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Nelly y Erik, las inquietantes mutaciones del coronavirus que amenazan con empeorar la pandemia

Tres nuevas variantes del virus podrían ser más contagiosas y capaces de reinfectar gracias a una combinación similar de alteraciones en su genoma

Entierro en un cementerio de Manaos (Brasil) de una mujer de 73 años fallecida por covid, el 17 de enero.
Entierro en un cementerio de Manaos (Brasil) de una mujer de 73 años fallecida por covid, el 17 de enero.BRUNO KELLY (Reuters)
Manuel Ansede

Los científicos que vigilan la evolución del nuevo coronavirus están inquietos. Tras la aparición a finales de año de dos variantes aparentemente más contagiosas, detectadas en Reino Unido y Sudáfrica, un grupo de investigadores publicó el 12 de enero la descripción de una tercera variante sospechosa en Brasil, relativamente similar a las dos anteriores. Los autores sugieren una posibilidad preocupante: la evolución convergente, el mismo fenómeno que hizo que los murciélagos y las aves desarrollaran alas de manera independiente hace millones de años. El coronavirus también podría estar mutando en diferentes lugares del mundo hacia una misma dirección: versiones más transmisibles e incluso capaces de reinfectar a algunas personas que ya han tenido la covid, según advierte el equipo que ha alertado de la variante brasileña, encabezado por el epidemiólogo Nuno Faria, del Imperial College de Londres.

La nueva variante, detectada en la ciudad amazónica de Manaos, presenta una combinación singular de mutaciones, pero dos de ellas son viejas conocidas. Algunos genetistas las denominan Nelly y Erik, por similitud con sus nombres técnicos: N501Y y E484K. Nelly y Erik son dos mutaciones que afectan a la espícula del coronavirus, la llave con la que el virus entra en las células humanas. La mutación Nelly está presente en las tres variantes inquietantes y Erik se suma a ella en la sudafricana y la brasileña.

El virólogo Rafael Delgado expresa su “preocupación” ante esta posible evolución convergente, con combinaciones de mutaciones que quizá se repiten porque suponen una ventaja para el virus. Un estudio preliminar del bioquímico estadounidense Jesse Bloom sugirió hace un par de semanas que la mutación E484K multiplica la capacidad del coronavirus para escapar de los anticuerpos del plasma sanguíneo de algunos donantes que ya han superado la covid. Y otra investigación publicada este martes sostiene que “la mayoría” de las personas que ya han pasado una infección natural por el nuevo coronavirus podrían reinfectarse con la variante sudafricana. El trabajo, todavía un borrador pendiente de revisión, está firmado por la viróloga Penny Moore, del Instituto Nacional de Enfermedades Contagiosas de Sudáfrica.

El epidemiólogo Nuno Faria, del Imperial College de Londres, con una colega en Brasil.
El epidemiólogo Nuno Faria, del Imperial College de Londres, con una colega en Brasil.Universidad de Oxford

La variante británica —con Nelly pero sin Erik— emergió aparentemente en el Reino Unido en septiembre y ya se ha registrado en 40 países. Las autoridades británicas calculan que es entre un 30% y un 50% más transmisible. En España se identificó por primera vez en plenas navidades, en el Hospital 12 de Octubre de Madrid. “Nosotros estamos detectando ahora mismo entre un 2% y un 3% [de variantes británicas respecto al total]. El porcentaje es pequeño, de momento, pero ha ido en aumento claramente”, explica Rafael Delgado, jefe del Servicio de Microbiología del 12 de Octubre. En Dinamarca, la variante británica representaba el 2,4% de las muestras analizadas hace dos semanas y ya llega al 7%.

La variante británica no produce una enfermedad más grave, pero sí es más contagiosa según todos los indicios, así que el resultado final sería un mayor número de muertos en cualquier caso. “Te llena antes los hospitales. Y, por lo tanto, es un peligro, sobre todo en la situación en la que estamos ahora, que ya de por sí es mala. Es preocupante”, opina el biólogo Iñaki Comas, codirector del consorcio que secuencia los genomas del coronavirus en España. Comas calcula que la variante británica solo alcanza una frecuencia de entre el 1% y el 5% en todo el territorio español, por el momento.

“La variante británica te llena antes los hospitales. Y, por lo tanto, es un peligro”, alerta el biólogo Iñaki Comas

La variante sudafricana ya se ha registrado en 13 países, entre ellos Francia y Alemania. La brasileña solo se ha identificado en Brasil, Japón y Corea del Sur. Ninguna de estas dos versiones del virus se ha detectado todavía en España. “La actual ola en España no se debe a ninguna de esas variantes, sino a las que ya teníamos”, subraya Comas. Puede ser cuestión de tiempo. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) calculan que la variante británica será la dominante en EE UU en marzo.

