Martín Garzo gana el Nacional de Literatura Infantil con un cuento de dragones y hadas tristes

Hay un mundo en el que una niña puede hablar con un animal y hacerse amiga de un dragón que vive en el bosque. Hay un mundo en el que las hadas tratan denodadamente de convertirse en niñas. Hay un mundo "de posibilidad y milagro", en el que "la vida es algo sorprendente y extravagante", pero que también se tiñe a veces de tristeza o desolación por la pérdida irreparable. Ese mundo es el que Gustavo Martín Garzo ha fotografiado en Tres cuentos de hadas (editado por Siruela el año pasado), y el que ha sido reconocido hoy con el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil de 2004.

Gustavo Martín Garzo (Valladolid, 1948), que antes de escritor de cuentos infantiles ejerció de catador por las noches con sus hijos, ha querido saldar "una deuda con algo que era muy querido" creando un mundo —"que me fascina como lector, que he disfrutado mucho, juntamente con mis hijos", ha dicho— que "reivindica el prodigio que forma parte de la vida".

"Los cuentos de hadas tienen todo lo que afecta a la condición humana", ha explicado el autor, que ya obtuvo el Premio Nacional de Narrativa el año 1993. Amor, magia, pero también pinceladas de inquietud, pues sentimientos como la tristeza o la pérdida "surgen desde el primer momento de la vida", y tratar de robárselos a los niños para protegerlos al escritor le da "repelús". De ese catálogo de sueños e intenciones nacieron los tres cuentos a los que hace mención el título de la obra: El vuelo del ruiseñor, El hada que quería ser niña y El príncipe amado.

El Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil está dotado con 15.025 euros, y ha sido concedido por un jurado presidido por el director general del Libro, Rogelio Blanco, e integrado, entre otros, por Luis Mateo Díez, miembro de la Real Academia de la Lengua Española; Xavier Etxaniz, académico de la Lengua Vasca; Joseph M. Molist, del Instituto de Estudios Catalanes; y María Asunción Landa, ganadora de la edición anterior.