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“Más importante que suspender las patentes es saber si habrá vacunas suficientes”

El virólogo Adolfo García-Sastre participa en el desarrollo de una vacuna barata y fácil de fabricar incluso en países en desarrollo

Nuño Domínguez
Adolfo Garcia-Sastre, virólogo del Hospital Monte Sinai de Nueva York.
Adolfo Garcia-Sastre, virólogo del Hospital Monte Sinai de Nueva York.Claudia Paul

El virólogo Adolfo García-Sastre parece hablar desde el futuro anhelado por todos. “El lunes [por el 10 de mayo] vacunan a Diego, mi hijo, que tiene 20 años. Mi hija Pilar, de 22, ya está totalmente vacunada. Y mi mujer y yo, también”. Es una prueba de lo rápido que avanza la vacunación en EE UU, donde trabaja García-Sastre como investigador de la Escuela de Medicina del Hospital Monte Sinai, en Nueva York. El equipo de este burgalés de 56 años espera visitar España en julio, cuando cree que el país ya estará volviendo a la normalidad. “La vacunación avanza muy rápido si hay dosis suficientes”, resalta.

El equipo de García-Sastre ha ideado una nueva vacuna que puede ser la primera que permita que casi cualquier país pueda fabricar sus propias inyecciones sin tener que pagar patentes a nadie. Se trata de la vacuna HexaPro, cuyo pilar fundamental se asienta en un hecho evidente: en este planeta hay unos 66.000 millones de pollos, más de seis por cada persona.

Los pollos también enferman por infecciones virales muy contagiosas que se pueden tratar con vacunas. La HexaPro es un híbrido novedoso. Por un lado lleva la secuencia de ARN (las instrucciones para fabricar) de la proteína S del coronavirus, la que el patógeno usa para entrar en nuestras células y comenzar el proceso explosivo de multiplicación que puede hacernos enfermar y morir. Esa proteína S está mejorada respecto a las vacunas actuales, pues es más estable y por tanto debería generar una respuesta inmune más potente. Pero lo más importante es el vehículo que lleva la proteína hasta su destino: una vacuna para pollos contra la enfermedad de Newcastle, que puede causar terribles epidemias en granjas.

Tailandia acaba de comenzar la primera fase de pruebas en humanos con esta vacuna y se espera que pronto se unan México, Brasil y Vietnam. En todos los casos, serán esos propios países los que fabriquen las vacunas usando sus propias instalaciones, pues esta vacuna se produce exactamente como las de la gripe estacional: usando huevos de ave como biorreactores. Es una tecnología barata y accesible a casi todos.

En esta entrevista, realizada por videollamada, García-Sastre repasa las amenazas que aún existen antes de que acabe la pandemia y las que vendrán en un mundo postpandémico. También hace hincapié en la necesidad de estar mejor preparados para la próxima peste, sobre todo para responder mundialmente, y no país por país, como ha sucedido hasta ahora.

Pregunta. ¿Cuándo volverá la vida anterior a la pandemia?

Respuesta. En España la normalidad tardará entre dos y cuatro meses, yo creo. Todo depende de cuánta gente esté vacunada. Llega el verano, el número de contagios será menor y cada vez hay más vacunados. Y tampoco es probable que haya muchos casos en invierno. En Navidades ya llevaremos meses sin muchos contagios. En España se ha parado el incremento de contagios sin que haya habido cuarta ola. Se van a levantar las restricciones. Si eso no da lugar a un nuevo ascenso de contagios, se seguirán relajando las medidas hacia la normalidad.

P. ¿Cuándo se podrá dar este virus por olvidado? ¿El mundo desarrollado va a ser una burbuja mientras otras regiones siguen con situaciones horrorosas como la India?

R. Se va a tardar aún tiempo en volver a una normalidad a nivel global. Vamos a seguir asustados por posibles nuevas variantes y a estar muy pendientes de qué ocurre en países como la India, donde hay muchas infecciones. Por desgracia va a haber países que lleguen a la normalidad no a través de la vacunación, sino por infección. Esto supone la pérdida de muchísimas vidas. El reto será salvar el mayor número de personas con la vacuna en esos lugares.

“En España la normalidad tardará entre dos y cuatro meses”

P. ¿Cuánto dura la inmunidad natural al virus y la que aporta la vacuna, hay una respuesta algo más precisa que al comienzo de la pandemia?