Algunos especialistas, como el estadounidense Trevor Bedford, creen que estas nuevas variantes han surgido en personas con una infección crónica, un proceso en el que las defensas luchan contra el coronavirus durante meses, hasta que aparece un mutante que invade mejor las células humanas y consigue escapar. Bedford, del Centro de Investigación Fred Hutchinson, se apoya en el caso de un hombre de 45 años que, por un problema en su sistema inmune, estuvo ingresado con covid durante cinco meses en el Hospital Brigham and Women’s, en Boston (EE UU). Los médicos que lo trataron relataron “una evolución acelerada del virus” hasta que el paciente acabó muriendo. Entre las mutaciones detectadas figuraban Nelly y Erik.

Es muy raro que una única mutación cambie el rumbo de un virus, pero hay precedentes. Un solo cambio en el virus del chikunguña hizo que el patógeno fuese capaz de infectar a una nueva especie de mosquito y aumentase así su potencial epidémico, según un estudio de la Universidad de Texas. Lo que más preocupa a los científicos, sin embargo, es el efecto sinérgico de varias mutaciones relevantes. A Rafael Delgado le inquieta sobre todo la coincidencia de Nelly y Erik en las variantes sudafricana y brasileña.

Un estudio preliminar con 20 voluntarios, publicado este martes, también sugiere que los anticuerpos de los vacunados —con dosis de Pfizer o de Moderna— son ligeramente menos efectivos frente a las nuevas variantes con las mutaciones Nelly y Erik. “Es posible que sea necesario actualizar periódicamente las vacunas para evitar una potencial pérdida de eficacia clínica”, concluyen los autores, encabezados por el inmunólogo Michel Nussenzweig, de la Universidad Rockefeller (EE UU). Los investigadores subrayan que el efecto observado es “modesto”.

No se contempla que las vacunas dejen de funcionar de golpe, pero sí que puedan perder eficacia progresivamente y haya que actualizarlas

El genetista Fernando González Candelas, codirector del consorcio español, recuerda la excesiva alarma generada en el último año con otras mutaciones, como la D614G, señalada como posiblemente más contagiosa desde el verano y hoy absolutamente dominante en todo el mundo. González Candelas, catedrático de la Universidad de Valencia, es muy escéptico con la hipótesis de que el coronavirus esté evolucionando en una misma dirección. “Con los virus hay que tener mucho cuidado. Aunque aparezca la misma mutación varias veces no quiere decir que haya una evolución convergente. La probabilidad de que aparezca una misma mutación de forma independiente es muy alta”, argumenta. “Hay demasiada alarma anticipada al respecto”.

González Candelas sí cree que se podrían estar generando las condiciones para que surjan cepas aventajadas del virus. “A medida que va aumentando el número de personas vacunadas o con inmunidad generada por una infección previa, se favorece la infección por aquellos virus que pueden eludir esas defensas inmunológicas”, razona. El comité de emergencias de la Organización Mundial de la Salud afirmó el 15 de enero que el riesgo es “muy alto” e hizo un llamamiento para que los países dediquen más recursos a vigilar las mutaciones del coronavirus. Casi nadie contempla la posibilidad de que las vacunas dejen de funcionar de repente, pero sí se podría ir reduciendo progresivamente su actual 95% de eficacia hasta el punto de tener que actualizarlas, como ocurre todos los años con la vacuna de la gripe.

“El problema es que mucho de lo que sabemos sobre los efectos de las mutaciones procede de experimentos con mutaciones individuales: metes una mutación [en una réplica del virus en el laboratorio] y ves qué pasa. Pero nos falta mucha información experimental sobre cómo interaccionan todas estas mutaciones entre sí: cuál es el impacto de poner juntos a Nelly y a Erik”, explica Iñaki Comas, del Instituto de Biomedicina de Valencia (CSIC).

Comas, no obstante, es optimista. “Probablemente, tanto la variante de Sudáfrica como la de Brasil tienen algún efecto sobre la inmunidad, debido a esa mutación E484K, pero no esperamos que ninguna de estas variantes, tampoco la británica, afecte a las actuales vacunas. La inmunidad que conseguimos con las vacunas es muchísimo mayor que la inmunidad natural tras una infección”, tranquiliza. El propio Jesse Bloom, uno de los científicos que más han estudiado la mutación E484K, ha declarado que confía en que “las actuales vacunas serán útiles durante bastante tiempo”.

“Lo más importante ahora respecto a las vacunas no es preocuparnos por las variantes, sino preocuparnos por la vacunación: que llegue a todas las poblaciones en todas las partes del mundo”, opina Comas. En cuanto a las nuevas variantes, el investigador español recuerda la estrategia básica para frenarlas: “Todavía no se ha inventado una variante que sea capaz de saltarse una mascarilla”.

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Sobre la firma

Manuel Ansede
Manuel Ansede es periodista científico y antes fue médico de animales. Es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Licenciado en Veterinaria en la Universidad Complutense de Madrid, hizo el Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medioambiente y Salud en la Universidad Carlos III

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