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La “trampa ecológica” del confinamiento para muchos animales

Expertos del CSIC advierten sobre la anómala presencia de algunas especies en espacios urbanos. WWF y SEO Birdlife creen que esta adaptación será temporal y tendrá un impacto limitado

Jabalíes fotografiados en un barrio de Ajaccio, capital de Córcega (Francia). En vídeo, un jabalí en el centro de Madrid, ciervos en las calles de París y un mono en un hotel tailandés.Foto: AFP | AGENCIAS-EPV | Vídeo: PASCAL POCHARD-CASABIANCA
Cristian Segura

El ulular del cárabo común en varios municipios del Maresme, en la primera línea de costa de la provincia de Barcelona, ha llamado la atención de Oriol Lapiedra durante estas semanas de reclusión. Este biólogo del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) asegura que es inusual que esta rapaz nocturna abandone los bosques de Collserola o de la Sierra del Litoral para anidar en núcleos urbanos. El confinamiento de la ciudadanía ante la epidemia del coronavirus ha derivado en una inaudita tranquilidad para el mundo animal. Pero esta paz no durará siempre, avisa Lapiedra, y el riesgo para estos cárabos es que se acostumbren a un entorno que volverá a ser una amenaza para ellos.

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How Spain’s coronavirus lockdown could be endangering wildlife

El CREAF, instituto de la Universidad Autónoma de Barcelona adscrito al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), advierte de que la reducción de la presencia de personas en espacios abiertos será para “muchos animales” una trampa ecológica, “una falsa percepción de que las ciudades son lugares adecuados para vivir”. Que la pandemia de la covid-19 haya coincidido con la época de reproducción de muchas especies, agravaría los posibles efectos negativos, según el CREAF. “Si, por ejemplo, los pájaros aprovechan el bajo nivel de perturbaciones humanas para criar en zonas donde antes no lo hacían, la reproducción podría fracasar una vez la actividad recupere cierta normalidad”. Otro potencial problema, escribe el CREAF, lo sufrirán los insectos efemerópteros, que confunden el asfalto con la superficie del agua para poner allí sus huevos. Con el retorno del tráfico rodado, sus poblaciones pueden verse diezmadas.

Lapiedra indica otro peligro vinculado al asfalto: este conserva bien el calor, por lo que las serpientes, que son de sangre fría, pueden aprovechar la actual reducción del tráfico para aventurarse con demasiada confianza en carreteras secundarias que, al reemprenderse la circulación, ocasionen un aumento de los atropellos. La trampa ecológica también podría darse en el mundo rural, valora este investigador del CREAF, con mamíferos “tremendamente flexibles” como el lobo, que se atreve a acercarse a zonas urbanas. “Si volvemos a salir de nuestras casas en el momento del nacimiento de las camadas, puede que haya más encuentros y una mayor conflictividad”. Lapiedra subraya que hasta que no finalice el periodo de cuarentena y los científicos no puedan volver a trabajar sobre el terreno, no se sabrá con exactitud qué está sucediendo.

Mayor riesgo en aeropuertos

Carme Rosell es directora de Minuartia, una consultoría especializada en gestión de biodiversidad urbana y en la contención de conflictos con la fauna. Uno de sus trabajos es la prevención de accidentes en infraestructuras de transporte. Rosell confirma que en aeródromos como El Prat (Barcelona) han tenido que intensificar los trabajos para ahuyentar a pájaros como gaviotas o cormoranes. “Están percibiendo que los aeropuertos ahora son ámbitos seguros para ellos. Y en el caso de El Prat, hay canales y pantanos con abundante pesca. Esto abre la puerta a problemas cuando se reactive la movilidad, tanto para la seguridad de los aviones como para las aves”. Rosell corrobora que igualmente se está detectando una mayor aclimatación de los jabalíes en áreas residenciales, lo que podría desembocar en futuros atropellos en carreteras.

Servicio control de aves en el aeropuerto de El Prat (Barcelona) mediante un halcón adiestrado.
Servicio control de aves en el aeropuerto de El Prat (Barcelona) mediante un halcón adiestrado.aeropuerto J. Tarradellas El Prat

Organizaciones ecologistas como la Sociedad Española de Ornitología (SEO Birdlife) y WWF destacan que la reducción de la presencia humana no será lo suficientemente larga como para que suponga una alteración para la fauna. “Es una situación muy circunstancial y se retornará a la normalidad. Los animales volverán a esconderse”, dice Luis Suárez, coordinador de conservación de WWF España. Suárez concede que puede haber animales pequeños, como el conejo, que realicen una rápida expansión de su territorio coincidiendo con el periodo de cría, y que esto desemboque en un incremento de atropellos. “Habrá que esperar a un ciclo reproductivo completo, hasta junio o julio, para conocer los efectos del confinamiento en la fauna”, concluye Suárez.

Beatriz Sánchez, responsable del programa de biodiversidad urbana de SEO Birdlife, remarca que los cambios en el ecosistema requieren muchos años. “Incluso si las restricciones se prolongaran dos años, es poco tiempo para que cambien los hábitos de las aves”. Sánchez añade que pueden haber afectaciones en pájaros que hayan optado por criar en espacios en los que ahora tienen una tranquilidad esporádica, “pero serían hechos puntuales”. “Es probable que los cambios sean efímeros y la mayoría de sus consecuencias desaparezcan cuando la actividad humana vuelva a niveles similares previos a la crisis”, apunta el mismo comunicado del CREAF.

“En biología es muy difícil hablar de absolutos. Que sea una trampa ecológica dependerá de cada especie y del tiempo de reducción de la actividad humana”, opina José Ignacio Aguirre, investigador del Grupo de Seguimiento de Biodiversidad de la Universidad Complutense de Madrid. Este equipo lleva más de dos décadas analizando la adaptación de la naturaleza a las ciudades y a su perímetro. Aguirre resalta que hay que esperar a poder comparar los datos de la situación presente con los del pasado, pero duda de que se produzcan impactos negativos. “Las especies son muy dinámicas, se adaptan rápidamente, y más si se trata de unos pocos meses. Cuando vuelvan los humanos, se replegaran. Pero mientras el confinamiento esté sincronizado con su ciclo biológico, la reproducción será más elevada”.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario Avui en Berlín y posteriormente en Pekín. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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