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Las 35 mujeres (y un hombre) que van a remover los cimientos de Cibeles

El Ayuntamiento ha puesto en marcha un plan de transversalidad para que la igualdad de género penetre en cada área, cada decisión, cada política municipal

Gloria Rodríguez-Pina
Una parte del equipo de agentes de igualdad del Ayuntamiento celebra la aprobación del plan de transversalidad.
Una parte del equipo de agentes de igualdad del Ayuntamiento celebra la aprobación del plan de transversalidad.

Son 36, 35 mujeres y un hombre, y tienen por delante una tarea monumental. Su misión es inocular la igualdad de género en cada área y organismo municipal, en la más mínima decisión, en absolutamente todas las políticas y en hasta el último céntimo que se gaste en Madrid. 34 agentes de igualdad y dos jefas que deberán poner en marcha el inédito plan de transversalidad que aprobó la Junta de Gobierno municipal el pasado 13 de septiembre. Vigilarán los presupuestos, las farolas que se instalen, las aceras que se construyan, las obras de teatro que se programen y cada folleto o documento que imprima el Ayuntamiento.

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No son nuevas y saben lo que hacen. "Lo que ha habido en 18 años en políticas de igualdad en el Ayuntamiento de Madrid lo han hecho con sus manitas las agentes", asegura Rosa Gómez, coordinadora del Área de Políticas de Género y Diversidad de la corporación local. Lo hacen casi desde el activismo, dice. Casi dos décadas después de que empezasen a trabajar sin categoría reconocida y sin ser funcionarias, su situación laboral no ha mejorado. Ahora tendrán que sentarse con los máximos responsables de cada área y conseguir que todos se empapen de la perspectiva de género.

Son conscientes de su tarea, porque como dice Gómez, su cometido significa "remover los cimientos de una determinada manera de hacer las cosas y eso siempre genera resistencia". Aunque no les pilla de nuevas. "El personal ha estado partiéndose la cara para ir introduciendo pequeños cambios; se ha ido haciendo camino", cuenta la coordinadora en su despacho del área que dirige la concejala Celia Mayer. La transversalidad ha entrado finalmente en la agenda política y eso significa formación para el personal del Ayuntamiento, estructuras estables de trabajo y directrices de obligado cumplimiento que les cubrirán las espaldas.

Cuando se pregunta qué área está más necesitada de igualdad o por cuál es más urgente empezar, Gómez, María José Hernán, la jefa del servicio de transversalidad de género, y Francisca Jiménez, agente de igualdad especializada en Economía y Hacienda, responden al unísono que todas. Tendrán que insistir seguramente en algunas, reconocen, como la seguridad, el urbanismo y el medio ambiente, que a priori se pueden considerar neutras respecto al género, pero no lo son. Ninguna lo es. Las políticas deben, primero, no agrandar la brecha; pero además, deben tener presente que hombres y mujeres se sitúan de forma distinta en cuanto a cómo se mueven, sus niveles de ingresos, cómo se reparten los cuidados. Para eso, serán necesarias estadísticas desagregadas por sexo para todo. Hasta el tiempo que tarda un semáforo en cambiar a rojo tiene un sesgo de género, porque las mujeres suelen llevar los carritos con niños, empujan a las personas en silla de ruedas y acompañan más los mayores.

Farolas con impacto de género

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"Unas cosas se relacionan con otras", explica Jiménez. Si el Ayuntamiento tiene previsto, por ejemplo, un proyecto de iluminación de un polígono, tendrá que tener en cuenta dónde pone las farolas, porque son clave para la seguridad de las mujeres. Como además ellas son en mayor proporción usuarias de transporte público, la zona deberá estar servida por autobuses o metro. Esto puede facilitar el acceso al empleo, más complicado en el sector femenino de la población. Si tienen trabajo, serán necesarios además reforzar los servicios públicos de guardería y cuidados de mayores, tareas que habitualmente recaen sobre las mujeres. Tendrán también más dinero para el ocio y la cultura, otro campo donde el contenido no sexista y que no perpetúe estereotipos de género debe ser vigilado. Y la rueda sigue: estas mejoras repercutirán en su bienestar y su desarrollo personal, y participarán en mayor medida en la vida pública.

Organizar una semana dedicada al deporte y la mujer con motivo del 8 de Marzo contribuye a visibilizar el deporte femenino. Pero una política igualitaria debe ir mucho más allá. Si se dan subvenciones, habrá que analizar a qué deportes se financia, qué tipos de clubs los reciben, cuántos hombres y mujeres se ven beneficiados y cuánto cuestan las inscripciones para las competiciones deportivas. Un parque deberá facilitar que se juegue de forma intergeneracional y responderá con igualdad a las necesidades de hombres y mujeres. Un carril bici que lo atraviese de noche sin iluminación suficiente, o que circule entre el tráfico, no habrá considerado que las mujeres tienen una percepción distinta de la seguridad que los hombres y que tienen el mismo derecho a usar el espacio público.

Los ejemplos son infinitos y no son evidentes a primera vista. Por eso antes del 17 de octubre se crearán 44 unidades de igualdad. Habrá una por cada área y organismo público, donde las agentes trabajarán con una persona designada por las secretarías generales técnicas para elaborar un plan bianual. Un comité de transversalidad, en el que estarán los máximos responsables del Ayuntamiento, revisará cada seis meses el cumplimiento.

Los presupuestos, las subvenciones, los procedimientos internos y la contratación de servicios con empresas que cumplan con los principios de igualdad serán herramientas clave para avanzar en el proceso y estarán bajo la lupa de las agentes. Se encargarán también de la formación para cambiar la manera de trabajar y de pensar de los más de 25.000 empleados del Ayuntamiento. Quienes pasan por sus cursos "cambian la forma de ver", aseguran. "Si no salen ya con las gafas violetas, sí con ganas de ponérselas", añade Jiménez.

"La tarea es ingente", reconoce la coordinadora. No duda sin embargo en la energía de las 34 agentes para conseguirlo, aunque reivindica que "se dignifique y regularice" su trabajo. "Madrid se ha convertido en un referente por crear esta estructura y unas directrices de obligado cumplimiento", cuenta Gómez. "Nos hemos empeñado en que lo empezamos con 36 personas, más una subdirectora, y lo vamos a sacar", dice, convencida de que más adelante conseguirán más recursos. Por ahora son 74 ojos vigilantes. Más los del movimiento feminista madrileño, que se apunta a auditar desde fuera el proceso, según Jiménez. "Esto ha venido para quedarse, ya no hay marcha atrás", sostiene la coordinadora.

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