Seis planes a menos de una hora de Madrid
Alquilar una isla, una fiesta en barco, catar vinos en un castillo, bañarse en una playa de arena blanca... Hay muchas opciones para disfrutar del estío sin alejarse de la capital
Los madrileños son los más viajeros de España. Así lo constató el Instituto Nacional de Estadística en su última encuesta: 1.458 desplazamientos fuera de la Comunidad por cada 1.000 habitantes, o lo que es lo mismo: en 2017, cada residente en Madrid realizó una media de un viaje y medio, una cifra a la que solo se acercan quienes viven en Euskadi.
Como es normal, la mayor parte se concentra en verano, cuando ocurren casi todas las vacaciones. Sin embargo, en esta época del año hay muchas opciones para tener una experiencia veraniega fuera de la capital sin necesidad de irse lejos, compatibles incluso con una jornada laboral, que sirven de vía de escape para quienes, por las razones que sean, tienen que superar el trago agosteño entre calles cementosas, a cientos de kilómetros de la playa más cercana. Aquí van unas cuantas.
Puestas de sol con música
El Café del Mar de Ibiza, un chiringuito de El Palmar, la península de O Grove... Estos suelen ser pensamientos recurrentes con los que se mortifican quienes se quedan en Madrid en agosto. Pero a menos de una hora hay maneras de aliviar el sufrimiento. Como en el restaurante La Martuka, recién abierto el pasado junio en la orilla del pantano de San Juan. Un complejo con dos terrazas y aspecto balear, una de ellas con cojines y pérgola de caña incluida. Las vistas a las aguas donde fondean veleros mientras el ocaso sucede justo detrás en un cielo teñido de naranja son lo mejor de su carta, solo superado por las jugosas paellas que allí sirven. A Carlos Bravo, también dueño de otro chiringuito del pantano, el Serengueti, le faltó tiempo para hacerse con el restaurante cuando los anteriores propietarios lo traspasaron hace un par de meses. "No me lo podía creer", cuenta, "estaban dejando una joya, por su ubicación. Le dimos una reforma, y ahora abrimos, en verano, de 9.00 de la mañana hasta las 2.30 de la madrugada. Al atardecer, los fines de semana, un dj pincha música para amenizar la caída del sol". Bravo se acaba de encontrar con una sorpresa con la que no contaba: "Cuando lo adquirí, el pantano había subido mucho por las lluvias. Pero ahora ha empezado a bajar y, justo debajo de la terraza el pantano, nos ha salido una playa. Justo debajo de la terraza chill out".
Otra opción es el restaurante El Náutico en Los Arroyos del Escorial, con una terraza junto al embalse. Los fines de semana programan conciertos de jazz y un menú degustación en su terraza, durante la puesta de sol. Este sábado actúa el neoyorquino Jack Smith con The New Panama Limited.
Fiestón en el Tajo
Antes tenía un nombre tan prosaico como Barco Turístico de Aranjuez. Pero cuando el empresario Iván García se hizo con esta concesión municipal en 2013, decidió llamarlo con el más apetecible Curiosity (curiosidad) y exprimir al máximo las posibilidades de esta nave a motor de más de 15 metros de eslora con capacidad para 57 personas —más la tripulación—, que recorre las aguas del Tajo que pasan por Aranjuez. "Quisimos ir más allá de las típicas excursiones con locución, lo tematizamos como si fuera una nave marciana que acabara de amerizar en el río. E intentamos que la gente se sienta como en un pequeño crucero, con fotocall con el capitán y la tripulación incluido. Organizamos juegos durante el trayecto, como un trivial sobre el Tajo y sobre Aranjuez. Y culmina con una visita guiada a los jardines y a la zona monumental después de 45 minutos de navegación", explica García. El barco está disponible los fines de semana (aparte de otros servicios especiales), pero su actividad no se limita a las horas de sol. A partir de las 22.30 organizan la Madrid Boat Party, y el Curiosity se convierte en una discoteca flotante, incluida barra, pista de baile y karaoke. También organizan fiestas diurnas.
