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Europa estrena el cohete Ariane 6 para lograr independencia en el espacio

La Agencia Espacial Europea intenta el primer vuelo del mayor y más potente artefacto desarrollado en el continente

Ariane 6, en la plataforma de lanzamiento del Puerto Espacial Europeo de Kourou (Guayana Francesa)
El Ariane 6, en la plataforma de lanzamiento del Puerto Espacial Europeo de Kourou (Guayana Francesa), el 20 de junio.ESA - L. Bourgeon
Nuño Domínguez

El mayor cohete desarrollado en Europa, un coloso tan alto como un edificio de 18 plantas y más de 500 toneladas de peso, está listo para despegar este martes desde el puerto espacial europeo de la Guayana Francesa. El Ariane 6 es un nuevo ingenio tecnológico, científico y también geoestratégico, pues gracias a él los países europeos esperan ganar un acceso independiente al espacio, sin necesidad de recurrir a otras potencias aliadas o a empresas privadas para lanzar sus satélites. Si todo sale bien, el artefacto despegará este martes a partir de las 21 horas, hora peninsular española, tras un retraso. La ventana de lanzamiento se cerrará cinco horas después.

“Todas las pruebas realizadas hasta el momento nos dicen que nuestro bebé, Ariane 6, funciona a la perfección”, dijo la española Lucía Linares, jefa de estrategia de transportes de la Agencia Espacial Europea (ESA), durante una rueda de prensa. El vuelo inaugural puede ser la dulce culminación de un proyecto que llega con años de retrasos e importantes sobrecostes en el presupuesto total, de casi 4.000 millones de euros.

En las mentes de muchos de los cientos de ingenieros que han participado en el desarrollo del Ariane 6 hay una imagen terrorífica. El 4 de junio de 1996, el primer Ariane 5 despegó en su vuelo inaugural desde este mismo puerto espacial de Kourou. Cuando solo habían pasado 37 segundos después del despegue, el enorme cohete viró de forma repentina y voló por los aires, lo que echó a perder una constelación de satélites europeos. Las imágenes de televisión mostraron un silencio sepulcral en la sala de control, mientras en las playas de Guayana decenas de personas miraban atónitas cómo los fragmentos de fuselaje caían hacia la jungla en todas direcciones, y dejaban larguísimas estelas de humo en el cielo. Fueron los fuegos artificiales más caros de la historia de Europa, según tituló el diario francés Libération. Todo se debió a un error de programa informático.

Varios operarios analizan la carga del primer Ariane 6, entre los que hay dos satélites españoles, antes de introducirlos en la cofia del cohete.
Varios operarios analizan la carga del primer Ariane 6, entre los que hay dos satélites españoles, antes de introducirlos en la cofia del cohete.ESA

A pesar del accidente inaugural, el Ariane 5 sobrevivió para despegar 117 veces, la última en julio del año pasado, con una hoja de servicio casi impoluta. Europa pretende ahora replicar el éxito con alguna vuelta de tuerca, incluida una reducción de los costes de producción y una mayor sostenibilidad sobre su antecesor. Aunque la idea es que el Ariane 6 sea un cohete comercial que puedan contratar empresas privadas, su razón de ser es otra, según recordó Linares. “En primer lugar, hemos desarrollado este cohete [...] para lanzar misiones institucionales europeas. La razón principal es el acceso independiente al espacio para las misiones de la ESA, la Unión Europea y sus estados miembros”, destacó.

Apuesta polémica

Este enfoque no está exento de polémica, ya que el proyecto ha recibido cientos de millones de euros adicionales en subsidios para poder hacerlo posible. Uno de los abanderados de estas críticas es el magnate Elon Musk, dueño de la empresa SpaceX, a la que la ESA ha tenido que recurrir en el pasado para lanzar misiones porque el Ariane 6 no estaba aún listo. Musk asegura que ningún cohete que no sea reutilizable, como los son los suyos, podrá tener alguna posibilidad en el mercado.

