Un Tartufo muy actual en Almagro
La versión del poeta y dramaturgo Lajos Parti Najy que se representará en el Festival de Teatro de Almagro, respeta a Molière. Y lo contemporaniza.
Es uno de los más importantes atractivos del 33 Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro que se celbrará en la ciudad manchega del 1 al 25 de julio.
Tartuffe, de Molière, llega de la mano del Teatro Estatal de Hungría con dirección de Robert Alföldi y recalará tan sólo dos días (19 y 20 de julio) en la muestra almagreña en la que el autor galo siempre tiene un especial protagonismo.
Como interés añadido hay que señalar que la versión de este clásico está escrita por el dramaturgo, escritor y poeta Lajos Parti Nagy, quien ha sido fiel al texto de Moliére aunque tratando de ofrecer un punto de vista contemporáneo. Los responsables de la puesta en escena a Parti Nagy que la comedia fuese algo vivo, que conservase los giros dramáticos de sus escenas así como el argumento y el verso pero que tuviera un nuevo lenguaje, así como la forma de pensar de hoy en día, además de señalar que utilizara visiones poéticas reconocibles.
El Tartuffe de la compañía húngara, que se representará en la Antigua Universidad Renacentista de Almagro, conserva la esencia que le quiso dar el autor. Es el falso creyente, la personificación de la hipocresía y el egoísmo. El protagonista y el resto de personajes se mueven en una escenografía que hace referencia a esa doble moral presente en el tejido social que vivió Molière y que tampoco ha desaparecido en el actual.
La del Teatro Estatal de Hungría será una de las seis compañías extranjeras presentes en la edición 2010 del Festival de Almagro que comienza el próximo 1 de julio. Tartuffe, una coproducción Szendre Teatro y del Teatro Estatal que pasó a formar parte del repertorio de éste último en 2006, se representa en húngaro con sobretítulos en español.
El figurinista y el director han vestido de ropas blancas a todos los personajes de manera irónica, ya que las familias que aparecen en la trama no son precisamente inmaculadas ni puras.
La parte central del escenario consiste en una mesa de comedor de tamaño exageradamente grande, símbolo del nido familiar. Tanto intérpretes como espectadores se encuentran a su alrededor, debajo y encima de la mesa bajo un gran candelabro que expresa ostentosamente la riqueza de la familia.
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