Guillermo Ramírez: “Chile ya experimentó con soluciones novedosas. Ahora quiere volver a la experiencia, racionalidad y moderación”
El diputado y presidente de la UDI, de la derecha tradicional, marca diferencias con las otras derechas que han surgido en Chile, que les quieren empujar, dice, hacia la falta de diálogo y la polarización

El diputado Guillermo Ramírez lleva ocho meses como presidente de la Unión Demócrata Independiente (UDI), de la derecha tradicional, intentando darle un sello dialogante a un partido clave de la oposición al Gobierno de Gabriel Boric. Rechaza caer a la “tentación” de plegarse a la lógica de “los duros e intransigentes” del ala más extrema de su sector, representada en el Partido Republicano, de José Antonio Kast, y el Partido Nacional Libertario, de Johannes Kaiser. En un año electoral, con presidenciales y parlamentarias en noviembre, la relación de las fracciones resulta especialmente sensible. Evelyn Matthei, la candidata presidencial de la coalición del líder de la UDI, Chile Vamos, lidera los sondeos, pero en las últimas semanas ha visto estancado su liderazgo.
La entrevista realizada este viernes en la sede de la UDI, en la comuna de Providencia, ocurre en una semana en que Chile Vamos sufrió un golpe en la elección presidencial del Senado debido a un quiebre del sector. Por un acuerdo del bloque opositor suscrito en 2022, tocaba que el presidente fuese el senador Felipe Kast, de Evópoli, de la derecha liberal. Sin embargo, el senador José Manuel Ossandón, de Renovación Nacional, RN, negoció los votos con la izquierda y algunos diputados díscolos de la derecha, los que finalmente le dieron el triunfo. Lo ocurrido, según algunos, puso en cuestión la capacidad de gobernabilidad de Chile Vamos, aunque Ramírez lo refuta.
Pregunta. ¿Qué diferencia a Chile Vamos de la derecha de Kast y la de Kaiser?
Respuesta. Hay un fenómeno en el mundo, en la derecha y en la izquierda, de la aparición de ciertos grupos que intentan adueñarse de las ideas del sector. Para demostrar su compromiso, transmiten que transar, pactar o conversar es una especie de debilidad, incluso de traición. Lo vimos con el Frente Amplio en Chile.
P. ¿En qué sentido?
R. El diálogo político en Chile fue destruido con la aparición del Frente Amplio. Lo que había caracterizado la época de la Concertación, cuando habían dos bloques, uno de centroizquierda, otro de centroderecha, capaces de resolver problemas a través de acuerdos, murió con el Frente Amplio, que acusó a la izquierda tradicional de transar, pactar y traicionar las ideas. Y el fenómeno de ciertas derechas en el mundo es exactamente lo mismo. La tentación en la que no debemos caer es lo que sí hizo el Partido Socialista chileno, el PPD –de la izquierda moderada– de plegarse a esa lógica de duros y de intransigentes. Mientras el Partido Socialista y el PPD en Chile le negaron la sal y el agua al presidente Sebastián Piñera (2018-2022), y estuvieron dispuestos incluso a destituirlo, nosotros hemos intentado mantener la racionalidad, la conversación, defender nuestras ideas, pero entendiendo que en política, para avanzar, muchas veces hay que atreverse a conversar.
P. ¿Qué opinión tiene de la transición y aquella época de acuerdos?
R. Fue una gran demostración de lo que funciona en política y permite generar progreso para los países: había dos bloques con ideas claras, pero cuando había que resolver un problema, eran capaces de sentarse a conversar y a analizarlo hasta encontrar una solución que fuera aceptable para ambas partes. Hoy en día en nuestro propio sector se reivindica mucho que aquella fue una época virtuosa. Sin embargo, no muchos están dispuestos a hacer algo para volver a la lógica de los acuerdos. Y eso es una contradicción, porque cuando estos dirigentes tienen que tener la valentía de sentarse a conversar para resolver los problemas, finalmente se acobardan por las críticas que puedan recibir.
P. ¿A quién se refiere?
R. Me refiero al Partido Republicano y a algunos sectores de Chile Vamos.
P. Por lo que ha dicho, usted apuesta por diferenciarse de las otras dos derechas que han surgido.
R. La UDI siempre fue percibido como un partido nítido en la defensa de sus ideas, pero siempre, cuando había que llegar a acuerdos con el Gobierno en materias sensibles para Chile, lo hizo. Lo que yo estoy tratando de hacer, como presidente de la UDI, es mantener esa línea en un momento en que se nos tironea hacia el no-díálogo y la polarización.