R. Aún no hay una respuesta adecuada. Sabemos que después de seis meses de la vacunación sigue habiendo bastante protección. Es cierto que los anticuerpos capaces de neutralizar al virus bajan tiempo después de la vacunación, por lo que algunas empresas ya han dicho que probablemente hará falta una revacunación. Pero esta pregunta es ya secundaria, postpandémica. No necesitaremos revacunar para acabar con la pandemia. Es cierto que ya pasada la pandemia será necesario revacunar para mitigar el número de casos que queden, porque está claro que el virus no va a desaparecer. Va a causar problemas, aunque no tantos como ahora. Habrá hospitalizaciones por infección y ahí posiblemente necesitemos la revacunación.

P. Desde hace ocho meses las nuevas variantes del coronavirus han centrado mucho la atención por su potencial de escapar a las vacunas y recrudecer la pandemia. Echando la vista atrás ¿ha habido más preocupación de la que debería?

R. Con cada variante hay que atender a tres cosas: que sea más contagiosa, más letal y que pueda hacer enfermar a personas vacunadas. Esas tres características pueden ir juntas o separadas. En transmisibilidad, está claro que la cepa inglesa es más transmisible, porque en todos los sitios donde ha entrado ha desplazado a las variantes previas y se ha vuelto dominante. Al entrar puede aumentar el nivel de contagio. Se debe a una mutación que tiene en el aminoácido 501. Esta mutación aumenta la capacidad de unión al receptor [a las células humanas]. Las cepas de Sudáfrica y Brasil también tienen este cambio, por lo que probablemente sean más transmisibles. Lo curioso es que estas dos cepas no entran en sitios donde la variante inglesa ya es dominante. Es fácil pensar que estas tres variantes son igual de contagiosas. La primera que llega, domina y si llega otra después ya no puede.

“Aún no sabemos cuánto dura la inmunidad al coronavirus”

P. ¿Y alguna es realmente más letal?

R. No está muy claro. Se pensó en principio que la inglesa es casi un 60% más letal pero luego ha habido nuevos estudios que lo han cuestionado. Yo creo que no se ve realmente un incremento destacado de letalidad y además es muy difícil determinarlo, pues depende de muchas variables, sobre todo de la vacunación.

P. ¿Y la capacidad para escapar de las vacunas o del propio sistema inmune del paciente no vacunado?

R. La cepa inglesa no evade inmunidad. Todos los estudios indican que es tan neutralizable como las cepas anteriores. Alguna de las nuevas variantes sí tienen mutaciones adicionales que les permiten escapar de algunos anticuerpos generados por la vacuna o por infección. Pero no elimina la protección por completo. Con las cepas brasileña o sudafricana la eficacia de la vacuna baja del 95% al 75%. Es una bajada que no evita que las vacunas puedan acabar con la pandemia. Eso sí, permite que el virus siga evolucionando y que dentro de dos o tres años llegue un virus capaz de infectar mucho mejor. En ese momento habrá bajado el nivel de anticuerpos de mucha gente y podemos ver rebrotes, igual que ocurre en años malos de gripe. Ya no serán pandémicos. Habrá que ver entonces si se puede acabar con ellos con revacunación con las vacunas actuales u otras hechas a medida de la nueva cepa. Será ya un problema epidémico. No habrá crisis sanitarias.

“No creo que la variante inglesa sea más letal”

P. ¿La variante india le parece preocupante?

R. Sabemos muy poco. Hay estudios que dicen que disminuye mucho la neutralización y otros lo contrario. Es una variante muy variable, hay al menos tres subvariantes y no sabemos cuál va a ser la que domine.

P. ¿Veremos crisis tan graves como la de la India en otros países en desarrollo?

R. Lo que vemos en India hubiese ocurrido igual si no hubiese esta variante. Se aliviaron las restricciones en un momento en el que aún no había mucha gente vacunada. Con o sin variantes, ha sido afectada más tarde que otros sitios. Quizás hicieron algo bien al principio y ahora ya no lo hacen, lo mismo que pasó en España o Italia. La cuestión es por qué no ha pasado antes. ¿Qué se hacía mal en España, en Inglaterra, en Alemania, y ahora en India? No es que se haga nada mal. Es que sin medidas muy restrictivas desde el principio es muy difícil parar a este virus.

P. ¿Qué opina de la campaña internacional para suspender las patentes de las vacunas? ¿Ayudará a que haya más inyecciones en países en desarrollo?

R. Lo más importante es saber si habrá más dosis disponibles. Hay que empezar a montar las fábricas de cero para poderlas hacer localmente y eso lleva tiempo. Lo clave es saber si esto es mejor que simplemente fabricar muchas más dosis como se ha hecho hasta ahora pero a un precio mucho más barato. Hay que hacer un análisis logístico de qué es más eficiente.

