Un largo aplauso despide a Marsillach en el Teatro Español
El actor, autor y director teatral falleció ayer a los 73 años en Madrid a causa de un cáncer
Un largo y emocionado aplauso ha despedido en el Teatro Español los restos mortales del actor y director teatral Adolfo Marsillach que, cuando faltaban diez minutos para las cinco de la tarde, han salido rumbo al cementerio de la Almudena donde el actor ha sido incinerado.
En los próximos días, en una ceremonia íntima, las cenizas de Adolfo Marsillach serán esparcidas en aguas del Mediterráneo, las mismas que bañan su Barcelona natal, con toda probabilidad frente a la costa de la localidad alicantina de Javea.
Antes de que el féretro saliera del Teatro Español, donde estuvo instalada desde esta madrugada la capilla ardiente con los restos mortales del actor, el Alcalde de Madrid, Jose María Alvarez del Manzano ha hecho entrega a su viuda, Mercedes Lezcano, de la Medalla al Mérito Artístico que el Ayuntamiento de Madrid le ha concedido a título póstumo "en reconocimiento a su valiosa trayectoria profesional, especialmente consagrada al teatro".
Tras la entrega de la medalla, en el escenario en el que estaba instalado el féretro de Marsillach los numerosos asistentes a la capilla ardiente, que llenaban el patio de butacas del Teatro Español han estallado en un larguísimo y emocionado aplauso que se ha prolongado por minutos hasta que el féretro del autor ha salido del teatro rumbo al cementerio.
Entre la multitud de personas que acudieron a dar el último adiós al actor se encontraban gente del mundo del espectáculo como la presidenta de la Academia de Cine Marisa Paredes, la actriz Nuria Espert y su hija, la consejera de Cultura de la Comunidad de Madrid, Alicia Moreno, el actor Manuel Galiana, el cantautor Luis Eduardo Aute o el político socialista Alfonso Guerra.
El Español, teatro que dirigió Marsillach, y que por expreso deseo suyo ha acogido su capilla ardiente, está situado a escasos metros del de La Comedia, actual sede de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), fundada por él.
Marsillach dejó dicho a su familia que cuando muriera quería que su capilla ardiente se instalara o en el Español o en el María Guerrero, sede del Centro Dramático Nacional, fundado también por él y actualmente cerrado por obras. Pero nunca en el Clásico, sede de la CNTC, de la que no guardaba buenos recuerdos.
Toda la noche, el Español ha vivido un constante goteo de personalidades del teatro, del cine, la política, la creación literaria,... Todos ellos han coincidido en la genialidad del fallecido, en su condición de hombre de teatro luchador y lúcido.
La lista de personas que han pasado por la capilla ardiente es interminable. De madrugada lo han hecho Josep María Flotats, José Sacristán, Juan Ribó, Gemma Cuervo, Silvia Marsó o la que fue su amiga y compañera María Jesús Valdés, junto al actual director del Centro Dramático Nacional, Juan Carlos Pérez de la Fuente.
Por la mañana, el empresario Paco Marsó, esposo de Concha Velasco, Andrés Amorós, director general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), cargo que también desempeñó Marsillach, María Luisa Merlo, Carlos Larrañaga, el periodista Iñaki Gabilondo, Pedro Osinaga o Ana Diosdado, actual presidenta de la SGAE.
También han acudido personalidades como José Luis Rodríguez Zapatero, el director Lluis Pasqual, Luis Alberto de Cuenca, Alberto Ruiz Gallardón, Ana Belén y Víctor Manuel, el productor teatral Enrique Cornejo, Jaime de Armiñan y el director de cine y escenógrafo Gerardo Vera...
En el libro de firmas, numerosos testimonios de cariño y admiración hacia el "maestro". "Estarás en el recuerdo de todos tus compañeros", ha escrito Juan Antonio Hormigón, compañero de Marsillach en la ejecutiva de la Asociación de Directores de Escena, que el fallecido ha presidido hasta su muerte. "En nombre de mi amiga Pura, que te prefirió incluso antes que a Paul Newman", han sido las palabras de Angela, sin apellidos.
El actor falleció "sin dolor, tranquilo", ha asegurado una de sus hijas, Blanca. Adolfo Marsillach sufría un cáncer de próstata que le había mantenido alejado de los escenarios en los últimos meses.
Una vida para las tablas
Adolfo Marsillach Soriano nació en Barcelona el 25 de enero de 1928 y estaba licenciado en Derecho. Precisamente en su época universitaria fue cuando entró en contacto con el teatro, gracias al TEU (Teatro Español Universitario), en el que participó activamente.
En 1946 debutó en el teatro profesional en la compañía de Alejandro Ulloa, y en el cine con Mariona Rebull. Continuó trabajando en el cine con papeles secundarios, destacando con el personaje de Ramón y Cajal en Salto a la gloria. El actor catalán repetiría años más tarde este papel en la conocida serie de TVE Ramón y Cajal en los años 80.
Marsillach protagonizó varias películas en la década de los 60, sin descuidar nunca su labor en el teatro, terreno en el que fundó su propia compañía. En los años 70 su labor de realización se centró en la televisión, medio en el que de forma esporádica ha continuado trabajando, presentando en 1995 el programa de debate Tren de cercanías.
Entre sus películas destacan El frente infinito (1956), Maribel y la extraña familia (1960), El secreto de Mónica (1961), Al servicio de la mujer española (1961) o Sesión continua (1984).
Desde enero de 1986 a julio de 1989 fue el director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, cargo en el que cesó para pasar a ser Director General del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música entre 1989 y 1990. Posteriormente, entre enero de 1992 y enero de 1997 volvió a dirigir la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
Su libro de memorias Tan lejos, tan cerca (Mi vida) (1998) ganó el XI Premio Comillas de Biografías.
Babelia
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