P. Sin embargo, Chile Vamos ha sido insistente en que las derechas actúen unidas.
R. Si estoy dispuesto a conversar con los dirigentes de centroizquierda, que tienen ideas distintas a las mías, con mayor razón voy a estar dispuesto a conversar con aquellos que tienen ideas parecidas a las mías. Chile está en un mal momento y las discusiones que hay sobre la mesa son poco sofisticadas. Estamos hablando, básicamente, de controlar la delincuencia y de volver a crecer. Y en esas materias tan elementales y básicas es más fácil generar grandes mayorías. No tenemos, en esas dos materias, grandes diferencias ni con los que están a nuestra derecha ni con los que están en el centro.
P. ¿Y cuáles son las diferencias que sí hay con los sectores de más hacia la derecha, el Partido Republicano y los libertarios?
R. Es, básicamente, una diferencia de estilo. Nosotros queremos construir mayorías, resolver problemas. No queremos polarizar, queremos volver a la racionalidad. Queremos recoger el llamado que hacen los chilenos de que seamos capaces de resolver los problemas a través de acuerdos.
P. Dice que la gente quiere consensos, pero al mismo tiempo la ciudadanía apoya apuestas como la de Kaiser, que va al alza, al menos de acuerdo a los sondeos. ¿Por qué?
R. Las personas están decepcionadas porque sienten que la institucionalidad no está funcionando, que no resuelve los problemas y, entonces, se sienten atraídos hacia un discurso anti-institucional, anti-establishment, que es lo que tiene, por ejemplo, Kaiser. Pero la verdad, y esta es la contradicción, lo que las personas quieren no es derrumbar las instituciones, sino que funcionen. Y lo que nosotros tenemos que ofrecer es volver a la lógica de un Estado que pone en el centro a las personas, que resuelve los problemas y que no se enfrasca en discusiones políticas que a veces son irrelevantes y que casi siempre son incomprensibles para la ciudadanía.
P. ¿Son diferentes Kast y Kaiser?
R. Para mí, sí. Kast es una persona que ha forjado a su liderazgo a fuego lento, que ha demostrado que está dentro de la institucionalidad habiendo formado un partido político, que –en mi opinión– ha hecho un trabajo más serio en la elaboración de propuestas. Kaiser solo se limita en criticar y, por lo mismo, siempre he pensado que al final de esta carrera, si llegan los tres candidatos a primera vuelta, el orden será Matthei, Kast, Kaiser.

P. ¿Está inflado el fenómeno Kaiser?
R. Absolutamente.
P. En las presidenciales, ¿está cerrada ya la posibilidad de una primaria de la oposición?
R. Los plazos no se acaban hasta que se acaban, el 27 de abril. Y, por lo tanto, vamos a insistir hasta el final. Y no se trata de un capricho. Hay varias razones. Primero: nuestro sector nunca en la historia de Chile ha tenido la Presidencia de la República con mayoría parlamentaria y, como hoy tenemos esa oportunidad, debemos actuar con responsabilidad. Y la segunda es que, sobre todo en materia económica y delincuencia, estamos en un momento en que esto se puede revertir en un Gobierno. Pero si volvemos a perder, el círculo vicioso del endeudamiento, del pago de intereses y la situación económica del país se puede volver tan difícil de manejar que un solo Gobierno no será capaz de resolverlo. Lo mismo con la instalación en Chile de grupos de crimen organizado y narcotráfico.
P. ¿La derecha puede ofrecer gobernabilidad al país luego de lo que pasó esta semana en el Senado?
R. Es una campanada alerta, pero no una muestra de la incapacidad de ofrecer gobernabilidad. Lo digo porque una primavera no hace verano y en los últimos años hemos visto a un Chile Vamos muy unido. Hace 15 años atrás, la UDI y RN en la coalición Alianza por Chile eran como un matrimonio malavenido que no se separaba solo porque los hijos no se lo perdonarían, que en este caso eran los electores. Pero desde la creación de Chile Vamos hemos tenido una relación muy cordial, un nivel de coordinación eficaz y hemos logrado plantarnos de manera conjunta frente a la izquierda. Y hoy día, y desde hace meses, Chile Vamos tiene una candidata única a la que está apoyando con lealtad, cosa que no puede exhibir ningún otro sector político.
P. Pero reconocerá que lo del Senado fue un episodio que genera daño.
R. Veníamos en una gran racha de buen ambiente al interior de Chile Vamos en que estamos trabajando conjuntamente de manera muy armónica. Y estas cosas dejan heridos, porque los políticos somos seres humanos. Y, por lo tanto, las confianzas pueden quedar dañadas, el ambiente puede quedar enrarecido. Pueden surgir desconfianzas que habíamos logrado vencer. En ese sentido, por supuesto que esto nos hace daño.
