La sección competitiva se cierra con las quinielas abiertas
La sorpresa del día ha sido 'Las tortugas también vuelan', un crudo retrato sobre los niños de la guerra de Irak
La sección competitiva del Festival de Cine de San Sebastián ha finalizado hoy de forma notable y con todas las quinielas abiertas, ya que las dos últimas películas a concurso proyectadas, Bombón, el perro, del argentino Carlos Sorín, y la sorprendente Las tortugas también vuelan, del iraní Bahman Ghobadi, cuentan con muchas opciones para alzarse con la Concha de Oro.
Iraní de origen kurdo, Ghobadi se fue a un pueblo perdido del Kurdistán, entre Irán y Turquía, para atrapar las vivencias de los niños del pueblo, que nunca en su vida han ido al cine, y a los que el cineasta no pidió que actuasen, sino que vivieran delante de su cámara. Y eso es lo que hacen todos los protagonistas de Las tortugas también vuelan. Son un grupo de niños, liderados por el más espabilado, que trabajan limpiando de minas los campos vecinos para venderlas luego en el mercado. La película arranca cargada de humor, ya que narra los desvelos del pueblo para conseguir una parabólica con la ver las noticias de la guerra que se acerca, ya que el filme se sitúa días antes de la invasión de las tropas de EE UU.
Al poblado llega un joven tullido, acompañado por su hermana, casi una niña, y el hijo de ésta, fruto de una violación masiva de los soldados de Sadam,. Ghobadi incluye escenas de la invasión, gracias a un permiso que el Ejército de EE UU le concedió. La película está cargada de gotas de humor, que el cineasta salpica para que el espectador digiera mejor las imágenes, algunas de tal dureza que hacen saltar de la butaca. "Ésta no es una película política. Habla de la vida real de esta gente. Trata de mostrar unas vivencias y una realidad que los satélites y las antenas parabólicas no muestran en televisión", ha señalado el cineasta.
Una expresión de rabia
"'Las tortugas también vuelan' es 100% expresión de mi rabia. Si hubiera querido mostrar toda la realidad de esta gente haría un documental, pero sería un documental que la gente no podría asimilar dada su crudeza", ha señalado el cineasta, quien ha criticado que las televisiones hayan convertido a Bush, Blair y otros líderes mundiales en "superestrellas". En cambio, su cinta "quiere demostrar que los críos descalzos que vagabundean por los montes minados son las verdaderas estrellas". "Me alegra la caída de Sadam, pero me entristece la presencia de EE UU. Una buena noticia fue la retirada de las tropas españolas", ha señalado.
Como kurdo, ha puntualizado: "El pueblo kurdo no está contento, porque estaba desesperado y buscaba un refugio. Muchos de ellos pensaban que el refugio iba a venir de la mano de los americanos y no ha sido así". La otra película que ha cometido hoy en la Sección Oficial ha sido Bombón. El perro, del argentino Carlos Sorín, autor de Historias mínimas, cinta con la que, hace dos años, consiguió el Gran Premio del Jurado del certamen donostiarra y el Goya a la mejor cinta extranjera de habla hispana.
Sorín ha explicado que la cinta es la continuación de Historias mínimas y, de hecho, vuelve a ambientarla en la Patagonia y a trabajar con personajes que se interpretan a sí mismos en unas tramas minimalistas. Narra la historia de Juan Villegas, un gasolinero ahora sin empleo y que malvive vendiendo cuchillos artesanales. Pero un día, el destino le lleva a una casona a hacer una reparación y la dueña le paga con un perro. No es un perro cualquiera, sino un dogo argentino de pura raza. La vida da un vuelco para Villegas. Antes un don nadie, ahora todo el mundo elogia su perro, que inscribe en un concurso canino. La originalidad de Historias Mínimas continúa aquí con una especie de segunda entrega carente de sorpresas.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.