“Dijimos que íbamos a negociar y no a bloquear”
Las bases de Esquerra se alinean masivamente con la dirección del partido y exigen que el PSOE se mueva
“La militancia de Esquerra cree en general que el partido lo está haciendo bien. Dijimos en campaña que íbamos a negociar y no a bloquear. Hablar es positivo. De momento, han ofrecido poco. Si no nos dan nada es que nos toman el pelo”. Kevin Bruque, de 22 años, afiliado de Esquerra, teniente de alcalde de Balaguer (Lleida), gobernado con mayoría absoluta por ERC, está este jueves revisando ordenanzas con otros ediles. Pese a su juventud no le falta firmeza y rechaza los coqueteos que el PSC pueda hacer con un nuevo Estatuto: “Parece el día de la marmota. No lo aceptaremos. Ni un documento de mínimos. Queremos hechos”.
La opinión de Bruque no es aislada y se alinea con la dirección. La militancia de ERC arrastra la leyenda de ser volcánica e incontrolable: en 2006 rechazó la reforma del Estatut que desencadenó el final del tripartito de izquierdas. Pero el día 25 secundó en una consulta casi por unanimidad —del 94,6% y una participación del 70%— la posición del partido. La pregunta interpelaba si se estaba a favor de rechazar la investidura si antes no hay un acuerdo para abordar el “conflicto político” con el Gobierno en una mesa de negociación. La cuestión era algo confusa —votar sí era decir no a Sánchez si no aceptaba esa condición—, pero el resultado fue categórico.
“La pregunta era un poco trampa. Me recordó al referéndum de la OTAN”, dice Xavier Martínez, del Colectivo 1 de Octubre nacido el pasado julio. Pese a que es crítico, Martínez aplaude la consulta al ser una de sus primeras demandas. “El conflicto nace el 1 de octubre y no con la financiación. Y se refleja en la autodeterminación y represión sobre quien la ejerce”, cuenta este funcionario de la Agencia Tributaria. Dice tener fe —“me los creo”— en los diputados Marta Vilalta o Sergi Sabrià cuando aseguran que la investidura no será gratis. Y lamenta que rechacen una segunda votación sobre el pacto final. Enric Pujol, del mismo grupo, recuerda que la militancia corrigió en su día el error del Estatut y que la segunda consulta sería la prueba del algodón: “Regalar la investidura es suicida para el partido y el país”.
De momento, han ofrecido poco. Si no nos dan nada es que nos toman el pelo”, dice Kevin Bruque, de 22 años, edil de Balaguer
Tras los resultados del ciclo electoral, que la han encumbrado en Cataluña, ERC tiene la certeza de que está en un momento “histórico” de abordar con el PSOE un problema “político” y ganar las futuras elecciones autonómicas tras la inhabilitación del president Quim Torra. La negociación coincide con su congreso, que celebra el próximo sábado y en el que podría decaer la declaración unilateral de independencia. Y con la decisión que el jueves tomará el Tribunal de Justicia de la UE sobre la inmunidad de Oriol Junqueras que podría tener consecuencias sobre Carles Puigdemont, huido de la justicia española.
Ningún cheque en blanco", dice el alcalde de Teia que votó sí en la consulta y ve compatible negociar y participar en manifestaciones
Esa realidad convive con el recelo histórico y la tensión con Junts per Catalunya, rivales y socios. Con más de 40 años de militancia, Eduard Miret, de 62 años, de Barcelona, conserje y licenciado en Historia, ve a los neoconvergentes “erráticos y quiméricos” y les afea que digan que ganarán las elecciones y traerán de vuelta al expresident. “Ahora están un poco rabiosillos. No es que seamos más pragmáticos: somos más realistas”, apunta en una cafetería cerca del local de ERC del Eixample, reprochándoles su nula credibilidad como independentistas y en su programa social. Feliz con la consulta —“somos asamblearios desde el minuto uno. Francesc Macià fundó ERC en una asamblea”—, Miret se refiere con sorna a que el PSOE acepte negociar. “No somos optimistas, pero hemos logrado cositas. Ven que se puede hablar con nosotros; nos reconocen como interlocutores y admiten el conflicto político”, añade. “En el mejor de los casos habrá acuerdos parciales que no sé si serán suficientes para investir al señorito Sánchez”.
Hay una línea roja infranqueable para Josep Maria Vall, de 45 años y militante desde hace 20, y es la mesa de negociación. No le asusta el riesgo de terceras elecciones: “No nos dan miedo las urnas. Es el PSOE el que sufre el desgaste”. Joan Martí, teniente de alcalde de Santa Coloma de Farners (Girona), sintetiza la expectativa generada con una imagen contundente. “El PSOE está atrapado. Y hay que aprovechar su momento de debilidad. Es lo que pasa en las negociaciones. Esto no es un enamoramiento en el que todo el mundo da. Es una transacción”.
"Primero iré a la protesta del Tsunami y luego al clásico"
Josep Maria Vall, doctor en humanidades y ciencias sociales, es militante de ERC y socio del Barça y el miércoles asistirá a la protesta convocada por el Tsunami Democràtic, el movimiento social de protesta surgido tras la sentencia del procés, y después al Camp Nou a ver el clásico. “Todas las movilizaciones mientras sean cívicas y pacíficas son positivas. Y son una forma de visibilizar el conflicto. El lema es sit and talk [Siéntate y habla]. Es lo que cree la mayoría de la sociedad catalana y española”, dice Vall convencido de la voluntad de ERC es alcanzar un acuerdo.
Enric Pujol, que reside en Figueres, exdelegado del Govern en Perpiñán en época del Tripartito, dio apoyo a la manifestación que cortó el tráfico en la autopista en la frontera de La Junquera. Joan Martí, exalcalde de Santa Coloma de Farners, cree que el Tsunami Democràtic, es un instrumento “potente” para reflejar el descontento popular —“He estado en alguna movilización”— y apunta incluso que está “desaprovechado”. Andreu Bosch, alcalde de Teia (Barcelona), explica que votó en la consulta en contra de una investidura sin calendario ni compromiso “efectivo”. “Ningún cheque en blanco”, señala. Once días después de votar, el día 5, fue el portavoz de una manifestación de primeros ediles que culminó en la Delegación del Gobierno en Barcelona en favor de la libertad de los presos y una salida negociada al conflicto. “Es absolutamente compatible negociar y manifestarse. Había alcaldes de todos los colores y lo sabían los partidos”, dice.
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