P. ¿No será una muestra de lo que pueda ocurrir en un eventual Gobierno de Matthei?
R. Creo que no. Lo que ocurrió en el Senado nos recuerda episodios del pasado y nos ayuda a tomar los resguardos para que no se vuelvan a repetir. Pero este es un punto negro en una historia reciente, y larga, de una coalición que funciona bien. Y, por lo mismo, no minimizo el hecho, pero tampoco lo sobre interpretaría.
P. ¿Cómo está Chile?
R. Chile fue un país que, durante 30 años, entre 1990 y 2010, creció de manera brutal, sacando a millones de personas de la pobreza. Pasamos de problemas de país pobre a problemas más complejos, propios de países más ricos. Pero en algún minuto, por muchas razones, el país se estancó. Creo que, sin ser la única razón, una de las más importantes fue la reforma tributaria de Michelle Bachelet en 2014, que coincide con el término de estos 30 años de prosperidad económica. Y creo que eso generó una frustración muy grande en mucha gente. Las reformas políticas que se hicieron en la época, que generaron la fragmentación que tenemos hoy, nos ha generado mucho daño, porque el Congreso hoy día es ineficaz. La aparición del Frente Amplio, además, destruyó el diálogo, al menos en sus inicios. Hubo un cóctel de cosas que hizo que este ambiente de progreso que existía en Chile se apagara. Hoy día tenemos el desafío de corregir esos problemas.
P. ¿Cómo?
R. Para volver a progresar necesitamos hacer reformas al sistema político, bajar impuestos, modernizar el Estado, mejorar sustancialmente la educación, tomarnos en serio la capacitación para mejorar el capital humano adulto de los actuales trabajadores. Creo que nos quedamos atrás en materias de innovación. No estamos discutiendo acerca de tecnología. Hay ciertos temas como salud o sala cuna universal que están absolutamente entrampados por razones ideológicas absurdas. Si resolvemos estos problemas, Chile puede despegar nuevamente y volver a tener el ambiente de progreso que en algún momento se percibió.
P. Usted, como opositor, ¿qué valora del Gobierno de Boric?
R. No soy de los que hablan de las volteretas de Boric. Yo prefiero que él se haya dado una voltereta hacia las ideas correctas, a que se obstinara en las ideas incorrectas. Celebro que hayan abandonado, como pretendía la reforma de pensiones, el reparto. Celebro que hayan respaldado a Carabineros, que hayan abandonado esa mirada romántica de la migración ilegal, que el presidente Boric haya empezado a decir que el crecimiento económico es importante. Lo que para algunos son volteretas, para mí son aprendizajes que considero valiosos, porque finalmente generan la unanimidad política en el país de que esas son las cosas que hay que hacer y no las que defendía el presidente Boric en el pasado. Esto significa que en nuestro próximo Gobierno vamos a poder sacar adelante todos estos temas con mucha más facilidad, porque ya hemos vencido las resistencias de los grupos de izquierda frente a estos temas que para nosotros son elementales.
P. ¿Cuál es su balance a un año del fin del Gobierno?
R. Negativo, porque el Gobierno no sabe hacer las cosas y lo que la gente necesita es que le resuelvan los problemas.
P. ¿Y por qué Matthei lo lograría, de llegar a la Presidencia?
R. Chile, en los últimos años, experimentó soluciones novedosas. Eligió a un joven inexperto de un movimiento nuevo como presidente de la República, que es Boric. Decidió apoyar a grupos inorgánicos de extrema izquierda en la primera Convención Constitucional. Decidió irse por un grupo de derecha nuevo y sin experiencia en el segundo proceso constitucional. Y creo que hoy día los chilenos lo que buscan es dejar de experimentar y volver a la experiencia, a la racionalidad, a posiciones que, por muy firmes que sean, porque Evelyn Matthei es una mujer de carácter y muy firme, al mismo tiempo es de planteamientos moderados. Ahí está la fortaleza de Evelyn Matthei. Es una alternativa que está fuera de los experimentos.
P. ¿Por qué cataloga a Matthei de moderada?
R. Porque busca convencer más que vencer.
P. Y en ese sentido, ¿cómo observa la carrera a La Moneda de Carolina Tohá, la exministra del Interior de Boric?
R. La izquierda en Chile ha ganado la gran mayoría de las elecciones. Uno puede pensar que la izquierda está debilitada, que el Gobierno está mal evaluado, pero en cualquier momento se unen, se ponen de pie y ganan la elección. Y, por lo tanto, sin importar quién será finalmente el candidato oficialista, vamos a tener que sudar la gota gorda para poder derrotarlo. La izquierda siempre es un rival formidable en Chile, muy difícil de vencer.
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