El rey que tocó todas las teclas
El director de 'El apartamento' y 'Perdición', ganador de seis 'oscars', ha muerto en Los Ángeles a los 95 años
El realizador estadounidense Billy Wilder, autor de películas inolvidables como Perdición, Con faldas y a lo loco y El apartamento, falleció ayer en Los Ángeles, a los 95 años. Heredero del gran Ernst Lubitsch, para quien confeccionó el guión de Ninotchka, Wilder ha sido una referencia imprescindible en el cine.
Ganó seis oscars, una mínima recompensa a una carrera que le vio atravesar todos los géneros con una agudeza incomparable.
Nacido en Polonia, de origen judío, se trasladó de niño a Viena. Posteriormente huyó a Estados Unidos con el ascenso del nazismo. Varios de sus familiares fueron víctimas del holocausto, tragedia que marcó su vida y que fue reflejada en el cine de forma documental tras la Segunda Guerra Mundial, pues trabajó como documentalista para las fuerzas estadounidenses destacadas en Europa. Wilder se inició como periodista en Viena, antes de trasladarse al Berlín de los años veinte, época capital en el desarrollo del cine alemán y, por extensión, del américano, deudor de varios de los realizadores y guionistas que se trasladaron a Hollywood huyendo del nazismo.
Hijo de la cultura europea, siempre se sintió agradecido a EE UU, hasta el punto de que pocos cineastas han sido capaces de trazar un perfil de la sociedad americana como Wilder. Lo hizo desde todos los ángulos. Como guionista, trabajó para los grandes estudios, aunque siempre reconoció su deuda con su maestro Lubitsch. Su talento como guionista sólo era comparable a su ironía y desdén por ciertas artes de la industria del cine. Fue precisamente su rechazo a las imposiciones que le llegaban de las grandes compañías, lo que le llevó a la dirección.
Todas las teclas
Década tras década, Wilder ha sido el espejo en el que se han mirado directores, guionistas y también periodistas. Prueba de su modernidad y de su carácter universal, su colosal influjo se extiende hasta nuestros días y a nuestro país, donde directores como Fernando Trueba le reconocen como algo más que como el gran maestro: para ellos es el cine como debería ser.
Babelia
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