Ir al contenido
_
_
_
_
elecciones Chile
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Temporada de candidaturas… presidenciales

La alta presencia de independientes, y de quienes han sido reconocidos en otros ámbitos, como el deporte y la televisión, es un fiel reflejo de la crisis que ha venido experimentado la institucionalidad política

Palacio de La Moneda Chile

Hasta el viernes 28 de marzo, eran alrededor de 140 las personas inscritas en el Servicio Electoral (SERVEL), con miras de alcanzar la cantidad de 35.361 firmas exigidas por la ley para convertirse formalmente en candidaturas presidenciales. Se trata se una cifra inédita en la historia política de nuestro país, pero que evidencia un problema más crónico en torno a lo que viene siendo la figura del presidente de la República. Asimismo, debiese llamar a la reflexión sobre mantener el régimen presidencialista, tal como ha venido siendo concebido desde el retorno de la democracia hasta la actualidad.

Dentro de quienes aspiran a convertirse en candidatos o candidatas presidenciales predominan independientes que no registran trayectoria política. La alta presencia de independientes, y de quienes han sido reconocidos en otros ámbitos, como el deporte y la televisión, es un fiel reflejo de la crisis que ha venido experimentado la institucionalidad política, junto a la severa fragmentación del sistema de partidos. Se parte del supuesto de que no se necesita referente partidario alguno, ni tampoco una gran preparación, para tan alta responsabilidad, como es la de ser —al mismo tiempo— jefe de Estado y de gobierno. También figuran rostros ya conocidos que en elecciones anteriores compitieron por la primera magistratura, habiendo obtenido un exiguo desempeño, como sucedió en 2013 con Tomás Jocelyn-Holt, o bien manteniéndose al nivel de lo testimonial, como ha ocurrido en dos ocasiones con Eduardo Artés.

En ningún caso, el elevado número de personas que consideran poder competir por el sillón de O’Higgins obedece a un problema de tipo procedimental, relacionado a la cantidad de firmas exigidas. Cabe recordar que la actual Constitución (art. 25) exige para ser presidente de la República tener nacionalidad chilena y haber cumplido 35 años de edad. Hasta antes de 2005, la Constitución de 1980 exigía 40 años, pero bajo la Constitución de 1925 la edad mínima era de 30.

Es cierto que los requisitos pueden ser siempre más altos, como el de estar o no en posesión de titulo universitario, considerando que, dentro de quienes en la actualidad figuran en las encuestas, Johannes Kayser no culminó sus estudios superiores, o en el caso de Evelyn Matthei no obtuvo su título de Ingeniera Comercial, del mismo modo como el actual presidente Gabriel Boric no aprobó el examen de grado en la carrera de derecho. Algo similar se podría decir sobre tener o no un proceso judicial pendiente, independiente de si es o no condenado. En 2021, el candidato Franco Parisi desafió a la totalidad del sistema político al encontrase fuera del territorio nacional, debido a una demanda por pensión alimenticia. Pese a ello, su candidatura obtuvo alrededor del 13% ubicándose en el tercer lugar, después de José Antonio Kast y de Gabriel Boric.

Lo cierto es que se ha producido un importante deterioro en la imagen que la ciudadanía tiene de la figura presidencial. Todos los gobiernos que se suceden desde 2006 en adelante, pierden apoyo ciudadano y experimentan tensiones internas, al grado de terminar siendo gobiernos de minoría. El ciclo de gobiernos entre Bachelet y Piñera terminó reflejando problemas de renovación y promoción de nuevos liderazgos. Con la llegada de Gabriel Boric se habría agudizado una crisis ya instalada, respecto a la figura presidencial. De hecho, llega por casualidad, sin contar con la fuerza electoral y el apoyo ciudadano suficiente. Bajo su administración, el presidente Boric ha incurrido en una serie de comportamientos que desprestigian el cargo y afectan a partidos del oficialismo, en un contexto de descrédito de la política y pérdida de legitimidad de las principales instituciones en nuestro país.

A raíz de esto, Piñera y Boric han tenido mucho más en común que lo que sus respectivos partidarios se atreven a reconocer. Al llegar por primera vez al gobierno, ambos se tuvieron que resignar en ser continuistas, más que en promotores de cambios sustantivos. Ambos, además, han ‘habitado el cargo’ de presidente mostrándolo como impostura, incluso al grado de caer en el ridículo. Ambos han tenido pretensiones internacionales y sueñan, o soñaron en el caso del expresidente Piñera, con dejar un legado, al nivel de obsesionarse con el tema.

La fragmentación que evidencia el sistema de partidos, en la actualidad, dificulta la promoción de candidaturas y nuevos liderazgos. Asimismo, abre espacio para la irrupción de independientes, de outsiders y de figuras cuya principal intención es ser portavoz de la protesta y del descontento ciudadano. Al no ser promovida una reforma al sistema político que fortalezca los partidos, se sigue favoreciendo el personalismo y la existencia de ‘lotes’ que llevan a la división y la fragmentación. Dentro del oficialismo, Carolina Tohá no logra concitar el apoyo del Frente Amplio (FA) ni del Partido Comunista (PC). La ministra Jennette Jara, representante del PC, no asegura siquiera el apoyo de su partido. Por el contrario, tiene un respaldo minoritario y del interior de esa misma colectividad han surgido fuertes críticas a su gestión como ministra, especialmente, por el resultado de la reforma previsional. En la derecha, el panorama no es muy distinto, pese a las posibilidades que registra la candidata Evelyn Matthei. En los partidos de Chile Vamos se han producido renuncias de parlamentarios con el único fin de respaldar a las candidaturas de Kayser o José Antonio Kast, bajo el argumento de desafiar al oficialismo sin incurrir en la moderación.

Bajo este panorama, y considerando que el deterioro de la figura presidencial se agudiza cada vez más, es necesario pensar en una modificación del régimen político. Hace rato que el presidencialismo, en nuestro país y en el resto de la región, es un factor generador de crisis y de debilitamiento de los partidos. Una modificación del régimen político debe ir acompañada de iniciativas que fortalezcan y aseguren el protagonismo de los partidos. Para esto, se debe considerar que en Chile los partidos tradicionales han mostrado capacidad de resistencia y adaptación, en comparación con fuerzas emergentes que, al poco andar, se fragmentaron y dividieron.



Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_