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De París a Dubái: un gran salto en las cumbres del clima, pasos de hormiga en la lucha contra la crisis climática

Los compromisos actuales de los países no son suficientes para cumplir el Acuerdo de París, pero en 2024 deben presentarse nuevos objetivos de reducción

Imagen de la cumbre del clima de París de 2015 con el presidente de Francia, François Hollande; la jefa climática de la ONU, Christiana Figueres; el presidente de la COP, Laurent Fabius; y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
Imagen de la cumbre del clima de París de 2015 con el presidente de Francia, François Hollande; la jefa climática de la ONU, Christiana Figueres; el presidente de la COP, Laurent Fabius; y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.CHRISTOPHE PETIT TESSON (EFE)
Clemente Álvarez

Que en casi 30 años de negociaciones climáticas la cumbre de Dubái, la COP número 28, sea la primera en la que sale un texto que alude explícitamente a la necesidad de dejar atrás los combustibles fósiles que calientan el planeta (petróleo, carbón y gas), muestra el gran salto dado en Emiratos Árabes, pero también los pasos de hormiga de la lucha internacional para frenar la crisis climática.

Mientras se suspira con alivio por el éxito inesperado de una conferencia celebrada en un país petrolero, lo cierto es que este 2023 va a ser el año más caluroso en milenios y al mismo tiempo va a marcar un nuevo récord de las emisiones que provocan el problema. ¿Hasta qué punto son suficientes estos logros tan lentos de las negociaciones internacionales para frenar una emergencia climática que se caracteriza en gran medida por su velocidad?

El gran avance de esta COP28 son, fundamentalmente, 34 palabras en inglés que inciden en la necesidad de “transitar para dejar atrás (transitioning away) los combustibles fósiles en los sistemas energéticos, de forma justa, ordenada y equitativa, acelerando la acción en esta década crítica, con el fin de alcanzar el objetivo de cero emisiones netas en 2050, de acuerdo con la ciencia”. Y, justamente, esta frase aparece dentro de un documento mucho más amplio denominado Balance Global, en el que se evalúa el funcionamiento del Acuerdo de París aprobado en 2015, hace ocho años, la pieza maestra de la lucha internacional contra la emergencia climática.

El objetivo fijado en el Acuerdo de París es conseguir que el aumento de la temperatura media del planeta se quede por debajo de 2 grados Celsius y no supere 1,5 grados, lo que reduciría de forma significativa los riesgos y los impactos. Sin embargo, como llevan avisando distintos organismos, y recalca también el Balance Global aprobado en la cumbre de Dubái, los actuales compromisos de reducción de emisiones de los países no son suficientes para cumplir esta meta. Ahora mismo, los impactos climáticos que estamos viviendo están sucediendo con un aumento de la temperatura media de 1,1 grados con respecto a los niveles preindustriales y con los compromisos de reducción actuales se podría llegar a 2,8 grados.

Un informe presentado este martes por el Servicio de Cambio Climático de Copernicus de la Comisión Europea considera que se han “perdido” 19 años desde la aprobación del Acuerdo de París en 2015. Este cálculo se ha realizado teniendo en cuenta que cuando se celebró la cumbre del clima en la capital gala se estimaba que el umbral de 1,5 grados se alcanzaría para marzo de 2045, es decir, quedaban 30 años para alcanzar ese punto. Sin embargo, ahora se calcula que ese momento puede llegar en febrero de 2034, dentro de 11 años, 19 menos de los que había cuando se celebró aquella conferencia histórica.

¿Son tan decepcionantes los avances desde la aprobación del Acuerdo de París? El Balance Global aprobado en Dubái no lo considera así, pues señala que sin París la situación sería mucho peor, dado que algunas proyecciones anteriores a la cumbre calculaban que la temperatura del planeta se iba a un aumento de 4 grados. Aunque la suma colectiva de los esfuerzos de los países todavía no es suficiente, este documento destaca que todos los países han presentado compromisos nacionales para las emisiones en el horizonte de 2030 y elogia que 68 de las partes cuentan también con objetivos a más largo plazo, incidiendo en que el 87% de la economía global (en términos de PIB) debe cumplir compromisos de neutralidad o cero emisiones netas, que abren la posibilidad de no superar los 2 grados, si es que de verdad se cumplen.

En este punto, lo más importante es que en 2024 los países deben presentar nuevos compromisos nacionales (que deberán aprobarse en la cumbre del clima de 2025). El Acuerdo de París establece que todas las partes deben ir aumentando sus objetivos de forma gradual y será entonces cuando haya que recalcular si la suma de todos ellos está ya en la senda de 2 y 1,5 grados. A pesar de que cada vez parece más difícil cumplir el umbral de 1,5, pues se va agotando el tiempo y la transición se vuelve más y más abrupta, el texto de Dubái sigue manteniendo viva esta meta.

Entre París y Dubái, han tenido lugar otras seis cumbres del clima en Marrakech, Bonn, Katowice, Madrid, Glasgow o Sharm el Sheij. En estas complejas conferencias se han dado fracasos, muchos acuerdos de mínimos y situaciones a veces ridículas, mientras la curva de las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo ha seguido sin caer y han ocurrido cada vez más episodios climáticos extremos relacionados con el cambio climático. Sin embargo, lo cierto es que también se ha conseguido construir la arquitectura legal para desarrollar el Acuerdo de París y abrir el camino para un proceso que trata nada menos que cambiar el mundo. No solo había que llegar a difíciles acuerdos para reducir de formas drásticas las emisiones, sino también para impulsar la adaptación a los impactos climáticos y para ayudar a los países más vulnerables. Uno de los grandes asuntos pendientes era poner comienzo de una vez por todas al abandono de los combustibles fósiles. Esto ya se ha conseguido también en Dubái. Ahora hay que ver si esta obra catedralicia puesta en pie a lo largo de tantos años sirve para reducir un 43% las emisiones de aquí a 2030, un 60% para 2035 y alcanzar las cero emisiones netas para 2050.

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Sobre la firma

Clemente Álvarez
Es el coordinador de la sección de Clima y Medio Ambiente de EL PAÍS y está especializado en información ambiental, cambio climático y energía. Ha trabajado para distintos medios en España y EE UU, como Univision, Soitu.es, la Huella en La2 de TVE... Fue también uno de los fundadores de la revista Ballena Blanca.

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