El cohete ‘Miura 1’, listo para despegar y abrir la primera puerta española al espacio
El artefacto de la empresa PLD Space supera las últimas pruebas y espera un inminente lanzamiento esta semana si el tiempo lo permite
Todo listo para que España tenga una de las exclusivas llaves del espacio de la mano de una empresa privada, PLD Space. El éxito de las últimas pruebas de ignición y empuje de los motores de su cohete Miura 1, completadas a mediados de mayo, permiten plantear el salto al espacio, solo pendiente de las condiciones atmosféricas oportunas, perturbadas las últimas dos semanas por la inestabilidad en el litoral de Huelva, desde donde se realizará el lanzamiento. “Solo tenerlo en la rampa es ya un éxito. Pero que se aleje y que tengamos la posibilidad de usar esa tecnología otra vez será clave”, explica Ezequiel Sánchez, presidente ejecutivo de la compañía, quien recuerda un dicho aeronáutico: “Si no vuelas, mientes”.
Para dejar el club de las promesas de vuelo y pasar al exclusivo grupo de países que pueden llevar un artefacto al espacio (Estados Unidos, Rusia, China, Japón, Francia, Italia, India, Corea del Sur y Nueva Zelanda), PLD Space tiene previsto lanzar el demostrador Miura 1, un cohete de 12 metros de largo por 70 centímetros de diámetro que servirá para analizar todos los datos y sistemas de vuelo que se incorporarán a su gemelo Miura 5, que ya tendrá 34,4 metros de longitud y capacidad comercial para llevar cargas de hasta 540 kilogramos a la órbita terrestre.
Un ensayo estático previo al lanzamiento, conocido como hot test, ha comprobado el perfecto funcionamiento de los sistemas del cohete (arranque, temperatura y presión) sin abandonar la plataforma. La prueba ha consistido en mantener el motor del Miura 1 encendido a pleno rendimiento durante cinco segundos.
“El objetivo es conseguir el vuelo ascendente y llegar al máximo apogeo, que en este caso es de 80 kilómetros”, resume Sánchez. De esta forma, este primer viaje será suborbital, ya que el alcance de la trayectoria será inferior al necesario para poner un cuerpo en órbita, que se sitúa a unos 100 kilómetros, pero suficiente para abandonar la atmósfera terrestre y llegar al espacio.
Durante los 12 minutos de vuelo del lanzador, que incorpora dos experimentos propios y 100 kilos de material del Centro Alemán de Tecnología Espacial Aplicada y Microgravedad (instituto ZARM de la Universidad de Bremen), se comprobará el funcionamiento de todos los sistemas y, a partir de los datos de telemetría, se analizarán las posibles mejoras a aplicar en el Miura 5, que será en un 70% similar a la primera aeronave.
La explosión el pasado 20 de abril en pleno vuelo del Starship —el cohete más potente de la historia que lanzó Space X, la compañía de Elon Musk, tras una inversión que multiplica por más de 50 la efectuada por PLD Space— no amedrenta a los ingenieros españoles. Al contrario. Un eventual fallo del demostrador les servirá para evitar errores en el modelo definitivo, con el que siguen comprometidos para tenerlo listo en 2025.
“El Miura 1 es un demostrador tecnológico para aplicar toda la tecnología y la información en el próximo desarrollo. Es como si, en Fórmula 1, en lugar de llegar directamente y montar una escudería, empiezas en Fórmula 3, que te permite acceder con menos coste y de una forma más rápida a esas capacidades”, asegura el presidente de la compañía.
Sánchez afirma que ya cuentan con la masa crítica de personal (140 trabajadores), la financiación de esta primera fase (50 millones de euros) y compromisos económicos para llegar al modelo final. De hecho, ya están ampliando las instalaciones para pasar del demostrador, que se puede considerar un laboratorio, a una escala superior.
El primer Miura 5, el modelo con el que entrarán en el mercado del transporte espacial, costará unos 60 millones y Sánchez calcula que necesitan llegar a 160 millones para alcanzar el punto de equilibrio. A partir de ahí, con los desarrollos tecnológicos aprendidos, el objetivo es programar 14 lanzamientos anuales a un coste medio para PLD Space por debajo de los cinco millones cada uno con los que rentabilizar la empresa en un mercado emergente.
