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Puigdemont empuja al PDeCat a la línea dura independentista

Marta Pascal cede ante el expresident y renuncia a la dirección del partido

Marta Pascal en la Asamblea Nacional del partido / En vídeo, Marta Pascal renuncia a la dirección del PDeCAT (ATLAS)Foto: atlas | Vídeo: MARTA PEREZ EFE
Camilo S. Baquero

La renuncia, ayer por la tarde, de Marta Pascal como coordinadora del Partit Demòcrata Català (PDeCAT) ha dejado la puerta abierta para que el expresidente Carles Puigdemont se haga con el control del partido hegemónico del independentismo. Pascal dio un paso atrás con los agradecimientos de rigor a sus compañeros y dejando claro que se iba porque no tenía la confianza del expresidente. El cambio en la dirección implicará llevar al partido a la línea dura en defensa de la república catalana, abandonando la vía más posibilista.

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“No puede ser que quien dirija el partido no tenga la confianza del president Puigdemont y yo no la tengo, como ha quedado en evidencia”, dijo Pascal, que compareció rodeada de los otros miembros de la ejecutiva que presidía. La hasta ahora coordinadora aseguró que ha pedido a sus compañeros que continúen en la dirección, que contará con más sillas que actualmente, para “seguir con un partido en donde todos sumen”.

Con la decisión, tanto Pascal como el sector crítico evitan exhibir la división públicamente en la votación de la nueva cúpula programada para hoy y que preocupaba especialmente a los alcaldes, un año antes de las elecciones municipales. EL PDeCAT tiene más de 400 alcaldías en Cataluña. “Encontraremos una fórmula para un partido fuerte al servicio de la Crida [la formación promovida por el expresident]”, había asegurado antes de la pausa de la comida Pascal. El pacto incluye al actual número dos David Bonvehí como presidente de la formación y a Miriam Nogueras, del sector crítico, como vicepresidenta. También estarán los consejeros Miquel Buch y Damià Calvet y el portavoz de Junts per Catalunya en el Parlament, Albert Batet.

Pascal mantuvo el pulso hasta la tarde de ayer para que el partido no volviera a escorarse hacia posiciones independentistas radicales. Desde que había sido elegida hace dos años, en la fundación del partido heredero de Convergència, había tenido que lidiar con los ataques de los sectores del partido que no habían logrado hacerse con el poder en aquel momento. Entonces, el expresidente Artur Mas cerró el debate en falso y la formación nunca pudo superar esa amenaza de escisión. Los críticos terminaron por agruparse en torno a Puigdemont y ayer lograron doblegar a la coordinadora general y con ello acercan el partido a las tesis del independentismo unilateral.

El argumento de los críticos era la necesidad de alinear al PDeCAT con los postulados de Puigdemont y la plataforma política que está creando, la llamada Crida Nacional. El partido ya había cedido en la candidatura de las pasadas elecciones autonómicas, y brindó al equipo del expresidente su estructura y derechos electorales y le dio vía libre para que hiciera la lista de Junts per Catalunya a su medida. Pese a ello, la formación se ha visto marginada en el grupo parlamentario y en el Govern liderado por Quim Torra.

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La confluencia con la Crida

La gran duda de la asamblea del PDeCAT que hoy termina era cómo cristalizar la alineación del partido con la Crida Nacional, la nueva formación política independentista que promueve el expresidente Carles Puigdemont. Muchos cuadros neoconvergentes saben que Puigdemont es su principal activo electoral pero quieren a su partido y no ven claro que se disuelva. Tampoco quieren experimentos a menos de un año de las elecciones municipales. En el debate de las ponencias, los asociados aprobaron que se cree una comisión que se dedique a pensar en un acuerdo de adhesión y coordinación política con “generosidad máxima” y que deberá ser ratificado. Esta mesa fue propuesta por los líderes del partido en prisión preventiva por rebelión, Jordi Turull, Joaquim Forn y Josep Rull. También que se invite a los militantes a sumarse a la Crida, que solo recibe adhesiones personales. Marta Pascal, ya anterior coordinadora del partido, quería delimitar muy bien los ámbitos de las dos formaciones.

A los críticos y al mismo Puigdemont no les sentó nada bien que Pascal y el grupo parlamentario en el Congreso apoyaran la moción de censura que sacó a Mariano Rajoy de la Moncloa. El expresidente, necesitado de una retórica de confrontación con el Estado, era partidario de una abstención en la votación por Sánchez. De hecho, los partidarios de Puigdemont no tenían, hasta ahora, ninguna influencia en el grupo parlamentario en las Cortes. El presidente Pedro Sánchez pierde así una posibilidad de interlocución en plena operación diálogo con la Generalitat.

Para intentar frenar a Pascal, los críticos llegaron a anunciar en junio, incluso antes de que se convocara la asamblea, que presentarían una candidatura para dirigir el partido, liderada por el alcalde de Molins de Rei (Barcelona), Joan Ramon Casals. La dirección del PDeCAT salió al paso de esta amenaza y anunció que abría la posibilidad de que la asamblea que inicialmente tenía que fijar un programa se volviera un congreso en el que se sometiera a votación la cúpula.

La presentación el pasado lunes de la Crida Nacional per la República, el manifiesto que será la semilla de la formación política que quiere liderar Puigdemont, tensó aún más la cuerda. No tardaron en llegar las voces que pedían que el PDeCAT se alineara con la nueva formación, pero sin especificar si debía diluirse en ella. En su intervención del viernes, Pascal aseguró que el partido, efectivamente, se alineará con La Crida y que se abría a incluir voces disidentes de sus postulado pragmáticos en la nueva ejecutiva. Esto era lo que en teoría movía a los críticos a dar el asalto a la formación heredera de Convergència, lo cual demuestra que, en realidad, el enfrentamiento era por el poder.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

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