Cuatro heridos graves en el segundo encierro de sanfermines
Los toros de la ganadería Cebada Gago cumplen su fama y realizan una carrera larga y peligrosa
Cuatro personas han resultado heridas graves en la segunda carrera de sanfermines 2003, tres de ellas por asta de toro. El encierro ha sido largo (cuatro minutos y 40 segundos) y muy peligroso, haciendo honor a la fama de los animales de la ganadería Cebada Gago. Dos de los toros se han quedado descolgados y uno de ellos se ha ensañado con un mozo a la entrada de la plaza.
Un ciudadano estadounidense de 57 años sufre tres cornadas en el muslo y la ingle y otro compatriota suyo de 27 años está siendo intervenido quirúrgicamente por un puntazo que ha recibido en el brazo.
En el callejón, el penúltimo toro se ha ensañado con un corredor australiano de 29 años que está siendo operado en el hospital de Navarra. Nikolas Hadum tiene una cornada en el hemitorax izquierdo de 20 centímetros. En el mismo hospital ha ingresado el pamplonés Fermín Etxeberría Iruñeta, de 62 años, quien ha sufrido en la calle Mercaderes un traumatismo craneoencefálico y ha quedado ingresado en estado grave.
Dos rezagados
La carrera había comenzado de manera rápida y encabezada por un toro colorado y un manso. El encuentro entre la manada y los mozos no ha registrado incidencias aunque inmediatamente un toro negro se ha acercado hacia la acera izquierda, donde se protegen los corredores tras retirarse de las astas, y ha caído al suelo siendo superado por sus hermanos. A partir de este punto en ningún momento la manada se ha recompuesto y ya a la entrada de la Plaza del Ayuntamiento iban dos morlacos sueltos que han enfilado de esta forma la calle Mercaderes.
En la curva del vallado de la Estafeta, cuatro animales han chocado contra la madera, aunque no con la violencia que suele ser habitual en este punto del recorrido, y sin perder tiempo han continuado una carrera divididos en tres partes: la manada principal con los cabestros y cuatro toros, y los otros dos astados sueltos. El último de estos toros ha protagonizado en la calle Estafeta momentos de gran peligro al derrotar contra los corredores, detenerse e incluso volverse sobre sus pasos.
A la altura de Telefónica el último toro ha alcanzado a uno de los participantes, a muy pocos metros de la entrada a la plaza, en cuyo callejón de acceso instantes antes el corredor australiano había sido empitonado por el penúltimo de la manada, que ha entrado en la arena con un trozo de pañuelo rojo colgado de un asta.
Cuando este quinto ha entrado en chiqueros, los cabestros de cola han llegado a la altura del último rezagado y le han acompañado sin problemas hasta los corrales de la plaza después del esfuerzo que habían tenido que hacer hasta entonces los pastores para controlar al animal e intentar reconducirlo.
Babelia
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