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Los 'trenes de la muerte' nazis 'circulan' de nuevo

Una exposición recupera los trenes que transportaron a las víctimas de los campos de exterminio

La exposición "Trenes especiales a la muerte", sobre las deportaciones de judíos y gitanos, entre otras víctimas del nazismo, arrancó hoy en Berlín, su primera estación en una muestra itinerante que la compañía de ferrocarriles Deutsche Bahn quiso vetar.

Unos cuarenta paneles ilustran desde el corazón del Berlín actual, la estación subterránea de la Potsdamerplatz, el destino de algunos judíos alemanes, franceses o austríacos deportados a partir de 1938 por el Reichsbahn -los ferrocarriles del Tercer Reich- hacia Auschwitz y otros campos de exterminio nazi.

Niñas como la berlinesa Steffi Bernheim, nacida el 11 de enero de 1930 y deportada a Auschwitz con sus padres el 24 de agosto de 1942. O Brigitte Joseph, nacida ese mismo año también en Berlín y deportada tras un largo periplo que empezó con el intento de huida a Cuba en el barco Sant Louis, junto con otros 937 alemanes, a quienes se desembarcó en distintos puertos, por lo que la nave acabó regresando a Europa.

Una deportación con la complicidad del Reichsbahn

Son sólo algunos ejemplos que documentan la complicidad de la dirección del Reichsbahn en un plan confeccionado con precisión militar hasta deportar, a través de toda Europa, a tres millones de judíos y gitanos.

La presidenta del Consejo Central de los Judíos de Alemania, Charlotte Knobloch, así como su homólogo para el colectivo gitano, Romani Rose, hicieron causa común para hacer que el material se exhibiera ahí, donde, a su juicio, debe estar: en las estaciones.

Le negativa de Deutsche Bahn

Adoptaron como propia la iniciativa del matrimonio franco-alemán Beate y Serge Klarsfeld para exponer en esos escenarios de la Alemania de hoy lo ocurrido entonces. Pero faltaba la aquiescencia de la dirección de la Deutsche Bahn, que se cerró en banda.

"Había diferencias de criterio acerca de si tenía que estar o no en las estaciones. Pero coincidíamos en que queremos que la vea el máximo número de gente", justificó hoy la directora de Personal de Deutsche Bahn, Margret Suckale, en la inauguración de la muestra.

Los ferrocarriles no querían tener en sus estaciones esa muestra, por considerar que estropeaba la imagen de una compañía que, según Suckale, ha "estudiado e investigado" suficientemente su pasado, como demuestra el material exhibido en su Museo en Nuremberg.

Fue necesaria la intervención del ministro de Transportes, el socialdemócrata Wolfgang Tiefensee, para forzar un cambio de opinión. La Deutsche Bahn (DB) es, al fin y al cabo, aún propiedad del Estado, y sus estaciones son un espacio público.

"Hay quien se pregunta si no hay ya demasiadas exposiciones, archivos y monumentos, si no se ha explorado demasiado en el pasado. La respuesta es no: la confrontación con el pasado es necesaria para construir el futuro", dijo Tiefensee en la inauguración.

Suckale es para el alemán medio el "rostro de la patronal" de la DB, ya que a ella correspondió dar la cara en las largas negociaciones salariales con los maquinistas alemanes.

Tras meses de conflicto y pérdidas multimillonarias, la DB pactó hace unas semanas a regañadientes un acuerdo con su plantilla. Hoy, Suckale es también el rostro de una compañía que ha tenido que plegarse a algo que no le convenía.

El matrimonio Klarsfeld logró su objetivo y se presentó en Berlín acompañado por un grupo de franceses, supervivientes de las deportaciones. Asimismo estaba ahí Hans Rosenthal, otro de los que sobrevivieron, oculto en un sótano, mientras que su hermano Gerd murió tras ser deportado a Letonia.

"Trenes especiales a la muerte" estará en Berlín hasta finales de febrero. No ha quedado instalada en su nueva y flamante estación central, en el Tiergarten, pero si en la Potsdamerplatz, corazón del "nuevo Berlín", la zona comercial y turística de la capital alemana.

Por ahí desfilarán en las próximas semanas invitados nacionales e internacionales de la Berlinale, con el debido despliegue mediático, y ahí se detendrán probablemente los ojos de muchos visitantes, en alguna pausa del ajetreo del festival que se celebra del 7 al 17 de febrero.

Tras Berlín, su primera estación, se trasladará a otras ocho estaciones de ciudades repartidas por todo el país.

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