Sebastián Cordero impacta en Málaga con 'Rabia'
La película del realizador ecuatoriano se atreve con la oscura historia de un inmigrante que permanece escondido
Y de repente, Rabia. La película del ecuatoriano Sebastián Cordero, autor de las muy estimables Ratas, ratones, rateros y Crónicas, venía con el runrún de haber triunfado en los certámenes de Guadalajara (México) y Tokio -premio especial del jurado-, y tras su proyección matinal ha entrado en la categoría de favoritas (tampoco es que haya muchas). Rabia es oscura, claustrofóbica y habla también de la inmigración, como otros filmes del certamen de Málaga. Pero no desde el buen rollismo, sino desde la suciedad y el racismo.
Resumen: José María, inmigrante suramericano de oscuro pasado, se esconde -tras discutir y asesinar al capataz de la obra en donde trabajaba- en el desván de la casa señorial en la que sirve su novia. Ni siquiera a ella le cuenta que está allá arriba, asistiendo a la putrefacción de una familia señorial, incrementando su rabia vital, sin poder intervenir en el marasmo de abajo. Violaciones, abusos, alcoholismo...
Y con todo ello lidia Cordero, que esta mañana ha presentado el filme arropado por el reparto y por Telecinco, la cadena que coproducido el filme junto a Tequila Gang, o lo que es lo mismo, Guillermo del Toro. Cordero recuerda que siempre le movió la idea de "la inmigración encerrada en una casa opulenta". De la novela homónima original de Sergio Bizzio queda el espíritu. "Yo lo llevé un paso más allá y acentué la historia de amor imposible, huyendo del típico drama de inmigración".
Según avanzaban las versiones del guión, hasta el mismo Bizzio insistió en que el inmigrante no pudiera salir del desván, que se limitaran sus movimientos en pos de un mayor dramatismo y acentuación de la decrepitud física del protagonista. El resultado fue un rodaje en que el que Gustavo Sánchez Parra, el actor principal, se presentó con 13 kilos menos para filmar la historia de atrás a delante: primero el final famélico, después el inicio con músculo. "Cuando empiezas una película, hay que darlo todo en la cancha", comentó con media sonrisa Cordero, tras preguntarle en ausencia de su actor, si se sentía culpable por tamaño castigo físico.
A su lado Concha Velasco, sobrenatural como la madre de la familia, una mujer alcohólica, confusa y hastiada, confesó que le asaltaron los miedos en los ensayos: "Me enamoré del guión, pero los ensayos fueron muy duros. Sebastián ha sacado de mí cosas que yo no conocía y tuvo la sensibilidad de frenarme. No me importa que el papel sea secundario porque yo no busco que sean largos y cortos, yo busco personajes".
A la veterana Concha Velasco le habían antecedido otras actrices de su generación, encabezadas por Pilar Bardem en La vida empieza hoy, el otro filme a concurso el miércoles. Laura Mañá, su directora, asistió un día a una clase de sexo para la tercera edad y ahí germinó esta comedia amable. "Pensé: '¿qué van a aprender que no sepan ya?. Y me equivocaba. En realidad, buscan qué hacer con su tiempo". Pilar Bardem comentó su cariño por la directora, "que trabaja con una ternura infinita con los actores", y su sorpresa porque ha hecho su primer desnudo. "Y eso que he encarnado a cantidad de putas con Mariano Ozores.
Los alumnos de las clases del filme -lecciones impartidas por Rosa María Sardá- se mueven entre las ganas de vivir la vida y el descubrimiento de lo que se han perdido. Mañá cree que ese desconcierto nace de que "la tercera edad tiene tiempo pero no espacio para el sexo", y que La vida empieza hoy defiende un lema vital: "La imaginación al poder en la tercera edad".
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