Cifuentes se queda muda
La expresidenta madrileña se niega a declarar en la comisión de investigación del 'caso máster'
Cuando Cristina Cifuentes llega este miércoles a la Asamblea de Madrid, rodeada de flashes y de preguntas de los periodistas, apenas pronuncia dos palabras: "Buenos días". Luego, se queda muda. La expresidenta de Madrid está convocada como compareciente en la comisión de investigación del caso máster. Los partidos de la oposición quieren saber cómo obtuvo el título que acabó provocando su caída. Tienen decenas de preguntas para ella: ¿Acudió a alguna clase? ¿Hizo el trabajo final? ¿Lo defendió? ¿Presionó a la universidad para que tapara el caso? ¿Envió a algún emisario a esa institución para que intermediaria? Las cuestiones se agolpan al mismo ritmo que se endurece el gesto de Cifuentes, para la que la Fiscalía solicita tres años y tres meses de prisión por un presunto delito de falsedad documental, al considerarla inductora de la falsificación del acta con la que intentó demostrar que había defendido el trabajo final de máster (TFM). Y entonces, por fin, la expresidenta habla.
"Se trata de una materia que está en sede judicial, donde además ya he dado respuesta a todas y cada una de las preguntas relacionadas con la misma", dice Cifuentes, que llega a la Asamblea por el garaje, evitando la entrada principal. "Por tanto es una materia sobre la cual, siguiendo el consejo de mi letrada, ni debo ni puedo pronunciarme. (...) No voy a efectuar declaración ninguna ni a contestar pregunta alguna".
Cuatro años después de que Mariano Rajoy la eligiera como candidata a la presidencia de la Comunidad, Cifuentes ha vuelto a la Asamblea despojada del aura de poder que le rodeó. Ya no es delegada del Gobierno en Madrid. Ya no es la presidenta de la región. Y ya no dirige el PP regional, eterno contrapeso del nacional, corazón del partido y auténtica punta de lanza electoral de la formación conservadora.
Todo eso empezó a evaporarse cuando eldiario.es avanzó que el título de máster que había obtenido Cifuentes en el Instituto de derecho público de la Universidad Rey Juan Carlos estaba plagado de irregularidades. Tras largas semanas de pelea para defender su continuidad en el poder, un viejo vídeo que la mostraba protagonizando un supuesto hurto en un supermercado acabó por provocar su dimisión. Y su salida causó un terremoto que aún hoy sigue activo.
Sin su gran referente, el PP madrileño, que gobierna la región desde hace casi un cuarto de siglo, ha quedado descabezado. Al frente de la organización está ahora una desconocida, Isabel Díaz Ayuso. Sus bases electorales están amenazadas por la irrupción de Vox y el auge de Ciudadanos. Y nadie puede asegurar ya que el PP vaya a mantener el Gobierno tras las elecciones de mayo: que Casado buscara un golpe de efecto al elegir como candidata a Díaz Ayuso en lugar de a Ángel Garrido, el sustituto de Cifuentes en Sol, refleja la tensión con la que el partido afronta la cita con las urnas.
Las cifras hacen un retrato elocuente del desgaste del PP en la región. En 2011, Esperanza Aguirre logró 71 diputados. En 2015, Cifuentes se quedó en 48, perdió la mayoría absoluta, y requirió del apoyo de otro partido (Ciudadanos) para ser investida presidenta. De cara a 2019, ninguno de los estrategas de la formación conservadora confía en igualar el resultado de hace cuatro años. Los diputados han circunscrito la zona de seguridad en las listas a los 30 primeros: quien vaya por detrás de ese puesto se arriesga a no salir elegido. Y se da por descontado que el gobierno (si hay gobierno) ya no dependería de un único socio, sino de dos: Ciudadanos y Vox.
Casi un año después, Cifuentes sigue en fuera de juego. Mientras aguarda a la resolución del caso judicial, este miércoles escucha cómo las preguntas de Ciudadanos, Podemos y PSOE se agolpan sin obtener respuesta. El interrogatorio se extiende durante decenas de minutos eternos, totalizando casi una hora. Las cuestiones señalan todas la contradicciones, irregularidades y falsedades documentales que acabaron por provocar la caída de la presidenta. Frente a ellas, nada. Cifuentes y el silencio.
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