_
_
_
_

Los hermanos Vonnegut y las nubes

Transformar el clima alterando el equilibrio interno de las nubes no es asunto de novelas de ciencia-ficción, tal y como demostró el departamento de Investigación de la General Electric a mediados de los años cuarenta

Montero Glez
Un avión vuela hacia el aeropuerto internacional de O'Hare bajo un mar de nubes, en Chicago.
Un avión vuela hacia el aeropuerto internacional de O'Hare bajo un mar de nubes, en Chicago.Charles Rex Arbogast

El 13 de noviembre de 1946, el científico atmosférico Vincent Schaefer subió a un avión Fairchild con el objetivo de atravesar una nube que se extendía sobre Greylock, Massachusetts. Una vez dentro de la nube, el piloto Curtis Talbot puso en funcionamiento el dispensador del avión, arrojando mas de un kilo de partículas de hielo seco.

Más información
En busca de Marcel Proust

Fue entonces, según contó Schaefer, cuando se vieron “largas serpentinas de nieve cayendo desde la base de la nube”. Con tal experimento se puso en marcha el proyecto Cirrus, inaugurado meses después, en febrero de 1947, cuyo propósito sería el de transformar el tiempo climático.

El jefe del laboratorio que llevó a cabo el proyecto era el científico Irving Langmuir, (1881-1957) premio Nobel de química en 1932 que, por aquel entonces, trabajaba para la General Electric. Entre sus colaboradores se encontraban los hermanos Vonnegut. El mayor, Bernard, era científico, mientras el pequeño, Kurt, tenía aficiones literarias y trabajaba como periodista interno dentro de la compañía, es decir, un relaciones públicas encargado de la propaganda de la Casa de la Magia, sobrenombre con el que se conocía al departamento de Investigación de la General Electric.

Con el resultado de la descarga de hielo seco sobre la nube de Greylock, el mayor de los Vonnegut pensó que, si los cristales de hielo seco (dióxido de carbono congelado) alteraban el equilibrio interno de las nubes, activando la formación de nieve, también deberían funcionar otras sustancias con una forma similar a la de dichos cristales. Después de estudiar la estructura cristalina de miles de sustancias, dio con la clave. Se trataba del yoduro de plata; el mismo compuesto químico que se usaba en el revelado de fotografía y también como antiséptico para desinfectar heridas.

Para el yoduro de plata no hacía falta aparato alguno. Tan solo había que situarse bajo la nube y provocar humo con el yoduro para que la nube descargara

La diferencia entre el yoduro y el hielo era significativa, ya que, si para utilizar el hielo seco se necesitaba un avión, para el yoduro de plata no hacía falta aparato alguno. Tan solo había que situarse bajo la nube y provocar humo con el yoduro para que la nube descargara.

De todas estas cosas tomaba nota el Vonnegut más joven, a sabiendas de que algún día las iba a utilizar en sus ficciones. Así surgió la novela Cuna de gato, donde Kurt Vonnegut nos cuenta la disparatada historia de Felix Hoenikker, un científico cuya invención del Hielo-9 puede acabar con la vida en la Tierra, debido a la glaciación de los océanos del mundo, aunque, en realidad, la historia que cuenta Kurt Vonnegut tiene su arranque mucho más atrás, de cuando el escritor H. G Wells visitó la compañía a principios de los años treinta, buscando inspiración para un relato. Pero como no la encontró, Vonnegut se puso a escribirla tiempo después, una vez fuera de la compañía.

Los hermanos Vonnegut salieron de General Electric en 1952, cuando el proyecto Cirrus se quedó sin fondos

Hay que apuntar que los hermanos Vonnegut salieron de General Electric en 1952, cuando el proyecto Cirrus se quedó sin fondos. Esta apasionante historia, donde literatura y ciencia se cruzan con el disparate, la podemos leer en uno de los libros más jugosos publicados este año. Se trata de Los hermanos Vonnegut, de Ginger Strand, editado en castellano por Es Pop Ediciones.

Un libro de cerca de 400 páginas que nos lleva al encuentro de un joven Kurt Vonnegut escribiendo por las noches sus relatos, mientras su hermano sueña con controlar el clima para así ayudar a los granjeros y convertir los desiertos en vergeles. Sin embargo, el sueño utópico se vería ensombrecido por la pesadilla de que sus invenciones podrían ser utilizadas con fines negativos para la humanidad.

Se trata de una jugosa biografía que penetra en las grandes cuestiones morales con las que Bernard se tuvo que enfrentar, mientras su hermano Kurt las iba poniendo sobre el papel, demostrando lo que ya hemos apuntado muchas veces, que la imaginación siempre es más grande que la realidad entera.

El hacha de piedra es una sección donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad científica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.

Puedes seguir a MATERIA en Facebook, Twitter e Instagram, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Sobre la firma

Montero Glez
Periodista y escritor. Entre sus novelas destacan títulos como 'Sed de champán', 'Pólvora negra' o 'Carne de sirena'.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_