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El auge del ‘e-commerce’ satura la movilidad en el área de Barcelona

El 20% de los vehículos que transitan por el Área Metropolitana son de reparto de mercancías, y generan el 40% de las emisiones contaminantes

Josep Catà
Una furgoneta de reparto de mercancías en Barcelona.
Una furgoneta de reparto de mercancías en Barcelona.

Uno de los mayores retos de las grandes ciudades consiste en reducir la lacra de la contaminación: en la conurbación de Barcelona, según el Ayuntamiento, cada año causa unas 3.000 muertes prematuras. Para afrontar este reto, las nuevas tecnologías pueden ser aliadas, pero también crean quebraderos de cabeza. El auge del comercio electrónico ha hecho crecer la cifra de vehículos de reparto que circulan por la ciudad, que ya suponen el 20% del total y el 40% de las emisiones, según el Área Metropolitana de Barcelona (AMB), que subvencionará a proyectos que den soluciones sostenibles al reparto de mercancías.

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La capital catalana saca pecho de ser una de las ciudades smart mejor posicionadas y de sus esfuerzos para fomentar un uso sostenible del transporte. Pero más allá de los autobuses eléctricos y nuevas líneas de metro, en una ciudad cercada por mar y montaña, la eficiencia en la gestión del tráfico es imprescindible para combatir la polución, y para ello el Ayuntamiento ha encontrado aliados en las nuevas tecnologías.

Conceptos como el de compartir vehículo —el fenómeno de las motos compartidas mediante una aplicación móvil es un ejemplo del auge del sharing en Barcelona— y aplicaciones como Waze que avisan a los usuarios de las congestiones de tráfico son herramientas para que las ciudades afronten los retos de una movilidad sostenible. No obstante, con las nuevas tecnologías también han surgido complicaciones, y una de ellas es dar cabida a todo el transporte de mercancías que genera el comercio electrónico.

El crecimiento de la compra por Internet y el cambio de hábitos que conlleva son ya un hecho. Según los datos publicados el pasado viernes por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), el e-commerce superó en España los 30.000 millones de euros en 2017, un 25,7% más que en 2016, año en el que el incremento ya fue considerable, del 20,8%. En estos datos entran las compras de billetes de avión y las apuestas online, que no generan transporte de mercancías, pero también están las compras de ropa o comida, que sí crean un problema para la movilidad.

En busca del reparto sostenible

“Con las subvenciones, nuestra intención no es que se renueven las motos de Glovo o Deliveroo, donde los autónomos ponen su vehículo, sino ofrecer alternativas. Además, hay que racionalizar el sector, que es un descontrol”, explica Antoni Poveda, vicepresidente de la AMB. Una de las empresas que ya hace reparto con vehículos eléctricos es Cooltra, la compañía de alquiler de motos. “Es una manera de hacer sostenible la última milla”, asegura el director general, Timo Buetefisch.

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El empuje de esta práctica de comprar vía Internet se sustenta en los grandes gigantes del sector: la estadounidense Amazon y la china Alibaba son las empresas con más peso en este incremento del negocio, al que se han apuntado también marcas como El Corte Inglés o Zara. El envío de paquetes a casa y las devoluciones generan cada vez más uso del transporte, en un sector que también ha impactado en la logística: los representantes de este sector ya han alertado de que en el área de Barcelona falta suelo logístico para las empresas que quieren estar cerca de la ciudad para entregar los paquetes.

El problema también se extiende a la llamada “última milla”, el reparto final de los productos, y es ahí donde entra la alerta lanzada en el estudio de la AMB. El e-commerce, que va en auge, “ya ha cogido el espacio que han dejado los materiales de construcción en el transporte de mercancías”, asegura Marc Iglesias, técnico de movilidad de la AMB y autor del estudio. Iglesias explica que una de las claves del estudio ha sido identificar por dónde circulan los repartidores. “Aunque haya más tránsito en las rondas, hay muchísima más contaminación en las tramas urbanas, como en el barrio de Gràcia, que tiene poca capacidad de dispersión. Es ahí donde hay que centrar los esfuerzos para transformar la distribución de mercancías”, argumenta.

El parque de transporte de paquetería tiene el problema añadido de que está muy anticuado y predomina el diésel. “Cerca del 20% de las furgonetas que circulan por el área de Barcelona son de antes de 2006. Y entre camiones, furgonetas y otros vehículos, los que superan los doce años son el 6%, pero generan el 20% de las emisiones. Sería interesante atacar este segmento porque es fácil renovar los vehículos y sería muy beneficioso”, añade Iglesias.

Para actuar en este sentido, la AMB ha lanzado una línea de subvenciones de hasta 10.000 euros para financiar el 50% de proyectos que realicen las tareas de reparto con vehículos no contaminantes. “Queremos que, cuando compres por Internet, la última milla se haga sin contaminar. El objetivo es reducir emisiones y ser eficientes”, afirma Antoni Poveda, vicepresidente de Movilidad y Transporte de la AMB.

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Sobre la firma

Josep Catà
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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