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El ARN más antiguo de un mamut, rescatado de una cría que murió acosada por leones de las cavernas hace 40.000 años

Los científicos han conseguido obtenerlo, contra todo pronóstico, abriendo un nuevo campo hacia la desextinción de especies

La cría de mamut conocida como Yuka, muerta hace unos 40.000 años.Foto: VALERI PLOTNIKOV
Nuño Domínguez

Cada año, cuando llega el deshielo en Siberia, grupos de exploradores se lanzan a la busca del mamut. Los colmillos y otros huesos de estos paquidermos extintos afloran a la superficie con tanta frecuencia que los autóctonos los usan para sostener sus tiendas de campaña o los venden en el mercado negro. En el mejor de los casos, los que encuentran algunos de estos cadáveres son científicos, lo que permite conseguir descubrimientos extraordinarios sobre la fauna desaparecida de la Edad del Hielo.

Este viernes, un equipo de investigadores anuncia un hallazgo que parecía imposible: el rescate del ARN más antiguo que se haya obtenido jamás. Lo han aislado del cuerpo de Yuka, una cría de mamut que murió acosada por leones de las cavernas hace unos 40.000 años. Los vídeos grabados por los propios científicos muestran la piel cubierta de pelaje pelirrojo de estos animales asombrosamente conservada, como si hubiesen muerto antes de ayer.

Hasta ahora se pensaba que el ARN, una molécula biológica esencial para la vida, es demasiado frágil para resistir el paso del tiempo tras la muerte. Su descubrimiento en un mamut eleva a un nuevo nivel el conocimiento de cómo funcionaba el organismo de estos animales, y posiblemente pueda ayudar a desextinguir algunos de sus rasgos, reconocen los autores del estudio.

“Aislar ARN nos permite conocer mucho mejor cómo era su biología cuando estaban vivos”, resume Emilio Mármol, primer autor del estudio. La snuevas herramientas de análisis molecular permiten recuperar mucha más información biológica. Hasta ahora se había conseguido extraer ADN de mamuts de más de un millón de años. En ocasiones los restos están tan bien preservados en la tierra helada que conservan su estructura tridimensional original. Y hace apenas un mes, miembros de este mismo equipo consiguieron rescatar el ADN no solo del mamut, sino de las bacterias que vivían en su tracto intestinal.

Cada célula del cuerpo tiene una copia completa del genoma, hecho de ADN, pero solo con esa información es imposible saber si se trata de una célula de la piel, del corazón o del cerebro. Para ello hay que conocer qué genes están activos, cuánto y dónde, y esa información es la que aporta el ARN.

La molécula se ha aislado del músculo del animal. Esto permite saber qué genes estaban funcionando en el momento de su muerte. “Vemos que se trata de tejido muscular normal, pero también hay ARN asociado al estrés”, detalla Mármol, paleogenetista malagueño de 35 años que trabaja en la Universidad de Copenhague, en Dinamarca. El hallazgo encaja con lo que hace años ya propusieron los científicos que encontraron los restos de Yuka en la región rusa de Yukagir: a este animal lo estaban acechando depredadores, probablemente leones de las cavernas. La investigación se publica este viernes en la revista científica Cell.

El hallazgo abre un nuevo campo. Hasta ahora apenas se había conseguido extraer ARN de restos antiguos. En 2019 se consiguió asilar de un cánido extraído del permafrost que vivió hace 14.000 años. El trabajo lo dirigía Tom Gilbert, actual jefe de Mármol. La molécula apareció en restos del hígado, músculo y piel, pero estaba muy deteriorada. “Fue la prueba de concepto que necesitábamos para lanzarnos a trabajar en esto”, recuerda Mármol. En esta ocasión, han analizado tejido de 10 mamuts y conseguido ARN de tres de ellos. El ARN tampoco está totalmente conservado, pero en el caso de Yuka se trata de las secuencias más completas y reveladoras obtenidas hasta la fecha. Este estudio ha hecho posible, por ejemplo, determinar que este mamut era un macho joven, y no una hembra, como se pensaba a partir del estudio de su ADN.

El genetista sueco Love Dalén es otro de los autores destacados del estudio. En los últimos años, su equipo ha conseguido extraer ADN de restos de mamut de hace más de un millón de años. “Los resultados demuestran que las moléculas de ARN pueden sobrevivir mucho más tiempo del que se creía”, destaca el científico en una nota de prensa difundida por la Universidad de Estocolmo. “Esto significa que no solo podremos estudiar qué genes estaban activos en diferentes animales extintos, sino que también sería posible secuenciar virus de ARN, como los de la gripe o los coronavirus, conservados en restos de la Edad de Hielo”, detalla.

Dalén también es asesor de Colossal, la empresa estadounidense que aspira a “desextinguir” el mamut usando como plantilla al elefante asiático. Mármol reconoce que la empresa se ha interesado por las herramientas que han usado para extraer el ARN de los restos. Este avance les puede permitir conocer mejor la biología del mamut, en especial una visión más completa de los procesos moleculares más allá del ADN, señala.

Pero el investigador español es “escéptico” sobre los objetivos de Colossal. “No creo que se puedan reintroducir poblaciones de estos animales y que sean sostenibles en el tiempo. El entorno en el que vivieron estos animales de la Edad de Hielo, las estepas del mamut, ya no existen, pues ahora son mucho más templadas. Además, no creo que sea posible desextinguir ninguna especie, solo traer de vuelta ciertos caracteres internos y externos”, añade. Mármol apunta que recuperar al tigre de Tasmania, un cánido que se extinguió en los años treinta del pasado siglo, sí es más factible dado que su hábitat sigue intacto. En 2023, su equipo consiguió extraer y analizar ARN de tigres de Tasmania de 130 años que estaban disecados y expuestos en un museo.

Nicolás Rascován, experto en ADN antiguo del Instituto Pasteur, en Francia, destaca: “Es un logro haber recuperado este tipo de información, porque el ARN es extremadamente inestable y no se suele conservar tanto en el tiempo”. El científico, que no ha participado en el estudio, destaca además que “el ARN, sobre todo el ARN mensajero, abre la puerta no solamente a conocer la información genética de un organismo, sino también a saber cómo la lee, cómo la expresa y qué es lo que puede hacer”, razona. Una de las cosas que ya serían posibles es comparar estos procesos en el mamut y en los elefantes actuales, detalla. El trabajo tiene la limitación de que solo se ha estudiado tejido muscular, y el ARN es una molécula muy específica de cada órgano, con lo que no se pueden extrapolar los hallazgos, concluye.

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Sobre la firma

Nuño Domínguez
Nuño Domínguez es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo Científico por la Universidad de Boston (EE UU). Antes de EL PAÍS trabajó en medios como Público, El Mundo, La Voz de Galicia o la Agencia Efe.
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