La Academia de Cine reorganiza su gestión con el nombramiento de una directora general

La Junta Directiva de la Academia del Cine español ha nombrado hoy a Ana Arrieta directora general, un cargo de nuevo cuño con el que la institución quiere mejorar su funcionamiento y prepararse para los retos que debe afrontar de forma inmediata: el traslado a una nueva sede de mucho mayor tamaño que la actual y la promoción del cine español en el extranjero. Tras hacerse efectivo su nombramiento, Arrieta ha señalado que afronta el reto con "mucha ilusión y muchos proyectos".

Desde finales de febrero, la Academia buscaba la persona idónea para tomar las riendas de la institución, un encargo nada fácil dado que el nuevo directivo debía ser tanto un gestor, desde el punto de vista meramente económico, como un buen conocedor del peculiar mundo del cine. Para rizar el rizo, no sólo se trataba de sustituir al secretario técnico (hasta hace tres meses, Pedro Medina, ahora director de Festival Animadrid), sino poner la primera piedra de una profunda reforma de la organización con el nombramiento de un director general, con más atribuciones y mayor autonomía.

Al final, la Academia ha confiado en una colaboradora habitual, la abogada Ana Arrieta, asesora jurídica de la institución desde 1996. Es licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y está especializada en el sector cinematográfico como prueba el hecho de que también haya trabajado con otras instituciones del gremio como la Escuela de Cine de la Comunidad de Madrid (Ecam).

Más que una mudanza

El desafío al que se enfrenta Arrieta no es pequeño. Ante todo, tiene que preparar el terreno para el traslado de sus instalaciones desde el piso que ocupa actualmente a un palacete en el centro de Madrid. Es algo más que una mera mudanza, ya que las grandes dimensiones del edificio, 4.000 metros cuadrados, permitirán a la Academia ampliar su presencia entre los profesionales con la celebración de reuniones y también abrirse al público albergando actos y conferencias. Pero exige también que se convierta en una institución económicamente autosuficiente, un objetivo todavía lejano.

Además, el nuevo equipo habrá de gestionar la crisis abierta con la protesta contra el sistema de votación de los Premios Goya que eclosionó con la salida de los hermanos Almodóvar el pasado diciembre pero que colea desde hace años. En cualquier caso, la reforma tendría que ser acometida por los miembros de la Academia a través de la Junta General. Entre las funciones de la directora general también figuran la supervisión de las publicaciones (actualmente edita un boletín periódico para sus afiliados y una revista semestral), la gestión de todos los servicios, la dirección de las comisiones de trabajo o de estudio, la dirección del personal o la representación de la Academia en cualquier foro.

La figura de la presidenta de la Academia, en la actualidad la actriz Mercedes Sampietro, seguirá siendo como hasta ahora: como un representante público. Y la Junta seguirá compuesta por la presidenta, dos vicepresidentes y dos representantes de cada una de las especialidades.