P. ¿Suspender las patentes daña la innovación?

R. Sí, pero estamos en una emergencia mundial. La estrategia que se ha usado hasta ahora, por ejemplo a través de fundaciones como la Bill y Melinda Gates, es conseguir acuerdos con empresas para después venderlas a precio de coste. Si se liberalizan completamente las patentes, va a haber polémica ¿Por qué la vacuna tiene que ser gratis en un país como Alemania, que sí puede pagar por la vacuna? El debate es quién puede fabricar la vacuna si no hay patente ¿cualquier país, solo los más pobres? Pero esto es un debate económico. Más importante que esto es saber si habrá más vacunas o no si se suspenden las patentes.

P. Pfizer va a ganar 23.000 millones de dólares este año gracias a la vacuna. Menos del 1% de sus inyecciones han llegado a países pobres ¿Qué opina?

R. Es cierto que se podía haber negociado de antemano hacer fábricas en otros puntos del mundo con la tecnología ya transferida, de forma que se pudieran haber hecho muchas más dosis. Pero para eso hace falta cooperación internacional entre gobiernos y farmacéuticas. Y eso es muy complicado, por desgracia. La cooperación entre gobiernos ha sido un desastre. Es complejísimo conseguir un acuerdo internacional para montar factorías incluso antes de saber los resultados de los ensayos clínicos y dónde ponerlas, con la logística que eso demanda en un mundo organizado tal y como está, con países en estado de guerra o casi. Esto no sucede solo con la pandemia. Pasa lo mismo con el cambio climático, con el uso de recursos. Es un problema que debemos afrontar, pero hemos mirado para otro lado y dejamos siempre la solución para las generaciones que vienen.

“La cooperación entre gobiernos en la pandemia ha sido un desastre”

P. ¿Necesitamos más tipos de vacunas o con las que hay basta?

R. La cuestión no es si saldremos de la pandemia con las que hay, sino cuándo lo haremos. Ahora mismo tenemos lo necesario para salir, pero con más vacunas, acabaremos antes.

P. ¿Cuándo esperan que su vacuna pueda empezar a usarse?

R. Si todo va bien y pasa todos los ensayos clínicos, antes de final de año.

P. ¿Tendría patente?

R. Depende del tipo de colaboraciones y acuerdos en cada caso. En estos países colaboramos con una asociación llamada Path [una ONG dedicada a promover la salud pública en el mundo]. La idea es que hagan la vacuna por su cuenta y la usen por su cuenta. En lugares más desarrollados tal vez tenga un precio, aunque en los países ricos ya llegamos tarde. Estas vacunas son muy baratas de producir, mucho más que las basadas en adenovirus o en ARN [las que se usan actualmente]. Como no sabemos qué va a pasar en el futuro, tener este tipo de vacuna puede ayudar a la revacunación o incluso a responder ante otro nuevo virus potencialmente pandémico.

P. ¿Y respecto a los tratamientos? ¿Habrá alguno realmente eficaz?

R. Es cierto que sigue habiendo enfermedad y seguirá existiendo. También hay personas inmunodeprimidas a las que no les funciona la vacuna. A ellas deberíamos poder tratarlas. Se está trabajando en ello. Los tratamientos más prometedores son los que se administran por vía oral. Ya están en fase tres de ensayos clínicos. Los dos principales son los inhibidores de polimerasas de Merck o el inhibidor de proteasas de Roche. Yo tengo más relación con la plitidepsina, que no es oral. Pero es muy interesante porque puede funcionar en personas de alto riesgo y podría sobre todo ser de amplio espectro, es decir, evitar infecciones de varios virus. Al final lo que buscamos es una combinación de tratamientos.

P. ¿Qué lección hay que sacar de esta pandemia y de cómo se ha gestionado?

R. Que deberíamos estar mejor preparados como planeta. Contra enemigos como este debemos pensar globalmente y no como países individuales. Es un problema de muy difícil solución. La única entidad global que existe es la Organización Mundial de la Salud, pero esta no puede hacer frente a algo como esto por su propia estructura. Necesitamos otro tipo de cooperación internacional.

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Sobre la firma

Nuño Domínguez
Nuño Domínguez es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo Científico por la Universidad de Boston (EE UU). Antes de EL PAÍS trabajó en medios como Público, El Mundo, La Voz de Galicia o la Agencia Efe.

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