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Colau frena el despliegue de carriles bici a un año de las elecciones

Las entidades ven “falta de valentía” en movilidad. “La pregunta es cuál es el peaje de no hacer carriles”, señala Amics de la Bici

Clara Blanchar
El carril bici de la calle de Camèlies, uno de los últimos que se ha inaugurado en Barcelona.
El carril bici de la calle de Camèlies, uno de los últimos que se ha inaugurado en Barcelona.Carles Ribas

El gobierno de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha levantado el pie del acelerador en el ambicioso despliegue de la red de carriles bici, que pretendía triplicar durante su mandato (pasando de 116 kilómetros a 308). A un año de terminar el mandato y mientras la bicicleta es el medio de transporte que más crece, el Ejecutivo cede a las presiones de la oposición, vecinos y comerciantes que rechazan el crecimiento de la red. En el replanteamiento pesan también discrepancias dentro del ayuntamiento entre los responsables políticos de movilidad y sus técnicos, la Guardia Urbana y los distritos. Y cuestiones presupuestarias.

De manera no oficial, varias fuentes del Ayuntamiento aseguran que hay muchos cambios sobre la red prevista y que parte de los carriles anunciados no se harán, “por lo menos en este mandato”. “Está todo en fase de redefinición”, lamentan sobre uno de los proyectos estrella del gobierno Colau en materia de movilidad. En enero de este año, el gobierno aseguraba que de 116 kilómetros se había pasado a 172 y que este 2018 se cerrará con 233, con una inversión de 32 millones. Sin detallar qué calles tendrán carril al acabar el año.

La estrategia de la bicicleta preveía carriles en 2016 y 2017 que no se han materializado y no tienen fecha. En 2016 en la lista aparecía bajar a la calzada los existentes en la Gran Via (solo se ha hecho entre plaza de Espanya y Balmes y no hay fecha para licitar el tramo central); tampoco se han resuelto las conexiones en plazas como la de Espanya o Mossèn Cinto Verdaguer. En 2017 figuraban carriles en Travessera de Gràcia entre Francesc Macià y el centro de Gràcia; el paseo de la Zona Franca o el de Maragall. Y este año aparecían esperados carriles, como el de la Via Laietana. En el mapa oficial está pintado “en construcción” un carril en Ronda Sant Pere, y no hay obras.

La respuesta oficial a si hay un replanteamiento y por qué es escueta: “Este 2018 se superarán los 200 kilómetros y el Ayuntamiento sigue trabajando para extender la red y mejorar la existente”. “Los carriles no se han descartado, siguen en la lista y se ejecutarán”, afirman fuentes municipales, pero no hay concreción cuando se pregunta el calendario de licitaciones.

El 2% de los trayectos

Uno de los debates que tiene el gobierno es cómo gestionar las filias y fobias al despliegue de una red que no utiliza ni el 2% de las personas que se desplazan por Barcelona, pero que al mismo tiempo es el modo de transporte que más crece. Ha saltado del 1,3% de cuota modal en 2014 al 1,7% en 2017, un aumento del 14%. La ampliación de la red ha conseguido incluso recuperar abonados al Bicing, que llevaba años cayendo en barrena.

Pero los grupos de la oposición han encontrado en la red de carriles bici un nuevo frente dónde atacar, aliándose con los vecinos de barrios donde han impactado en el aparcamiento o se han desplegado nuevas vías ciclistas con poca fortuna, como en Sant Gervasi, Vallcarca y el Poblenou. En febrero pasado, en la comisión de Urbanismo, Ecología y Movilidad la oposición en pleno apoyó una proposición del PDeCAT que pedía al gobierno que no ampliara la red sin consenso.

A finales del mismo mes, en la sesión de control del pleno, también el PDeCAT instó a Colau a revisar el plan previsto. La alcaldesa respondió que en las implantaciones se intenta que haya las mínimas afectaciones en zonas de carga y descarga y aparcamiento, pero que multiplicar la red es una apuesta del Ejecutivo como lo es reducir el vehículo privado en favor del transporte público y los peatones. “En este modelo nos va la vida”, zanjó.

Las entidades ciclistas lamentan la revisión de la red y dicen “que ha faltado valentía” en política de movilidad, aunque hay voces más críticas y otras más conciliadoras. Desde Biciclot, Pere Serrasolses ve “muy positivo el trabajo hecho”. “Estamos en una transición y la red debe seguir creciendo para ocupar más espacio; criticarlo cuando está restando espacio al coche es injusto”, opina. Pero reprocha el cómo: “No se consulta suficientemente, a vecinos incluso a las entidades que les podríamos apoyar”.

Albert Garcia, de Amics de la Bici afirma que los carriles “deben hacerse porque son un bien común” y que se ha frenado “por falta de valentía”. “Lo que deberíamos preguntarnos es qué comporta no hacerlos, el peaje que supone para la salud de la ciudad”, dice. Esta entidad defiende hacer grandes ejes para bicis para pacificar la ciudad y propone “tres grandes coronas ciclistas: las rondas, la ronda del Mig y las que rodean Ciutat Vella. “Lo que más me preocupa”, concluye García, “es que [si hay un relevo en la alcaldía] quien gane podrá borrar todos los carriles en una noche antes de ir a celebrarlo”, porque no ha habido cambios “estructurales” en las calles, sino sustitución de carriles para coches por bicicletas.

Carles Benito, del BACC, reprocha que “se haya primado la cantidad a la calidad y no se hayan hecho buenas conexiones en la red existente”. “Lo que se ha hecho mal ha fomentado la urticaria a la palabra carril bici”, señala. Asegura que se ha cedido a presiones y critica que se haya centrado la estrategia en hacer carriles y no en medidas como recuperar el registro de bicicletas, penalizar el asedio a la bici o contemplar subvenciones para crear aparcamientos en los edificios.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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