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Una gran Gran Vía

Carmena inaugura la remodelación de una calle icónica de la ciudad y da el pistoletazo de salida a la Navidad con el encendido del alumbrado

La Gran Vía de Madrid. En vídeo, Carta de amor de los madrileños a la Gran Vía.Vídeo: ULY MARTIN | L.M.RIVAS / J.MARMISA
Pablo León

“La historia de Madrid es la Gran Vía. Cuando se hizo la Gran Vía, Madrid fue más importante, fue más ciudad, más capital”. Con estas palabras la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, inauguró ayer, sobre las 19.00, la nueva fisionomía de esta calle emblemática y centenaria, cuya primera piedra se puso en 1910. “Me parece que es algo bueno para los ciudadanos. Carmena lo ha hecho muy bien: la calle está preciosa”, contaba Celia González. Como ella, centenares de personas llenaban la plaza de Callao. Pero no solo para ver la nueva fisionomía de la icónica avenida sino también para asistir al encendido de las luces navideñas de la capital, que marca el inicio de la Navidad en la capital.

“¿Por qué hay tanta gente aquí?”, se preguntaba Rosa, de 63 años. Había ido con su hija de compras al centro por el Black Friday. “Mamá, que viene Carmena”, le respondía su hija poco antes de que la alcaldesa llegara a la plaza, caminando desde el Ayuntamiento. “Amigos, que habéis venido con nosotros a inaugurar y a celebrar este festival de alegría y de música que va a seguir siendo la Gran Vía, no nos queda más que decir unas palabras que son mágicas: ¡Feliz Navidad!”, dijo la alcaldesa.

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Su voz resonaba en toda la plaza pues las pantallas de la zona emitían el mensaje de Carmena a la vez que se encendían los más de siete millones de lámparas LED, que conforman el alumbrado navideño (concretamente, 7.427.442). Tras el encendido, la alcaldesa dio paso a los actores de Alicia en el País de las Maravillas, Mary Poppins, Anastasia, el Jovencito Frankenstein y a parte del elenco de El Rey León, que además de saludar a los asistentes cantaron y bailaron en directo. Feliz Navidad y Hakuna Matata, decían desde el musical de Disney. “La Gran Vía está viva”, clamaba el monstruoso ser creado por el nieto de Víctor Frankenstein.

“Súpercalifragilísticoespialidoso”, tarareaba Rita Maestre, portavoz del Ayuntamiento. Como ella, varios miembros del Gobierno municipal quisieron acompañar a Carmena en la inauguración de la calle, una de sus propuestas más ambiciosas. Así, Marta Higueras, segunda teniente alcalde; Jorge García Castaño, concejal de Centro; o José Manuel Calvo, al frente del área de Desarrollo Urbano Sostenible. “La Gran Vía siempre ha sido una calle cultural. Si antes era el cine, ahora son los musicales”, comentaba García Castaño, que reconocía estar encantado con la nueva avenida.

Los representantes del resto de partidos con representación en el Consistorio tampoco quisieron faltar a la inauguración de la vía. Allí estuvieron las socialistas Purificación Causapié y Mar Espinar; Isabel Rosell, en representación del PP y Bosco Labrado, de Ciudadanos. Aunque la líder municipal del partido naranja, Begoña Villacís, no acudió a la inauguración de la Gran Vía, sí que dejó un mensaje horas antes: “Un ensanchamiento de aceras, eso es lo que es la [nueva] Gran Vía”.

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“Creo que es muy bueno para todos. Da gusto verla así”, opinaba Purificación, que había acudido al acto con su hijo. Tras casi nueve meses de obras —y 6,5 millones de euros de inversión—, la calle estrena más espacio peatonal; dos carriles menos para los coches; nuevos semáforos de estilo retro; 89 perales chinos; y 144 bancos (los de madera son una creación del arquitecto Marcos Plazuelo llamada Yo tenía tres sillas en mi casa). Una de las primeras en probar estos bancos fue Esperanza Aguirre, excandidata del PP al Ayuntamiento de Madrid, rival de Carmena en las anteriores elecciones y muy crítica con la reforma de la vía: “Si hasta Aguirre se sienta en los nuevos bancos, seguro que van a tener mucho éxito”, dijo Carmena hace unos días, cargada de ironía.

Para celebrar su puesta de largo, la avenida fue cortada al tráfico: en cuanto desaparecieron los coches, los ciudadanos tomaron la vía y comenzaron a hacerse fotos en ella. “Qué bonita está. Es impresionante”, decían Lucía y Luis, de 23 y 24 años, respectivamente mientras se hacían un selfi bajo las luces que surcan la calle y que emulan un cielo estrellado con un gato —símbolo de los madrileños— que intenta afianzar con sus garras alguna de las estrellas.

“Son más bonitas que otros años”, reconocían los hermanos Emilio y José Alcaraz, los heavies de Gran Vía, que llevan 17 años acudiendo al número a diario al número 25 de la avenida. A pesar de reconocer esa belleza, lamentaban que la avenida se había convertido en una masa homogénea de tiendas: “Solo se pueden comprar trapos. Como cantaban los Mermelada [grupo de rock madrileño de los setenta], aquí la gente solo quiere comprar, comprar, comprar”.

Naviluz agota sus entradas en cuatro días

Cuatro días. Ese es el tiempo que han tardado en agotarse las 100.000 entradas de Naviluz, el autobús de la EMT que muestra el alumbrado y que surcará la ciudad del 29 de noviembre al 6 de enero. Diferentes arquitectos y diseñadores españoles han ideado la iluminación que se renueva en calles como Jorge Juan, Marcelo Usera, Pedro Laborde o Boltaña. Por su parte, Plaza Mayor y Fuencarral estrenan abetos y Velázquez, Mayor y Carrera de San Jerónimo, arcos luminosos. Los cerezos en flor proliferan en la Plaza de Oriente y el patio del centro cultural Conde Duque (Conde Duque, 9). Desde ayer y hasta el 6 de enero habrá 263 horas de iluminación. De domingo a miércoles, se podrá disfrutar del alumbrado entre las 18.00 y las 23.00; horario que los jueves, viernes, sábados y vísperas de festivo se amplía hasta la medianoche.

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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