Chica conoce chico (hortera)

Ansiedad, pérdida de apetito, hipersensibilidad... de lo efectos secundarios del amor en su versión más adolescente, el joven Albert Pintó se queda con la parafernalia hortera. Y la bofetada. De esas cuando el amor no es correspondido y que a pesar del escozor, no nos damos a la evidencia.

La evidencia de que no. De que la chispa no se convierte, ni se convertirá, en incendio. "Eso de quién lo persigue lo consigue... no hay quien se lo trague" comenta este joven realizador catalán que rodó Lucille, su ópera prima, con 21 años como proyecto de fin de carrera. Tres años después logró estrenar su pieza en festivales.

Dice Albert haberse inspirado en hechos reales y la maliciosa dedicatoria al final lo corrobora. Dice Albert que es un corto hecho "para entretener y hacer pensar" y es que cita entre sus referentes a J. Bayona o a J. Balagueró. También dice Albert que en la E.S.C.A.C. (Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya) le pidieron de escribir sobre lo que conociera más de cerca y admite sin pudor que lo que más conoce son "los años ochenta y que te rompan el corazón."

Pero no se preocupen por Albert. Parece que las cosas le van mejor. Sin ir más lejos, este corto se está paseando por los festivales de cortometrajes nacionales con un gran éxito de público después de años de espera. Y parece que Albert también está encontrando su lugar mientras prepara su salto al largo. Entre fuegos artificiales, leggins ochenteros, con Lucille o sin Lucille. Como en una canción pop.

Cortometraje 'Lucille', de Albert Pintó

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