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El promotor del centro internacional de investigación en neurociencia de España dimite por la falta de ambición del proyecto

El investigador Juan Lerma deja la dirección por discrepancias con el CSIC y algunos referentes internacionales que habían decidido incorporarse ya no lo harán “por la deriva del proyecto”

El neurocientífico Juan Lerma, en Madrid en 2020.
El neurocientífico Juan Lerma, en Madrid en 2020.VICTOR SAINZ

El hasta ahora director del Cajal International Neuroscience Center (CINC), Juan Lerma, ha presentado su dimisión por discrepancias con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) sobre el rumbo de un centro de investigación que nació con el objetivo de ser un referente mundial en la investigación en neurociencia.

Respaldado por la presidencia anterior del CSIC, el CINC dio sus primeros pasos en 2019 y se proyectó su instalación en las instalaciones del CSIC en el campus de la Universidad de Alcalá de Henares, a 40 kilómetros de Madrid. Allí se creó en 2021 el Centro de Investigación Interdisciplinar de Alcalá (CI2A), una infraestructura de 38.000 metros cuadrados de espacios de investigación que, además de acoger al CINC, estará integrado por el Instituto Cajal (IC), el Instituto de Química Orgánica General (IQOG) y el Instituto de Química Médica (IQM) una vez que estos institutos del CSIC se instalen de forma permanente en el campus de la Universidad de Alcalá de Henares. Según la institución, en este proyecto se han invertido más de 50 millones de euros, provenientes del CSIC, del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) o los fondos de recuperación y resiliencia de la Comisión Europea.

Lerma cuenta que este centro se planteó como “un modelo diferente del tradicional del CSIC”. En su web aún se puede leer que aunque el CINC nace como un centro del CSIC, debería avanzar hacia un modelo autónomo de gestión y organización, con un modelo que facilitase la atracción de fondos privados y de talento internacional con sueldos acordes. También se plantea que el personal no se base en el funcionariado porque “la renovación continua de personal e ideas es esencial”.

Esta reclamación, histórica entre los científicos españoles, señala la diferencia entre ese modelo funcionarial del CSIC y el de otros centros especialmente competitivos como, por ejemplo, el Centro de Regulación Genómica de Barcelona. Allí, los jefes de grupo junior no pueden tener contratos indefinidos y se realizan evaluaciones cada cinco años. Después, hay una evaluación externa que permite seguir un máximo de cuatro años más. Tras ese periodo, deben irse. Se asegura así la renovación de ideas necesaria en un centro de excelencia mundial. Otro modelo que los impulsores planteaban como referente es el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).

Lerma asegura que, tras el cambio de presidencia del CSIC, en julio de 2022, “se dio un giro conceptual al proyecto inicial”, y se impulsó el CI2A, que no tendrá las características adecuadas para atraer los fondos y el talento necesarios para ser un centro de excelencia internacional. El CI2A, que en un principio se creó como una herramienta administrativa, se convirtió en la institución que tenía la última palabra sobre planes de investigación o compra de equipamiento de los centros que están bajo su paraguas, entre ellos el CINC. Rosario Moratalla, directora del CI2A, es también directora del Instituto Cajal, uno de los centros que estarán alojados en Alcalá.

Según un portavoz del CSIC, el proyecto del CI2A, “es un proyecto viable y de excelencia, que establece sinergias con el resto de elementos de la institución” y que “es el modelo por el que se apuesta”. Sobre la dimisión de Lerma, simplemente dicen que respetan “una decisión personal”. El CSIC tampoco quiere valorar la decisión de otros investigadores, algunos muy destacados, que querían incorporarse al CINC con el modelo anterior.

Uno de esos investigadores es Luis de Lecea, catedrático de la Universidad Stanford (EE UU) y referente en el estudio de los mecanismos que regulan el sueño. “Juan me contactó con la idea de crear algo nuevo, más acorde con lo que hay aquí en California y en otros lugares del mundo, un centro de excelencia”, recuerda. “Pero con la deriva del proyecto, es algo que no me interesa de ninguna manera, no hay forma de recuperar la idea inicial”, remacha.

Diego López-Nicola, profesor en la Universidad de Southampton (Reino Unido) también pensaba regresar a España atraído por la ambición del proyecto liderado por Lerma, pero ya no va a hacerlo. “En España ya hay suficientes centros de investigación en neurociencia que han alcanzado un nivel de excelencia acorde al modelo del CSIC, pero para ir más allá se quería que tuviese un formato parecido al del CNIO, con flexibilidad en la gestión de fondos y permitiendo reclutar a investigadores de forma no permanente. Eso habría dado la posibilidad al CINC de equipararse a centros de investigación en el extranjero”, apunta. “No tiene sentido crear otro centro de neurociencia con el modelo del Instituto de Neurociencias de Alicante o el Instituto Cajal, desde el punto de vista científico es una oportunidad histórica perdida para España”, añade.

Desde el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, se explica que el CSIC cuenta con “una renovada estrategia en neurociencias diseñada desde la excelencia y la fortaleza en la gobernanza”, pero no dan detalles sobre por qué se descarta el modelo deseado por Lerma para el CINC. La ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, comparecerá mañana en el Congreso de los Diputados para explicar la gestión de la crisis desatada por el cambio de dirección en el CNIO, una institución que se presentaba como modelo para el Cajal International Neuroscience Center.

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