El día más duro, el día después
El mundo de la lengua despide con una misa solemne al académico Lázaro Carreter
Los guardianes de la lengua y los guerrilleros que cada día salen al encerado para inculcar sus tesoros a los estudiantes han rendido homenaje esta mañana a su maestro más querido, Fernando Lázaro Carreter, que ayer se recluyó para siempre en las páginas de los libros y artículos periodísticos desde los que ha convertido la enseñanza del idioma en un entretenimiento lúcido e irónico.
Más 200 personas han acudido hoy al cementerio de La Paz, en la localidad madrileña de Alcobendas, para acompañar a su familia y rendirse una vez más ante el sabio filólogo, antes de que el fuego consuma su cuerpo y sus cenizas sean llevadas a Magallón (Zaragoza), un pueblo muy vinculado a su familia. El día después del "duro golpe", en palabras de De la Concha, es "siempre peor", completa Salas, para resumir una mañana de intensa tristeza.
No faltó el poder político a la misa: los duques de Soria, la infanta Margarita y su esposo, Carlos Zurita; el secretario de Estado de Cultura, Luis Alberto de Cuenca; y el director general del Libro, Fernando de Lanzas, entre otros. Pero la representación del mundo de la cultura fue la más apabullante; además del mundo universitario, el alfabeto de la Academia se movilizó por la erre mayúscula: Francisco Rico, Valentín García Yebra, Carmen Iglesias, Margarita Salas, Luis María Anson, José Manuel Blecua, Ignacio Bosque, Guillermo Rojo, José Antonio Pascual, Luis Ángel Rojo, José Luis Pinillos, Antonio Mingote, Juan Luis Cebrián, Luis Goytisolo, José Manuel Sánchez Ron, Gregorio Salvador...
Su director, Víctor García de la Concha, leyó la epístola y el salmo responsarial de un acto religioso en el que la música tuvo un papel central: una pianista y un violinista interpretaron piezas como el Adagio de Albinoni, la Lacrimosa de Mozart, el Ave María de Schubert o la Suite en Re de Bach.
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