Bruselas prolongará 10 años el uso del polémico herbicida glifosato ante la falta de acuerdo de los Veintisiete
La imposibilidad de lograr una mayoría a favor o en contra en la segunda votación de los Estados miembros en un mes sobre la controvertida sustancia obliga a la Comisión a decidir sola la extensión del uso pese a las dudas sobre su seguridad
La controversia que gira desde hace años en torno al glifosato, el herbicida más usado en Europa, pero a la vez uno de los más polémicos por las múltiples dudas y sospechas sobre sus efectos nocivos en la salud y el medio ambiente, ha quedado una vez más patente este jueves en Bruselas: los Veintisiete debían votar, por segunda vez en poco más de un mes, si prolongaban o no una década más el uso de la polémica sustancia. Pero los Estados han vuelto a quedar en tablas, por lo que la decisión final recala ahora en la Comisión Europea, que ya ha adelantado su intención de validar la extensión del glifosato, eso sí, con varias “condiciones y restricciones” nuevas, extremo que sin embargo no calma las profundas reservas de organizaciones civiles, políticos y hasta de aquellos países que pedían el fin del permiso.
Ante la falta, nuevamente, de una mayoría cualificada (el 55% de los miembros de la UE que representen al menos el 65% de la población total del bloque) para “renovar o rechazar” la prolongación del glifosato, la Comisión “procederá ahora a la renovación de la aprobación del glifosato por un periodo de 10 años, sujeto a determinadas nuevas condiciones y restricciones”, ha anunciado Bruselas en un comunicado, en el que ha subrayado la “obligación legal” que tiene el Ejecutivo comunitario de tomar una decisión antes del 15 de diciembre, fecha en la que expira el actual mandato sobre el glifosato.
La decisión ha sido rápidamente denunciada por organizaciones medioambientales como Greenpeace, que ha criticado a la UE por “ignorar la ciencia y fallar a los ciudadanos”, o Ecologistas en Acción, que considera el gesto de Bruselas como “totalitario” y acusa a la Comisión de “tomar abiertamente partido a favor de la industria química sin sonrojarse”.
Bruselas es más que consciente de la controversia que gira en torno a esta sustancia, que es precisamente lo que ha provocado el punto muerto en las votaciones, tanto la celebrada el 13 de octubre en el Comité Permanente de Vegetales, Animales, Alimentos y Piensos (Scopaff), que asiste a la Comisión en la elaboración de las medidas relativas a los alimentos y en el que están representados todos los Estados miembros, como en el Comité de apelación convocado este jueves para intentar destrabar la votación a puerta cerrada. Países como Alemania o Francia, que habían manifestado abiertamente sus reservas desde la primera votación, se han abstenido por segunda vez, igual que Italia, mientras que España ha votado nuevamente a favor de la prolongación.
Sabedora de las críticas, Bruselas subraya que la prolongación no será total: para empezar, anuncia, se prohibirá su uso como desecante antes de la cosecha. Además, se destacará la necesidad de aplicar “ciertas medidas” para proteger a los organismos no objetivo del herbicida, como el requisito de que los Estados miembros deberán prestar una “atención particular a aspectos específicos” a la hora de realizar análisis de riesgo (como la protección de mamíferos herbívoros pequeños como el ratón de campo y plantas no objetivo como las flores silvestres) o de implementar medidas de mitigación de riesgo, señala.
La Comisión ha recordado también que los Estados miembros pueden actuar de manera más estricta, ya que son los responsables de autorizar en su territorio los productos de protección de plantas (PPPs) que contienen glifosato, por lo que “seguirán pudiendo restringir su uso a nivel nacional y regional si lo consideran necesario”. Es lo que hace por ejemplo ya Francia, donde el uso del glifosato se ha reducido en un 27% desde que se implementaron prohibiciones como su utilización por parte de particulares, señala la Agencia France Presse. Pero a París no le parece suficiente y había pedido más restricciones a nivel europeo, así como un periodo de prolongación menor. En un comunicado, el Ministerio de Agricultura galo ha dicho “lamentar” que Bruselas haya hecho oídos sordos a sus demandas.
Una queja que comparten las múltiples organizaciones de la sociedad civil que, ya en vísperas de la votación de este jueves habían vuelto a pedir a la Comisión que reconsiderara la prolongación del glifosato.
“Es un dosier que acumula escándalo tras escándalo, desde estudios de la industria que, según los científicos, no son 100% fiables, a las reglas de la Comisión para la autorización de pesticidas que, también según los científicos, no tienen en cuenta todo el daño medioambiental y para la salud humana porque no tienen en cuenta la toxicidad a largo plazo”, resume Eva Corral, responsable de la campaña contra el glifosato de Greenpeace. Aunque saluda las nuevas medidas de restricción, advierte de que estas “no pueden garantizar una protección adecuada” de un producto que podría seguir siendo utilizado aún otra década. “Hablamos de 10 años más de efectos tóxicos para el medio ambiente y la salud humana”, subraya.
Bruselas insiste en que su decisión está “basada en amplias evaluaciones de seguridad” realizadas por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) y la Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA). “Hemos analizado masivos estudios científicos y llegamos a la conclusión de proponer renovar el glifosato”, aseveró este jueves un portavoz comunitario. La Comisión, que afirma además que el plazo de diez años es “equilibrado” (el máximo son 15), asegura que se han analizado más de 16.000 estudios publicados sobre el tema. Pero no es tanto la cantidad como la cantidad, replican las ONG.
El debate sobre la seguridad del glifosato viene de largo. En 2015, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de la Organización Mundial de la Salud clasificó esta sustancia como “probablemente cancerígena para los humanos”, categoría en la que también se incluye a las carnes rojas. Pero el año pasado, el comité de evaluación de riesgos de la agencia europea ECHA rechazó cambiar la clasificación actual del glifosato, que se considera causante de “daño ocular” y “tóxico para la vida acuática”, pero no cancerígeno, al considerar que ese extremo “no está justificado”.
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