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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Reglas de gasto no saludables

Cataluña no necesita ser tutorizada en la gestión de sus políticas públicas

Protesta de médicos y bomberos, en noviembre.
Protesta de médicos y bomberos, en noviembre.M. Minocri

Cataluña, junto con otras diez comundades autónomas, ha recibido una carta conjunta de los ministerios de Hacienda y Sanidad pidiendo medidas urgentes de contención del gasto sanitario, con especial atención al gasto en medicamentos y productos sanitarios. Se argumenta que Cataluña ha superado la tasa de crecimiento de gasto para los ejercicios 2017 y 2018 y recuerda que está adherida al mecanismo de apoyo a la sostenibilidad del gasto sanitario, condición necesaria para el acceso a los fondos estatales de liquidez.

Para ampliar contexto, algunos datos relevantes: Cataluña crece sostenidamente alrededor del 2% (por encima de la zona euro); la Generalitat puede volver a financiarse en los mercados (saliendo del ultracontrol del FLA); los ingresos no financieros de la Generalitat crecen un 8% respecto al año pasado, por encima de los gastos; y se han reducido un 24% los intereses y los gastos de la deuda. En 2017 y 2018 la Generalitat cerró el ejercicio cumpliendo el objetivo de déficit establecido por el Ministerio de Hacienda (mientras el Estado no cumplía con los objetivos que ahora exige a las CCAA). Por cierto, el gasto farmacéutico en 2018 creció en Cataluña como la media española. Cataluña ha hecho los deberes, pero los ministerios piden medidas de contención del gasto social.

En mi opinión, cuatro aspectos son relevantes en esta polémica con respecto a la aplicación de políticas fiscales y sanitarias: la velocidad, los límites, los contenidos y las competencias.

En cuanto a la velocidad, España implantó recortes fiscales intensos y en el corto plazo (incluyendo una reforma constitucional exprés) en plena crisis de la deuda. Contención absoluta del gasto autonómico (por lo tanto social) y aplicación de políticas anticíclicas, pero solo en la fase expansiva de la economía (como) mediante la regla de gasto. No parece demasiado lógico imprimir velocidades diferentes cuando hay que “recortar” que cuando hay que “recuperar”. Políticas contracíclicas sí, pero durante todo el ciclo y en velocidades soportables.

En cuanto a los límites establecidos por la regla de gasto: hoy la mayoría de las CCAA no la cumplen. Un incumplimiento estructural y sistematizado requiere una revisión de los límites, especialmente cuando afectan a sectores sensibles (como el sanitario) y que en Cataluña son también tractores de actividad económica.

Respecto a los contenidos, se siguen atacando los problemas de solvencia financiera del sistema sanitario por la vía de medidas parciales de los factores de producción y precios (farmacia y sueldos). Vincular el acceso a liquidez a la adhesión “voluntaria” a instrumentos vinculados al gasto farmacéutico es un error conceptual. Si sabemos, por ejemplo, que el principal reto del sistema sanitario está en la gestión (y costes asociados) de los pacientes crónicos complejos, centrar las medidas solo en el consumo farmacéutico es, en el mejor de los casos, paliativo, miope e insostenible a largo plazo sin reformas estructurales que necesitan tiempo y recursos.

Finalmente, los conflictos competenciales: un Estado con actitud paternalista, que evita la negociación bilateral con Cataluña, que toma decisiones unilaterales maquillados por una “participación” autonómica poco efectiva, es un despropósito institucional. Cataluña no necesita ser tutorizada en la gestión de sus políticas públicas, y a las cifras me remito. Quizás si el Estado afrontara el cumplimiento de sus compromisos de inversión en Cataluña o trabajara por un modelo adecuado de financiación de la Generalitat nos evitaríamos el género epistolar de los ministerios sobre las reglas de gasto poco “saludables”.

David Elvira es economista i exdirector del Servei Català de la Salut

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