El suave ruido de los ángeles
Una brillante generación de artistas de música electrónica florece en la capital californiana. Flying Lotus, su principal figura, que actúa esa noche en Sónar
Tras la caída del euro, la pérdida de confianza de los mercados y los batacazos ideológicos de la Unión resulta que una ciudad soleada y aparentemente frívola como Los Ángeles le ha arrebatado lo último que le quedaba al viejo continente para competir con EE UU: la corona de la música electrónica. Se acabó. Flying Lotus, Nosaj Thing, Nobody, Gaslamp Killer o Nocando son los nuevos reyes del sampler, el sintentizador y las frecuencias más graves. Una generación de enorme talento que ha florecido bajo el sol california no gracias al contacto que han mantenido por Internet y a las reuniones periódicas que se celebran en un pequeño club del downtown angelino, el Low End Theory, cuyos altavoces perforan el espacio con 10.000 vatios cada noche. Un pedazo de este sonido lo recogerá Sónar en la edición de esta noche.
Mucha de la atención mediática que ha recibido esta escena responde al nombre de Flying Lotus. Quizá porque ser sobrino de John Coltrane y nieto de una compositora Motown ayuda a captar la atención de la prensa. Pero su aura es real y Steven Ellison (su verdadero nombre) es a sus 27 años la gran esperanza del beat mundial. Su tercer largo, Cosmogramma (Warp/Pias) ha sido tan esperado como alabado. Una exquisita mezcla del sonido Nintendo que tanto le gusta a Ellison con toques de jazz experimental y del dubstep más luminoso. Su talento le valió para que Thom York (Radiohead) colaborara en el disco y se lo llevara de gira para telonear a su banda paralela. Pocas críticas le ponen menos de un nueve.
"Me ha salido el disco que quería hacer, sabes cuando algo está bien. Claro que hay influencia de los videojuegos, he crecido escuchando una y otra vez los loops de la Nintendo, pero también del jazz y de la música que hacía mi tía (Alice Coltrane, que murió justo cuando estaba trabajando en este disco)", explica por teléfono desde su casa de Los Ángeles. En el disco, en el que muchos han querido ver ciertas reminiscencias al jazz de Sun Ra, también colabora el saxofonista y primo de Ellison, Ravi Coltrane.
Flying Lotus también produce a otra gente (ha participado en el brillante disco de Gonjasufi) y tiene un sello musical, Brainfeeder, en el que selecciona cuidadosamente los artistas que edita. "Tienen que ser auténticos, es lo principal. No selecciono a alguien sólo porque haga dubstep, que es ahora lo que mola, o cosas así". Le encantaría poder colaborar con Bjork en el futuro. "No tendrás su número, ¿no?", pregunta en tono vacilón Lotus, cuyo segundo álbum se tituló, precisamente, Los Ángeles. "Es que hay una buena escena aquí. Se están haciendo cosas muy interesantes y muchos de estos artistas son como mi familia".
Toda esta corriente empezó a germinar, más o menos, cuando Flying Lotus editó 1983, su primer álbum, en 2006. "Cualquiera se hubiera dado cuenta de su calidad siendo tan joven. Fue fácil. Tenía una gran voluntad de trabajar duro y ser provocador. Pensamos que estaba creando algo nuevo y fresco que le pondría pronto en el mapa de LA y del mundo", recuerda Allen Avanessian, fundador del sello Plug Research. Y así fue.
Él es la figura más relevante de esta escena, pero hay otros artistas como Gaslamp Killer, Nocando o Nosaj Thing (que también actuará en Sónar) que han contribuido a enriquecer un sonido que tiene una gran deuda con el hip-hop y con su vertiente más abstracta, cuyos profetas fueron nombres como Dj Shadow. "Lo primero que escuché era rap en el autobús del colegio. Pero bueno, luego me metí en una banda en el colegio y de ahí he sacado la influencia de la música clásica. Hasta los 13 no entré en la escena rave y en el rollo del drum n'bass", recuerda Nosaj Thing haciendo gala de una precocidad que también comparte con el resto de su generación.
Desde hace unos siete años, Sónar vuelve la mirada hacia laciudad angelinapara configurar su cartel. "Es que se ha creado una pequeña seta en mitad del páramo enorme que es California. Es una música que coge influencias de lo nuevo que sale de la escena británica como el dubstep y el UK Funk. Pero le da una personalidad propia, con un giro jazzístico en el caso de Flying Lotus, y más sintético en el de Nosaj Thing", explica Enric Palau, codirector de Sónar. "Son artistas conectados a través de Internet y de la influencia recibida del hip-hop. Pero su música rompe las estructuras típicas del 4x4 y tiene unas frecuencias muy particulares". Y son graves, suaves, magnéticas y tremendamente luminosas. La nueva banda sonora de una ciudad que nunca antes quiso entender la electrónica.
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