Se espera que más de 2.500 satélites inferiores a los 500 kilogramos se lancen cada año de media durante la próxima década. En la actualidad estas operaciones son caras y lentas. “Los satélites pequeños pueden viajar en grandes lanzaderas, pero esto plantea problemas, como el largo tiempo que transcurre hasta su puesta en órbita, ya que hay que reservar plaza con mucha antelación y esperar a que la lanzadera se dirija al sitio exacto en el que se quiere colocar los satélites. Las empresas propietarias de estos satélites necesitan acceder al espacio de forma personalizada”, explicaba a la revista Horizon Xavier Llairó, cofundador de Pangea Aerospace en Barcelona.
Raúl Verdú, cofundador de PLD Space en 2011, cuando solo contaba con 22 años, explicó durante la presentación del lanzador en Huelva el pasado mes de marzo que el 77% de los satélites son de menos de media tonelada y en ese mercado esperan alcanzar una facturación de hasta 150 millones de euros anuales. “Podemos reducir costes y acelerar la entrega de lanzadores”, afirmó el ingeniero. Las opciones europeas de acceso al espacio ahora son muy limitadas, entre cero y dos lanzamientos, algo totalmente insólito para Europa y para este sector”, añadió entonces Ezequiel Sánchez.
El Miura 1, listo ya en las instalaciones del Centro de Experimentación del Arenosillo (Cedea), una pequeña porción de litoral onubense entre los enclaves costeros de Matalascañas y Mazagón, ya superó la prueba más crítica: un análisis exhaustivo de todos los sistemas durante 122 segundos, equivalentes al tiempo que el motor permanecerá encendido el día de su lanzamiento. Durante este examen, realizado en Teruel el pasado septiembre, no se registraron fallos en los subsistemas fundamentales, pero sí se observó que era posible introducir mejoras.
A partir de esos datos, se ha sustituido el acero del modelo inicial por aluminio utilizado en misiles, y se han incluido las aletas, aerofrenos y paracaídas del sistema de recuperación, ya que la unidad (al igual que los futuros lanzadores) volverá a una zona marítima de seguridad para ser reutilizada. También la zona de carga se ha dotado con la infraestructura mecánica, eléctrica y electrónica necesaria para llevar los dispositivos de los clientes.
Hace dos semanas se volvió a realizar una prueba de ignición con el cohete sin la bahía de carga, la parte superior destinada al transporte de mercancías, según refleja el vídeo que acompaña esta información. Durante este ensayo estático no se detectaron fallos significativos. “Podríamos haberla dado por válida, pero hubo una observación que nos hizo repetir la prueba para ver la capacidad de empuje nominal”, explica Ezequiel Sánchez. El segundo ensayo fue perfecto.
“Es un hito técnico, científico, humano y estratégico. El reto ha sido diseñar la nave desde cero. Hasta los tornillos. Todas las pruebas se han superado y el Miura 1 está preparado para volar”, afirma Raúl Torres, el otro cofundador de la empresa, junto a Verdú, y también director de lanzamiento.
Salga como salga la prueba de vuelo, el proyecto continúa. “El Miura 1 es un demostrador tecnológico. Lo lanzamos para conseguir la información y seguir avanzando hacia el Miura 5. Ahí tenemos el foco. Y en la financiación necesaria para poder desarrollar las inversiones y continuar”, concluye Sánchez.
Torres, que también es director general de la compañía, insiste en este aspecto: “El objetivo es recabar el mayor volumen de datos posible para seguir validando el diseño, la tecnología y los procesos que, posteriormente, se transferirán e integrarán en el Miura 5″.
PLD Space ha contado con un 30% de financiación pública y asegura tener en cartera media docena de contratos con las principales agencias espaciales del mundo. “Todos consumimos industria espacial. El espacio será el próximo internet por su impacto global”, argumenta Verdú.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, afirmó durante la presentación del lanzador en Huelva que el sector aeroespacial español en su conjunto supone un impacto económico de más de 130.000 millones, un 1,2% del PIB nacional, un 5% del industrial y, según dijo, “una potencia capaz de traducirse en 655.000 empleos directos e indirectos”.
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