El talento agredido
El desafortunado título español de esta opera prima de Craig Gillespie, realizador de formación publicitaria, no es más que la estocada final recibida por un proyecto que quizás nació tocado por la originalidad, pero llega a las pantallas convertido en un extraño híbrido. Cuestión de pelotas (Mr. Woodcock) -no confundir con la casi homónima comedia dirigida en 2004 por Rawson Marshall Thurber y protagonizada por Vince Vaughn y Ben Stiller- parece una cosa y (casi) su contrario, a veces de un minuto a otro.
Sus composiciones de plano y su ocasional excentricidad en el tono hacen pensar en un modelo de comedia negra de autor que podría moverse en unas coordenadas cercanas a Wes Anderson, Terry Zwigoff, Jared Hess o ciertos trabajos de los hermanos Coen. Algunas situaciones cómicas mal resueltas y, sobre todo, el conciliador (e ideológicamente muy reprobable) desenlace muestran el reverso del asunto: el presunto producto más o menos personal, de cierta vocación indie, descubre su segunda piel como rutinaria plasmación de ese modelo de comedia que apunta maneras agresivas para acabar reafirmando lo peor del gusto mayoritario. El fenómeno tiene su explicación: la película ha tenido dos directores, aunque uno de ellos (el que estropeó la buena película posible) no figure en los créditos. Al parecer, Gillespie hizo una comedia amarga de escasas concesiones que el público castigó en las previews: la New Line contrató a David Dobkin, director de De boda en boda (2005) y la inminente Fred Claus, para que rodase, durante tres semanas, nuevas escenas que llevasen el proyecto hacia territorios más convencionales. El resultado, probablemente, no va a satisfacer ni a quienes podrían haber disfrutado de la propuesta original de Gillespie, ni a quienes esperen una ración de comedia descerebrada: insuficiente para unos, demasiado sofisticada y a ratos fría para otros.
CUESTIÓN DE PELOTAS (MR. WOODCOCK). Dirección: Craig Gillespie. Intérpretes: Billy Bob Thorton, Seann William Scott, Susan Sarandon, Amy Poehler. Estados Unidos, 2007. Género: Comedia. Duración: 87 minutos |
En Cuestión de pelotas (Mr. Woodcock), Billy Bob Thorton vuelve a ofrecer un buen recital de una de sus especialidades: encarnar a una mala bestia sin fisuras. En este caso, un brutal profesor de gimnasia que amargó la vida a un niño gordito que, con el paso de los años, superó sus traumas escribiendo populares libros de auto-ayuda. En una de sus giras promocionales, el ahora escritor superventas (Seann William Scott) llega a su pueblo natal para descubrir la materialización de su peor pesadilla: su madre (Susan Sarandon), una ex-miss local, acaba de prometerse con el diabólico profesor Woodcock.
Entre las ruinas de la película planeada por Gillespie sobrevive, por supuesto, la interpretación de un Billy Bob Thorton que saborea cada réplica hiriente y algunos estimulantes jirones de comedia de la crueldad. Hay, no obstante, una buena noticia en el horizonte: el director ha tenido la casi inmediata oportunidad de hacerse valer frente a sus matones particulares de la productora. Su segunda película, Lars and the Real Girl, llegó a las pantallas norteamericanas, sin interferencias corporativas de ningún tipo, escasamente un mes más tarde que su debut, tras su celebrado paso por el festival de Toronto. El grueso de la crítica ha aplaudido la relevación de un talento a seguir muy de cerca, que en este segundo trabajo narra, con aires casi caprianos, la conmovedora historia de amor entre un tipo solitario y su muñeca hinchable en el seno de una candorosa comunidad rural.
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