Sencillo, directo y profundo
La sensación que transmite el trato con Clara Sánchez es la de que sus novelas se parecen mucho a ella. No me refiero, naturalmente, a que sean más o menos autobiográficas sino a que existe una relación directa entre su modo de ser y su estilo literario. Todas sus novelas están cargadas de cotidianeidad y quien se acerca a ellas siente en apenas unas cuantas líneas que le están hablando de problemas que le pertenecen, que le resultan cercanos: es un gancho que funciona muy bien porque establece muy pronto la relación con el lector. La novela que me puso sobre la pista de una escritora con personalidad propia fue El palacio varado; cuenta cómo una mujer que mira a su hija de pronto se encuentra recordándose a sí misma a esa edad y comienza a narrar su propia vida en primera persona; el juego que se establece a partir de ahí (habla desde su presente joven, pero quien recuerda es la mujer madura) llenaba de matices una historia en la que empezaban a manifestarse las prioridades literarias de la autora; en primer lugar, la vulnerabilidad de la gente, encarnada en sus personajes, gente de tipo medio que por alguna razón cobra conciencia de que se encuentra en ese mundo que responde a la famosa frase de Marx: "todo lo sólido se desvanece en el aire". Junto a la vulnerabilidad, se encuentran la inseguridad y la incertidumbre. En realidad, éstos son los sentimientos por los que transcurre la obra de esta escritora a la que yo no dudaría en calificar de sentimental en el sentido más noble de la palabra. Es también una escritora que bordea constantemente el costumbrismo, por los mundos en los que transcurren sus historias y porque la cotidianeidad de nuestro tiempo es siempre el escenario.
En algunos casos ese costumbrismo se acentúa, por ejemplo en Últimas noticias del Paraíso, la historia de formación de Fran y su relación con su amigo Eduardo, y lo mismo puede decirse de Un millón de luces mientras que en otras, como Presentimientos, que sigue siendo intimista, sentimental, cotidiana, se carga más el acento en la situación entre sueño y realidad por la que deambula Julia de resultas de un accidente. Pero aquí está justo el encanto especial de su escritura, porque siempre logra velar sus relatos con un punto de misterio, el punto de misterio que perturba esa cotidianeidad y hace que su estilo, siempre sencillo y directo, coja una altura característica que la define y la identifica, marca de la casa. Porque el estilo de Clara es, en efecto sencillo y directo, pues la profundidad está buscada en los comportamientos. Ella misma se preguntaba, ante la escritura de Presentimientos: "¿Qué ocurriría si de pronto me quedase sin nada de lo que me rodea?". Ahí están la vulnerabilidad, la inseguridad y la incertidumbre. Y también la respuesta: sobrevivir. Ella, como escritora, ha sabido sobrevivir y acaba de alcanzar uno de los pocos premios con verdadero pedigree de este país: el premio Nadal.
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