Una rosa no es una rosa no es una rosa
Sólo en Barcelona se han instalado 700 puestos de libros y 3.600 de flores
Durante la celebración de Sant Jordi en las calles de Barcelona, a diferencia del célebre poema de Gertrude Stein (y de la canción de Mecano), una rosa no es una rosa. Hay rosas que son rosas, esto es, rojas y naturales. Pero también hay rosas de extraños colores que parecen emerger de la selva de Avatar, rosas de caramelo, rosas de cristal, rosas sostenidas por dragones, rosas sorpresa que en realidad son un tanga, rosas montadas sobre hadas de cerámica y rosas que emergen de una bucólica verja con un perrito de peluche.
"Éste es el primer año que montamos el puesto", aseguran Jordi y Cora, dos estudiantes de 20 años que se acaban de lanzar al negocio floral por Sant Jordi, donde el tradicional intercambio rosa / libro se traduce en seis millones de flores vendidas en toda Cataluña. Sólo en Barcelona, según datos del Ayuntamiento, se han instalado 700 puestos de libros y 3.600 de flores.
A un precio que oscila entre los dos y los tres euros, con todo tipo de ofertas y reclamos (poemas incluidos con la rosa, por ejemplo), cada puesto distribuye entre 300 y 700 flores durante una jornada que los vendedores arrancaban con poco optimismo. "Este año hay demasiados puestos, demasiada competencia", señala Enriqueta, de 60 años, que desde hace dos décadas vende todo tipo de productos relacionados con la fiesta (dragones de plástico, rosas de cristal, piolines o diablos rojos con rosas) en la Rambla de Cataluña. La amenaza de lluvia, el cielo de panza de burro que lleva toda la mañana flotando sobre Barcelona, tampoco ha ayudado a las ventas.
En una esquina del Paseo de Gracia se puede contemplar de un vistazo la saturación floral: en apenas unos metros seis puntos de venta ofrecen, con pocas variaciones, el mismo producto. Aunque los puestos son completamente diferentes los unos de los otros: algunos pertenecen a asociaciones (desde Scouts, Cruz Roja y otras ONG hasta, por ejemplo, la Asociación Catalana de Trastornos Metabólicos usuarios.lycos.es/pkuotm), otros han sido montados por grupos de estudiantes. Mientras algunos son apenas un chiringuito con una bandera y un cubo de plástico lleno de rosas, otros muestran un diseño que esconde horas y horas de montaje.
A pesar de la nube volcánica islandesa, no ha habido problemas de género: hay rosas (y modelos de rosas) de sobra. Montar un puesto es gratuito, aunque hay que pedir permiso al Ayuntamiento de Barcelona (www.bcn.cat) con antelación. Hay empresas especializadas en realizar todas las gestiones para que siga la fiesta. "A la primera chica que veamos y que nos guste, se la damos", exclamaban dos chavales en la plaza de Cataluña. En este caso, una rosa es una rosa.
Babelia
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