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Huelgas en Cataluña

Guardar las banderas y sacar las pancartas

Los funcionarios catalanes aprovechan la coyuntura política para exigir la reversión de los recortes sociales que se arrastran desde el inicio del ‘procés’

Camilo S. Baquero
 Protesta de Medicos y Bomberos de Cataluña frente al Parlament.
Protesta de Medicos y Bomberos de Cataluña frente al Parlament.MASSIMILIANO MINOCRI

En la manifestación del pasado jueves en Barcelona, convocada por los sectores sanitario y educativo, las esteladas se contaban con los dedos. Las únicas banderas independentistas las llevaban los miembros del Sindicat d’Estudiants dels Països Catalans. Tampoco había rojigualdas. Sí se veían pancartas que pedían el fin de los recortes que se arrastran desde 2010, unos Presupuestos más sociales —el Govern está en plenas negociaciones con los comuns— y alguna hasta reclamaba la dimisión del president, Quim Torra. Bastantes solapas lucían lazos amarillos. Algunos miembros del colectivo Guarderías Indignadas, hijo del 15-M, hicieron un revelador ejercicio de sincretismo: reemplazaron el lazo por el pin de una pequeña camiseta amarilla.

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Antes de que las entidades independentistas eligieran ese color para reivindicar la liberación de los políticos en prisión preventiva, el amarillo identificaba la lucha contra los recortes en el sector educativo. Las guarderías vieron como en 2013 la Generalitat les cerraba el grifo y dejaba en manos de las Diputaciones que rascaran los 43 millones que antes aportaba el Govern para la educación de cero a tres años.

“Pedir que recuperemos la inversión en educación con unas cuentas más sociales no es incompatible con que queramos la república catalana. Estamos defendiendo algo que es nuestro”, explica Esther Solans, una de las maestras que exhibe la camiseta-lazo. El departamento de Enseñanza ya ha adelantado que piensa recuperar la partida para las guarderías. “Ha sido una huelga más ofensiva que defensiva”, sostiene Ramon Font, portavoz de Ustec, sindicato mayoritario en la enseñanza pública no universitaria, que pone de relieve la transversalidad de la marcha del jueves.

Sindicatos y entidades sociales defienden que nunca han abandonado las reivindicaciones sociales desde que, en 2010, comenzara la ola de recortes que no terminan de ser revertidos. El coletazo del Govern tripartito de PSC, Esquerra e Iniciativa presidido por José Montilla y el paso de Artur Mas por la Generalitat se saldaron, según cálculos de la Asociación Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales, con una reducción del 26% del gasto social, más de 5.000 millones de euros. Los colectivos comparten hasta cierto punto el diagnóstico del Govern: la economía va mejor. Entre 2013 y 2017 la tasa promedio de crecimiento en Cataluña ha sido del 3,2% del PIB.

La cercanía de las elecciones sindicales aviva la protesta

En 2019 habrá elecciones sindicales. Esto asegura la contienda entre las organizaciones sindicales para obtener más representantes sindicales. Ni UGT ni CC OO —ambas a favor de un referéndum pero que nunca han abogado directamente por la independencia— no han participado de una manera activa en las protestas de esta semana. Sí están juntas en la convocatoria del 12-D, en la que todos los funcionarios reclamarán que se les abonen las pagas extras de 2013 y 2014, que aún les debe el Govern. IAC y la Intersindical-CSC, que sí se alinearon con las tesis independentistas, llamaron a la huelga la semana pasada.

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“Nunca hemos desistido de la agenda social”, remarca Camil Ros, secretario general de UGT Cataluña. Su homólogo de CC OO, Javier Pacheco, pone como ejemplo el apoyo a las mareas de pensionistas o la presión para aprobar la renta garantiza de ciudadanía. “Otra cosa es que la mala gestión de este nuevo programa haya causado cierta frustración”, advierte este último líder sindical. “Llevábamos mucho tiempo advirtiendo que el colapso derivado de los recortes iba a llegar”, dice Sonia Fuertes, presidenta de Entidades Catalanas de Acción Social.

La huelga de esta semana, sostienen desde el sector médico, venía gestándose desde hace más de un año. El jueves se llegó a un acuerdo con el Govern, si bien la concertada continúa en pie de guerra. El hartazgo de los profesionales y el incumplimiento de una instrucción del Govern para reducir la presión asistencial en varias zonas de Cataluña precipitaron la convocatoria. “El año pasado, cualquier tipo de paro era político, pero más que una huelga eran protestas. Pero políticamente no ha cambiado nada, todo sigue parado. Esta huelga ha sido por la acumulación de decepciones y ninguneo”, dice Josep Maria Puig, secretario general de Metges de Catalunya.

Fechas escogidas

La fecha de las manifestaciones tampoco es gratuita. Técnicamente, es a finales de septiembre cuando en la Generalitat comienza el baile presupuestario. Ros también cree que la movilización de los trabajadores tiene en cuenta el hecho de que el Gobierno central esté abierto a la negociación. “La ausencia de grandes mayorías parlamentarias ayuda a que podamos colar nuestras demandas”, dice Font.

El desgaste de años de procés también influye. “Ha bajado el suflé de la reivindicación independentista y esto deja más espacio para que otras demandas que siempre han estado sean más visibles”, opina Albert Recio, miembro veterano de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB). Con todo, José Antonio Noguera, director del Grupo de Sociología Analítica de la Universidad Autónoma de Barcelona, recuerda que las últimas encuestas siguen dando al bloque independentista como ganador de unas elecciones catalanas. En las tres últimas encuestas del Centro de Estudios de Opinión, la opción independentista se impone, por muy poco, sobre los que no quieren un estado independiente.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

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