Bañistas de río
A solo 50 kilómetros de Madrid, en Aldea del Fresno, hay un arenal tan blanco y fino que poco tiene que envidiar a las playas de Cádiz. Se forma justo en la confluencia de los ríos Alberche y Perales, en una zona arbolada donde no necesitarás sombrilla, porque la sombra ya te la procuran los chopos y los pinos. Es una de las pocas zonas de la Sierra Oeste donde está permitido bañarse y las aguas fluviales son transparentes y en ninguna de las zonas de próximas a la playa llega a cubrir hasta más de la cintura. Y si quieres dar un paseo, cerca de allí está el embalse de Picadas el Puente de la Pedrera, con más de 300 años desde el que disfrutarás de las mejores vistas a la fresneda que da nombre a la pequeña villa.
Una bodega en un castillo
El Castillo de la Coracera, en San Martín de Valdeiglesias, data de 1434, aunque algunos estudios lo sitúan incluso antes, en tiempos de Alfonso VII. Su uso ha cambiado radicalmente en este tiempo: de fortaleza defensiva a vinoteca, en la que poder catar las bondades de los caldos con denominación de origen madrileña. "Es un monumental botellero de 60 metros cuadrados ubicado en la antigua bodega de la Torre del Homenaje, que tiene 27 metros de altura", explica Maite Maestre, miembro del patronato que gestiona este castillo cuyo 50% fue donado por su propietario al Ayuntamiento por su propietario, Fernando Cornejo. El castillo ha sido rehabilitado en los últimos años, pero gracias a su buen estado de conservación, todas sus partes son originales, con cinco siglos (o más) de vida. También organizan visitas los fines de semana por sus diferentes dependencias, como la majestuosa sala de armas: "Proponemos que sean sosegadas, disfrutando de los diferentes espacios y del recorrido, dejando que sean imaginación y las sensaciones personales las que lo marquen", explica Maestre.
Invadir Europa
Los drakkar vikingos eran las embarcaciones con las que los pueblos escandinavos saqueaban y comerciaban por Europa. "Fueron los mejores navegantes y mercaderes de su tiempo. Gracias a estas naves, impusieron su dominio en los mares europeos e incluso, consiguieron llegar hasta el sur de España y Portugal con sus expediciones", explican los responsables del Parque Europa, en Torrejón de Ardoz. Ahora, además de réplicas de 17 monumentos actuales de nuestro continente y un fragmento original de Muro de Berlín cedido gratuitamente por el Ayuntamiento de la ciudad germana, tienen una de un barco vikingo, que recrea con prurito la decoración que solían llevar estas naves, incluidas sus molduras, y su mascarón de proa.
Alquilar una isla en plena meseta
Una no hereda una isla todos los días. Y menos, con un castillo incorporado. Eso es lo primero que pensó Yolanda Merino cuando falleció su padre, y actuó en consecuencia. Su progenitor había comprado el islote de una hectárea en medio del embalse de El Burguillo, en Ávila, en los años setenta. “Estaba pelada, y él levantó el castillo, plantó árboles y construyó una muralla alrededor, para tener intimidad”, cuenta Merino, “así que yo he seguido manteniéndola, porque no me quiero desprender de ella”. Hacerse cargo de una isla tiene muchos costes, de modo que esta mujer, que también es cantante de blues y de jazz, vio que la única manera de sostenerla era alquilándola. Con castillo y todo, una residencia de cuatro habitaciones con capacidad para ocho personas. Si el grupo es mayor, tienen camping disponible, o más bien glamping, como se llama ahora a las tiendas de lujo con todas las comodidades.
Las tarifas no son desorbitadas, a partir de 500 euros el día dependiendo de la época del año y el número de huéspedes. “Siempre se alquila a grupos cerrados, para que tengan la isla para ellos solos, sin molestias”, explica Merino. Una isla con playas, vistas espectaculares a la naturaleza y al embalse, barcas, viñas, árboles frutales y pinos. Y algo que no tiene precio: “Si no hay luna, verás más estrellas que en toda tu vida”, avisa su propietaria.
Más información en www.isladelburguillo.es
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