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La noche que Torra perdió el control

Los radicales intentaron asaltar el Parlament después de que el presidente catalán les animara a seguir “apretando”

Quim Torra, durante el pleno del Parlament de este martes. En vídeo, los disturbios del lunes entre los Mossos y los CDR.Vídeo: Albert García | ATLAS
Alfonso L. Congostrina

El presidente de la Generalitat, Quim Torra, inauguró la conmemoración del primer aniversario de la consulta ilegal del 1 de octubre dirigiéndose a los “amigos” —así les llamó— de los autodenominados Comités de Defensa de la República (CDR). Torra animó a los miembros de la izquierda anticapitalista independentista: “Apretáis y hacéis bien en apretar”. La noche del lunes, los mismos anticapitalistas humillaron a los Mossos en las puertas de la Cámara catalana. Decenas de radicales pusieron contra las cuerdas a los agentes que acabaron escondidos dentro del Parlament mientras los radicales lanzaban piedras y vallas exigiendo la dimisión del molt honorable.

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La escenificación de la pérdida de control de Torra llevaba semanas cuajándola él mismo. La tarde del 11 de septiembre, una treintena de personas acamparon frente a la Generalitat con la intención de permanecer en la plaza de Sant Jaume hasta la proclamación de la república catalana. Horas después, se fotografiaban con el president al que la idea le parecía estupenda.

Dos semanas más tarde, los Mossos desalojaban la acampada. El descontento comenzó a hacerse evidente. El pasado sábado, con el ambiente caldeado, la policía autonómica cargó contra los miembros de los CDR que intentaban impedir una “manifestación/homenaje” de los agentes de la Policía Nacional y Guardia Civil que requisaron urnas durante el referéndum independentista del año pasado. En vísperas del aniversario del 1-O volvían a aparecer los porrazos, pero en esta ocasión eran los Mossos los que cargaban contra los independentistas. Torra, el lunes, ya tenía a sus “amigos” de los CDR exigiendo su dimisión.

Recibió críticas durante todo el fin de semana, pero creyó que la actuación de los Mossos del sábado quedaría en segundo plano durante el aniversario del 1 de Octubre. Lo que Torra no sabía es que había perdido el control de parte del independentismo. La tarde del lunes, 180.000 personas, según la Guardia Urbana, se manifestaron por el centro de Barcelona mostrando las mismas urnas del 1-O. En esta ocasión, iban llenas de papeletas donde centenares de personas habían depositado propuestas que al final de la marcha se entregaron a presidente del Parlament, Roger Torrent, y al mismo Torra. El president se había pasado el día agasajando a los CDR , pero no consiguió amansar a los anticapitalistas. Aguantó gritos exigiendo su dimisión y la del consejero de Interior, Miquel Buch. El ambiente estaba caldeadísimo.

Inés Arrimadas y otros diputados de Ciudadanos salieron del Parlament en cuanto acabó la manifestación de homenaje al referéndum. A la masa, que ya estaba enfadada con Torra, solo le faltaba la presencia de la líder de la oposición desfilando a unos metros del escenario. Los agentes escoltaron a Arrimadas, y Torra puso pies en polvorosa. Frente al Parlament quedaron decenas de jóvenes exigiendo la ocupación de la Cámara y unas decenas de mossos antidisturbios. Los organizadores dieron por desconvocada la protesta pero la mecha ya estaba encendida.

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Las vallas de protección del Parlament volaron. Tras ellas, latas de cerveza, piedras, palos… Los mossos antidisturbios tenían las porras preparadas esperando la orden de cargar. En las arcadas exteriores del edificio del Parlament se concentraron decenas de policías autonómicos vestidos con su uniforme reglamentario: pantalones de pinzas, zapatos y visera. Con ese equipamiento inapropiado esquivaban toda suerte de objetos que los exaltados lanzaban a solo unos metros.

La situación, lejos de pacificarse, se fue encendiendo. Los CDR fueron alcanzando cotas cada vez más altas: llegaron a parte de la fachada del Parlament, una verja, tocaron una ventana… La situación se convirtió en insostenible para los agentes que —por primera vez en una manifestación frente a la Cámara catalana— recularon hasta protegerse, encerrándose en el Parlament.

Los radicales alcanzaron la que se convertiría en su última cota: la puerta principal. Exigían la cabeza de Buch y la de Torra. Se creían a punto de ocupar la Cámara y de dar un giro hacia la república catalana cuando llegaron furgonetas con refuerzos de los Mossos. Bajaron decenas de agentes antidisturbios con porras y escopetas de foam —las balas de goma permitidas en Cataluña— que dispararon mientas los mossos de los pantalones de pinzas salieron ataviados con cascos y porras.

El Parlament se despejó en cuestión de minutos. Fue entonces cuando comenzaron las carreras por el centro de la ciudad. Otros antisistema ya llevaban varios minutos a la carrera en Vía Laietana, después de haber intentado atacar la jefatura de la Policía Nacional. La noche del 1 de octubre de 2018 se convirtió en la noche que Torra perdió el control y acabó con los Mossos cargando contra los “amigos” del president. No hubo detenidos. Este martes, nadie dimitió.

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