grupo ochenteno empezó una nueva etapa de autogestión.
"La ventaja de este tipo de producciones es que uno es dueño de sí mismo, no se ve afectado ni por el dinero, ni por el tiempo"
El mejor consejo para los nuevos grupos es que "hagan muchas canciones, que las editen y las graben y que no paren de tocar"
En la autogestión lo importante es "encontrar un buen grupo que te apoye adecuadamente con tu obra"
"Las ventajas de la autoedición es la libertad a la hora de crear, se hace con el corazón, es como tu niño"
"Hay que diferenciar entre la cultura gratuita y la libre. La cultura libre no está supeditada a ningún derecho de autor, ni estrategia de mercado"
La crisis complica enormemente que las editoriales quieran publicar, que los nuevos grupos firmen con discográficas o que un cine fuera de las normas estipuladas tenga alguna salida. Son valientes y quieren crear. Las nuevas promesas sueñan con dar a conocer su obra
Tina Olivares quiere encontrar su hueco en el mundo del cine. Es guionista de televisión y hace un año se quedó en el paro. Entonces fue cuando decidió realizar una película. "Siempre quise dirigir, era mi sueño y me encontré de cara con la oportunidad." La autoproducción en su caso ha significado dirigir, actuar como directora de casting, producir y montar. Cuatro funciones en una sola persona. "Ha sido una locura pero es muy bonito. Normalmente el director es una figura lejana a los actores. Yo estaba allí cámara en mano, con mis actores enfrente, interactuando conmigo constantemente." Lo esencial, dice Tina, es "tener una historia de 90 minutos, una cámara y un micro". Solo ha necesitado cinco actores, una peluquera y una maquilladora. "Yo creo que en el futuro es que la autoproducción sea un pilar más y fundamental de lo que se puede hacer en el cine". Es realista, "lo peor es el momento de la distribución, antes yo controlaba todo, ahora no depende de mí". Como directora le encantaría que distribuidoras de la talla de Hispanofilms o Vértigo contarán con ella, pero la realidad es que "solo soy una chica con una peli". La autoproducción sería mucho mejor si los cines contarán con dispositivos digitales, "tendrían una mayor cabida y sería más fácil". La ventaja de este tipo de producciones es que uno es dueño de sí mismo, "no se ve afectado ni por el dinero, ni por el tiempo". En cuanto al presupuesto no dice palabra, "quiero pensar si decirlo o no, no estoy muy segura de querer hacerlo público".
En Happy Place records, desde Sevilla, ayudan a grupos a grabar y promocionar sus canciones. Cuentan con un estudio de grabación que los conjuntos musicales pueden usar. "Si nos gustan las canciones el precio puede ser hasta gratis, todo depende de cómo suenen", asegura Paco, miembro del equipo. "Pero, la realidad, es que todos tienen cabida". Promocionan a los grupos sobre todo en Myspace y Redes Sociales "es lo más usual en estos tiempos". Además, llevan 10 años autogestionando una compañía de danza, Bikini.tugs. A veces consiguen alguna subvención pero no es lo habitual. Para Paco lo importante para una buena autogestión es que haya un buen refuerzo, un trabajo de cooperación. "Somos un sindicato artístico, una cooperativa." El mejor consejo que les puede dar a los nuevos grupos es que "hagan muchas canciones, que las editen y las graben y sobre todo que no paren de tocar" y que recuerden que "autogestionarse, hoy por hoy, es lo más democrático".
