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El importante papel de los animales de compañía durante la pandemia

Un estudio basado en 1.300 respuestas revela los beneficios aportados por las mascotas a lo largo del confinamiento

Un perro asomado a un balcón durante el aplauso diario a los sanitarios.
Un perro asomado a un balcón durante el aplauso diario a los sanitarios.EFE

La cuarentena en España estrechó el vínculo entre las personas y sus mascotas. Un estudio reciente publicado en Journal of Veterinary Behaviour y basado en casi 1.300 respuestas a una encuesta al cabo de tres semanas de confinamiento, sugiere que los animales de compañía suponen un beneficio para la salud mental, emocional y física de las personas. Tres de cada cuatro personas entrevistadas contestaron que su mascota (perro o gato) les ayudó a superar el confinamiento. “Sabíamos que los animales eran una fuente de apoyo y salud para las personas, pero nunca lo habíamos medido a una escala como esta. Hemos tenido una situación perfecta para el estudio, toda la población estaba en una misma circunstancia ambiental”, explica Jaume Fatjó, director de la cátedra Fundación Affinity Animales y Salud de la Universidad Autónoma de Barcelona y uno de los autores del trabajo.

De los participantes en el estudio, el 61,2% respondieron sobre perros y el 38,8%, sobre gatos, cifras que coinciden con la presencia de animales en casa. En España, casi la mitad de las familias tienen una mascota: el 67% opta por los caninos y el restante, por gatos, según FEDIA (la Industria Europea de Alimentos para mascotas). La mayoría de las respuestas delatan una mejora en la relación con el animal. “Si ya tenían una buena conexión, se ha reforzado más. El vínculo emocional se ha estrechado”, añade Fatjó. En el trabajo se destaca que la interacción con las mascotas ha aumentado, así como las caricias, los juegos y los besos. Además, el coste que puede suponer tener una mascota ha disminuido durante este periodo.

Cada vez tenemos más evidencias que los animales son un capital. Tienen una forma distinta de entender el mundo y relacionarse. Debemos hacer un esfuerzo para comprender y hacer que su calidad de vida sea mejor
Jaume Fatjó, autor del estudio

Aunque todo que los animales pasaron de quedarse solos cinco horas por día a tener atención las 24 horas, no ha sido todo tan sencillo. El 37% de las personas dice que sus perros mostraron dificultad para sobrellevar la cuarentena, algo que se ve menos en los gatos cuyo dato, según el autor, es casi irrelevante. Una de las principales razones de esta tensión es la reducción del tiempo de paseo. En el estudio, se observa que, antes del confinamiento, tan solo un 7,9% paseaban a su perro menos de media hora al día, mientras que durante el periodo de altas restricciones, se alcanzó hasta un 49,7%. La otra punta del gráfico indica que el 29,2 % de los perros salían unas dos horas antes de la era de la covid-19 y que, durante las tres primeras semanas de encierro, apenas se llega al 2,5%. “Estos datos son los más relevantes en cuanto a los perros. Es cierto que están menos tiempo solos, pero han perdido calidad de vida por otro lado. Esto puede justificar porque los hayan visto más nerviosos, ladrando más y llamando más la atención”, justifica el experto.

El misterio de los felinos

Pero la preocupación principal del equipo de Fatjó son los gatos: “¿No sufrieron tanto o bien la persona simplemente no se dio cuenta?”. Según explica el autor del estudio, existen dos perfiles de gatos, los que comunican su descontento y los pasivos. “Aunque establecen vínculos intensos, a todos los gatos les gusta regularlos, decidir con quién quieren contacto, cuándo y durante cuánto tiempo. Para nosotros el confinamiento ha sido un punto educativo muy importante. Te hace tomar perspectiva. Vas a mirar de otra manera tu relación con el gato. Muchas veces lo tenemos en casa y no nos preocupamos. Pero, ¿tiene suficiente?”, cuestiona el investigador.

Frente a todo esto, Fatjó insiste en que se ha visto, una vez más, que los animales estaban ahí y cumpliendo, pero que las personas tenían una asignatura pendiente: entenderlos mejor. “Cada vez tenemos más evidencias de que los animales son un capital. Tienen una forma distinta de entender el mundo y relacionarse. Debemos hacer un esfuerzo para comprender y hacer que su calidad de vida sea mejor”, propone.

Susana García Pérez De Ayala, acreditada en medicina felina por la Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales (AVEPA) y coordinadora del Hospital Veterinario Moncan en Madrid, tiene un discurso en la misma línea. “Que digan que el gato lo ha pasado mejor, nos muestra que no saben lo que sienten, que desconocen el comportamiento felino. Estoy convencida de que lo han pasado peor”, asevera. Durante el confinamiento, las personas utilizaron a los perros para tomar el aire y se volcaron más hacia sus mascotas para colmar un vacío. “Ahora nos toca hacer el esfuerzo, sacar a los perros, observar a los gatos y prestarles más atención”, sugiere. A la experta le parece fundamental un punto que resalta el estudio: el cambio de humor de las personas afecta mucho a las mascotas. “Realmente les hacemos sufrir”, concluye.

Las limitaciones

Este estudio se centró en las primeras tres semanas del confinamiento. Lo que ocurrió después y a lo largo de la totalidad del encierro de la población española, no se sabe. Una gran parte de la población [62%] asegura que tuvo un impacto en su calidad de vida, en su estilo y en su salud. La preocupación económica, en ese momento, no era tan alta. “Supongo que todavía no había afectado a las personas, no habían empezado a tener problemas ni a necesitar cobrarlo todo. Si repitiésemos el estudio ahora, creo que el equilibro de impactos sería distinto”, especula Fatjó.

Otra de las limitaciones del estudio es que el 90,5% de los participantes a la encuesta fueron mujeres. ¿Los datos hubiesen sido iguales con una mayoría de hombres? García Perez-D’Ayala cree que sí, pero le hubiese gustado más presencia de hombres en el estudio. Fatjó, por su parte, piensa que es posible que altere un poco los resultados, pero confirma que el género no supone una diferencia enorme en cómo una persona se relaciona con el animal. “Es una limitación, sí, pero digamos que desde el punto de vista de las medidas de impacto y las relaciones que hemos querido establecer, no hemos visto nada muy importante”, concluye.

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