Sin embargo, independientemente de lo que suceda este martes, los primeros 30 vuelos de Ariane 6 y su versión más pesada, el Ariane 64, están ya vendidos. Entre los clientes hay muchas misiones públicas, pero también 18 lanzamientos que ha comprado el magnate de Amazon, Jeff Bezos, para poner en órbita su nuevo sistema de internet desde el espacio, llamado Kuiper, según explicó Caroline Arnoux, vicepresidenta de Arianespace, la empresa que comercializa los vuelos del nuevo cohete europeo.

El objetivo del vuelo inaugural es alcanzar una órbita circular a 580 kilómetros de altura sobre la Tierra. El ascenso se hará con una inclinación de 62 grados, algo poco habitual, pero necesario para que el artefacto sea visible en todo momento desde las estaciones de seguimiento repartidas por cuatro continentes, según explicó Michel Bonnet, jefe del Ariane 6 en la ESA. El artefacto lleva a bordo varios satélites y cápsulas que se liberarán una vez alcanzada la órbita final, incluidos dos pequeños artefactos desarrollados en España, uno de ellos por estudiantes de la Universidad Politécnica de Cataluña.

“Tenemos una primera fase, lo que llamamos vuelo comercial, en la que lanzaremos los cubesats [satélites pequeños]”, ha explicado Bonnet. “Después seguiremos con una parte de demostración donde verificaremos el comportamiento de la etapa superior”, ha añadido. También van a bordo dos cápsulas de reentrada en la atmósfera, que caerán al océano Pacífico y que no serán recuperadas debido a lo caro que sería, pues caerán cerca del polo de inaccesibilidad, o punto Nemo, el lugar más alejado de cualquier costa.

El Ariane 6 no es reutilizable, pero su etapa superior tiene por primera vez la capacidad de encender sus propulsores varias veces. Esto permitirá desplegar constelaciones de satélites en el espacio y después reentrar en la atmósfera y caer a la Tierra para no contribuir a la creciente masa de chatarra espacial que orbita el planeta.

La ESA quiere reducir drásticamente sus emisiones de gases de efecto invernadero, para lo que también está desarrollando una planta de fabricación de hidrógeno por electrólisis en su puerto espacial de Kourou que servirá de combustible a futuros cohetes. En su configuración actual, el Ariane 62, tiene dos propulsores de combustible sólido que se desprenden unos dos minutos después del despegue. Hay una versión futura más potente, el Ariane 64, con cuatro propulsores. Después hay una etapa principal y superior que consumen oxígeno e hidrógeno líquidos almacenados a 180 y 250 grados bajo cero, respectivamente. Es esta última parte del cohete la que ensayará varios encendidos y apagados de prueba durante el vuelo de este martes, que tiene una duración total de casi tres horas.

Si todo sale bien, la ESA espera lanzar otro Ariane en diciembre de este año e ir aumentando la cantidad de lanzamientos hasta llegar a la decena anual. En su construcción participan 13 países, incluida España. Francia lidera la contribución con un 55,6% del total; mientras España participa en un 4,7%.

La principal carencia de este gran cohete europeo es que solo está cualificado para lanzar satélites y misiones robóticas de exploración espacial. En teoría podría adaptarse para poder llevar astronautas a la Estación Espacial Internacional, pues tiene potencia suficiente para ello, aunque antes debería pasar todas las pruebas de cualificación, algo que tal vez no sea razonable dado que este laboratorio orbital está cerca de agotar su vida y ser enterrada en el océano. La gran carencia europea sigue siendo no poder enviar astronautas al espacio, sobre todo a la Luna y más allá, para lo que sigue dependiendo totalmente de sus aliados. Hasta el estallido de la Guerra de Ucrania, en febrero de 2022, los europeos viajaban al espacio en naves rusas Soyuz, diseñadas en los años 60, y extremadamente fiables aún en la actualidad. Tras las sanciones y ruptura de relaciones con Rusia, la única opción actual es viajar de la mano de los Estadounidenses o de una empresa privada: la Space X de Elon Musk.

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Sobre la firma

Nuño Domínguez
Nuño Domínguez es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo Científico por la Universidad de Boston (EE UU). Antes de EL PAÍS trabajó en medios como Público, El Mundo, La Voz de Galicia o la Agencia Efe.
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