Mario Gutiérrez era directivo del Centro de Cooperación Contemporánea, "Espacio menos uno". En el año 2000 empezaron con una Web, que autogestionaban, donde una media de 30 artistas publicaban sus obras. "Una vez al año organizábamos una muestra, en casas abandonadas o en centros culturales que nos lo permitían." En 2005 decidieron buscar un espacio para dar vida a nuevos proyectos. "Normalmente se eligen para las muestras a los artistas más atractivos e incluso arriesgados, no somos los más radicales pero nos gusta innovar". Son unos 60 socios que pagan una cuota mensual de 12 euros. Además reciben alguna subvención de Matadero Madrid aunque solo cubre un 30% de los gastos, el 70%, restante, lo autogestionamos nosotros. El Ministerio les ha ayudado en alguna ocasión, pero solo "en muestras puntuales". Mario opina que el autogestionarse permite al artista tener la libertad de poder hacer lo que más le conviene, sin preocuparse de lo que gusta o lo que no. "En principio hay más libertad" y añade, "lo importante es encontrar un buen grupo de gente que te apoye adecuadamente con tu obra, no importa el dinero, importa de quien te rodees", reitera.
Mónica es periodista y escritora y es consciente que el mercado editorial en estos tiempos de crisis es muy complicado."Es muy difícil que una editorial te haga caso, lo normal es que tu libro vaya a la basura". Apasionada de su trabajo intentó buscar otras opciones. "Hay empresas en Internet supuestamente gratis, la verdad es que el 80% de beneficios es para ti. Aunque siempre terminas pagando". Sabe que con una editorial sólo obtendría un 10% de beneficio. "Las ventajas de la autoedición es la libertad a la hora de crear, se hace con el corazón es como tu niño", señala. Reconoce que las grandes empresas tienen el punto positivo de la distribución, "tienen una promoción increíble". "Yo en cambio tengo que ir puerta a puerta, eso sí voy donde quiero". Carlos Herrero, es un ejemplo de autoedición. Cuando intentó publicar su primer libro, La prosperidad fue muy difícil."Fui a todas las editoriales, a todas, y solo una salmantina me respondió. Tuve que pagar 1.500 euros y al final vio la luz".
Los centros sociales y culturales autogestionados como Tabacalera y la Casa Invisible también promocionan una cultura subterránea que no ha tenido los canales estándar para desarrollarse. Aunque existen desde hace años parece que en plena crisis son muchos los que se acercan a estos puntos de encuentro buscando una nueva formación, usar los talleres o promover nuevas ideas, todo tiene cabida. Por ejemplo, "en la costa del sol la burbuja inmobiliaria se ha notado muchísimo, y sobre todo entre la población emigrante. Ahora nuestros pasillos y aulas se llenan de bailes regionales" explica Santiago Fernández, usuario de la Casa Invisible. Es un hogar Okupado, por lo que su lucha es denunciar y responder a las dificultades económicas que consideran que existen para hacer efectivo el derecho a una vivienda. En septiembre de 2009, los vecinos malagueños apoyaron su proyecto masivamente. "El mismo alcalde, tras la protesta, reconoció y consintió nuestra existencia como centro cultural", afirma Fernández.
La Tabacalera por su parte "es un edificio que llevaba diez años abandonado y para el cual, la comunidad vecinal demandaba un espacio donde poder expresarse" comenta Marivi Sontes durante la visita. El recinto, situado en el barrio madrileño de Lavapies, tiene como objetivo promover la cultura mediante la cooperación y cuenta con el consentimiento del Ministerio de Cultura. "Está claro que la decisión de la ministra fue la más fácil, se juntó el hambre con las ganas de comer, la falta de dinero para restaurarla y abrir un Centro de Artes Visuales más el hecho de que hay un sector que está entendiendo que no se necesitan subvenciones para proponer cultura, fueron las claves".
En estos centros todos los recursos, discos o libros, están liberados de derechos. ""Hay que diferenciar entre la cultura gratuita y la libre. La cultura libre no está supeditada a ningún derecho de autor, ni de estrategia de mercado", comenta Santiago Fernández. Los conciertos que organizan son gratuitos o tienen un precio simbólico. "Creemos en una cultura digna no en una cultura de gorra", sostiene el coordinador de la Casa invisible. En cambio, en Madrid, van más allá. La gratuidad es un criterio fundamental a la hora de montar actividades: "Las reglas son sin coste, no excluyentes, no machistas, y no racistas".
Babelia
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