La explosión hormonal de Miley Cyrus
La niña dulce muestra en Rock in Rio su nuevo 'look' de adolescente huracán
Es lo que ocurre cuando Disney Channel se convierte en la nueva MTV como influencia musical. Por ejemplo, ocurre que los padres tengan que sujetar estoicamente las pancartas de I Love Hannah que colorearon sus hijos la noche anterior. O que esperen con cara de cansancio la cola para conocer a la estrella de ayer en Rock in Rio: Miley Cyrus. Como Diego, de 33 años y tatuaje de los Stones en la muñeca, que sostiene en brazos a su hija Aitana, de cuatro años, que canturrea una canción de la susodicha, minutos antes de conocerla en un exclusivo pase VIP ganado en un sorteo. "A mí me gustan más Metallica", dice el sufrido padre, que reconoce que si tuviera que dar una conferencia sobre las nuevas estrellas de la música adolescente estaría más perdido que Belén Esteban en el programa de Eduard Punset.
Ayer mandaban los niños en Rock in Rio. Fue el día llamado de la familia, al que asistieron cerca de 36.000 personas. Y claro, en Rock in Rio se hacía lo que suelen hacer los niños cuando van de excursión: correr por las fuentes, saltar, llorar, cantar, dormir y huir horrorizados al ver a sus padres bailar (cosas de la vergüenza ajena que siempre ha existido y existirá).
La culpable de toda esta revolución festivalera infantil se llama Miley Cyrus. Ex Hannah Montana en la serie de Disney, este año cumple 18 y es hija de Billy Ray Cyrus, aquel cantante algo hortera de country ahora reconvertido en papá todopoderoso que controla el negocio de la familia: cariñoso, pero severo.
Aunque Miley dio la gran sorpresa cuando ayer apareció sobre el escenario con un body cortísimo y ajustadísimo (algunas madres se llevaban las manos a la cabeza ante la idea de que sus hijas sigan su ejemplo) y con un espectáculo imponente. Cyrus ha pasado de ser una niña dulce de teleserie a una adolescente huracán hormonal, quizá exagerado para su edad, que levanta las primeras pasiones amorosas y que en su nuevo disco, Can't be tamed, que se publica en julio, canta cositas como: "Si vas a ser mi hombre debes saber que no puedes dominarme" o "quiero ser parte de algo que no sé qué es". Queda claro que Miley ha crecido y lo ha hecho delante de todo el mundo poniendo en práctica a lo bestia la canción que Julio Iglesias le dedicó a su hija Chábeli.
Pero como suele ocurrir con estos productos prefabricados en laboratorios de entretenimiento hay más de espectáculo que de música. Seamos más directos: por mucho que a la mitad de su concierto Miley hiciera un popurrí con canciones de Joan Jett, quizá la mujer más sexy del rock and roll; por mucho que Miley tenga detrás un gran espectáculo de rock; por mucho que tenga buena voz... en su propuesta falta verdad y autenticidad. Aunque en directo, esas carencias se compensan con los gritos histéricos de los seguidores.
En su concierto también hubo alguna sorpresa. Cuando a las 12 de la mañana Bisbal ponía una foto en su Twitter tumbado en una hamaca al sol, en algo parecido a un camerino, saltaron los rumores. Horas después, el rumor se convirtió en noticia y el de Almería se cantó, con su personalísimo y excesivo estilo, una canción con Miley (Te miro a ti, When i look at you). Vaya contraste.
Como el que ofrecieron mucho antes el grupo español The Monomes, que aparecieron todavía con el sol de frente y su fórmula más que solvente de pop irreverente y rock juguetón.
Caso curioso también es el de McFly que fueron la sorpresa del día. Pero, ¿quién son estos cuatro chicos? Aunque ya tenga cinco discos, el grupo McFly es la respuesta británica a los estadounidenses Jonas Brothers. Si los Jonas son la versión moderna de los Backstreet Boys, los londinenses McFly son la de Take That. Más macarras, más simpáticos, más sueltos y menos ñoños que los americanos. Lo suyo es el power pop guitarrero y buenos estribillos. Si no estuviesen tan enfocados hacia el fenómeno adolescente de fans, podrían ser portada de las revistas más duras de la ciudad. Su concierto fue básicamente guitarrero y a ratos sensible.
Pero si hablamos de sensibilidad (algo impostada) pocos ganan a la escocesa de 23 años Amy McDonald, que ofreció un concierto demasiado conservador. Luego saltó al escenario Miley y se acabaron las dudas: los niños se fueron a casa cansados, pero contentos.
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