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California pasada por agua

Rage Against the Machine, Cypress Hill y Jane's Addiction resucitan bajo el frío y la lluvia el sonido noventero de la Costa Oeste en Rock in Rio

Hubiera sido fantástico estar en la cabeza de Zack de la Rocha, cantante de Rage Against the Machine (R.A.T.M), mientras gritaba sus consignas anticapitalistas y antisistema en un megaconcierto pagado en un 50% por grandes empresas que, obviamente, circundaron la actuación de la banda con sus invasivos logos. ¿Estaría De la Rocha infiltrándose en el sistema para destruirlo desde dentro? ¿Renunciaría luego al salario que le pagaron los pérfidos capitalistas? Quién sabe. El caso es que esta banda disuelta (van de gira, pero ellos mismos han certificado el final del grupo en varias ocasiones) fue ayer el plato fuerte de la cuarta jornada de Rock in Rio, uno de los festivales más grandes y comerciales del mundo que permite estas desacomplejadas contradicciones.

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El sol californiano hizo florecer allá en los noventa a las tres bandas que tocaron ayer en el escenario principal. R.A.T.M, Cypress Hill y Jane's Addiction compartieron una gran influencia latina (presente incluso en los apellidos de los miembros de los grupos) y cierta tendencia a liarla en los escenarios y platós de televisión (con especial predilección por el SNL de la NBC).

Anoche, casi 20 años después de que hubieran abrazado la cima del éxito, lo que compartieron fue una evidente decadencia bajo un cielo nublado y un frío pelón que a ratos se transformó en una incómoda lluvia que el chamán que contrata habitualmente Roberto Medina, director del evento, fue incapaz de contener.

Así que con este panorama tan gris y el frío (14 grados) en el cuerpo -de repente aquello parecía el típico festival inglés-, Cypress Hill, la única de estas tres bandas que sigue realmente en activo (sacaron disco en abril), fue la encargada de calentar al público, aunque antes tocara Draco, famoso por componer los hits a Ricky Martin -que, por cierto, nada tienen que ver con el sonido rockero que empleó él sobre las tablas ataviado con una bufanda.

Y no son cualquiera los de la colina del ciprés. La banda tiene canciones hasta en videojuegos como el GTA San Andreas (donde suena la sugerente How I could just kill a man) y han vendido 20 millones de discos. Tantos fueron, que muchos de los que eran incapaces hace 10 años de citar correctamente alguna de sus canciones lucían en aquella época una camiseta con el nombre del grupo sobre una enorme hoja de marihuana, una de sus señas de identidad. Haciendo honor a sus valores, por cierto, no aguantaron ni a la mitad del concierto (que resolvieron con gran profesionalidad pese a la lluvia) para sacar a pasear un enorme porro por el escenario. El público (unas 20.000 personas), completamente pasado por agua, no pudo encenderse ni un pitillo, pero demostró porque es el plato fuerte de este festival y se arrimó a los raperos tanto como pudo.

Menor aforo

El cartel de ayer (y las funestas previsiones meteorológicas) convirtió el aforo en una sombra de lo que lograron Shakira y Rihanna. No era un día de ídolos, no había empujones para las primeras filas, chicas llorando o voluntariosos fans durmiendo a las puertas del recinto para conseguir una buena posición para adorar a alguna diva del pop. Todo sucedió con esa serenidad que concede haber visto triunfar a tus grupos favoritos casi 20 años atrás.

Luego vinieron Jane's Addiction. Una banda marcada por las drogas (en este caso más duras) y las continuas disoluciones, que empezaron en 1991, justo en el momento en el que les llegó el éxito con su segundo ábum, Ritual de lo habitual. Ayer se plantaron con dos bailarinas asiáticas que hicieron una especie de show lésbico de tercera división en segundo plano y con un Perry Farrell (botella de vino en mano) al que no le queda voz ni para una tarde en el karaoke. ¿Recuerdan aquel hitazo en el que ladraban unos perros (Been caught stealing) mientras entraba un ritmo magnético y aquella voz chillona y reverberante decía que le habían cazado robando...? Bueno, pues eso era Jane's Addiction hace mucho. Ayer la tocaron y muchos ni la reconocieron.

Y así, Rage Against the Machine (que para matar el rato pidieron una botella de Veuve Cliquot, dos de Dom Perignon y luego impidieron a TVE retransmitir su número) cerraron esta suerte de homenaje a California que realizó el gran parque temático de la música. Echaron mano de sus clásicos para animar a un público helado que ayer estaba más interesado en las atracciones que en la música.

Mientras sonaban los himnos antisistema de R.A.T.M (tienen hasta un videoclip dirigido por Michael Moore), mucha gente divisaba el horizonte regional desde la noria o se tomaba una hamburguesa sorbiendo tan ricamente su refresco en una demostración aplastante para los que estaban en el escenario de lo muy sobrevalorada que está la autenticidad.

Zack de la Rocha, durante la actuación de Rage Against the Machine en Rock in Rio.
Zack de la Rocha, durante la actuación de Rage Against the Machine en Rock in Rio.CARLOS ROSILLO
Perry Farrell, cantante de Jane's Addiction, durante su actuación en Rock in Rio.
Perry Farrell, cantante de Jane's Addiction, durante su actuación en Rock in Rio.CARLOS ROSILLO

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