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Las aves esteparias de Madrid se asoman a su extinción

La avutarda, el sisón común, la ganga ortega y el aguilucho cenizo han disminuido una media del 50% en la última década

Esther Sánchez
Dos avutardas, en una imagen de archivo.
Dos avutardas, en una imagen de archivo.

Las cuatro especies principales de aves esteparias de la Comunidad de Madrid -avutarda, sisón común, ganga ortega y aguilucho cenizo- se encuentran en grave peligro, indican los estudios realizados por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). En 10 años, su población ha bajado una media de casi el 50%, incluso en áreas protegidas como la ZEPA cerealista de los ríos Jarama y Henares o el Parque Regional del Sureste. Muy vinculadas a los campos de cultivo de secano donde se alimentan y construyen sus nidos, se enfrentan a prácticas agrícolas industriales y al crecimiento urbano e infraestructuras.

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El declive de las aves esteparias en la región es de tal calibre que "de no revertirse la situación actual, en los próximos 10 años nos podemos enfrentar a la extinción total de algunas de estas especies en la Comunidad de Madrid", explica Carlos Palacín, biólogo del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), autor de la investigación junto con Juan Carlos Alonso. Sus poblaciones se ven arrastrados por problemas que se reproducen en otros lugares de la Península y en Europa, convirtiéndose "en el grupo de aves más amenazadas de toda Europa", puntualiza el científico.

La población de avutardas se ha reducido en 10 años en una tercera parte, de 1.500 individuos en 2006 a apenas el millar actual, y la de ganga ortega, una de las más sensibles a los profundos cambios experimentados por el medio rural y agrario, ha bajado un 48 % en el mismo periodo (de 145 individuos a 75). La caída del sisón común, pariente de la avutarda y nombrada ave del año por SEO/Birdlife, se cifra en el 45% en el conjunto de la región, con un pico del 62,5% en la Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA) de las estepas cerealistas del Jarama y del Henares del 2000 al 2013. Un entorno donde vive la mayor parte de los ejemplares de esteparias de la Comunidad por la buena conservación del hábitat y que se extiende por 33.000 hectáreas de municipios como Alcalá de Henares, Algete, Meco o Torrejón de Ardoz, entre otros.

Palacín describe como "extraordinaria" la decadencia del aguilucho cenizo en el mismo lugar, paradójicamente preservado, donde ha pasado de 118 parejas en 1996 a nueve en 2016. De criar en 13 términos municipales de la ZEPA ha pasado a reproducirse en tan solo cinco. La población actual de esta rapaz en la región es de 28 parejas, según el último censo de la ONG conservacionista Grefa de hace dos años, de tal forma que "está a punto de desaparecer de los campos madrileños", añade Palacín.

Las prácticas agrícolas intensivas se han convertido en su peor enemigo, pero en una región como Madrid, rodeada de infraestructuras y desarrollos urbanísticos, el problema se agrava. Las aves se han tenido que enfrentar, por ejemplo, a la cárcel de Estremera, que se construyó sobre los terrenos en los que existía la población de ganga ortega más abundante de toda la región. Otras grandes actuaciones que arrasaron fueron el AVE Madrid-Valencia, que atravesó una de las mejores áreas de avutarda y sisón, o la ampliación de una gravera en plena ZEPA cerealista. "Los datos muestran que las figuras actuales de protección no son suficientes para salvaguardar a las poblaciones", sostiene Palacín. Incluso han huido de ella, como sucedió con el sisón común que prefirió mudarse a un entorno más tranquilo en el municipio de Campo Real, que no está preservado.

El biólogo se refiere como caso "paradigmático" a lo sucedido en el Parque Regional del Sureste, espacio protegido desde 1994. En esa época existía un grupo reproductor de 60 avutardas, que en la actualidad no supera las 30. Las gangas ortegas, los sisones y los aguiluchos cenizos del parque han corrido peor suerte y se han extinguido o están a punto de hacerlo, indican los datos de los investigadores. La avutarda ofrece más resistencia al declive debido a que es un grupo "más longevo y poblacionalmente responde de una forma más lenta a las amenazas, pero la tendencia también es claramente negativa", afirma Palacín. La especie es conocida por el gran tamaño de los machos que pueden alcanzar los 18 kilos y por la espectacular parada nupcial que protagonizan para atraer a las hembras.

El resto de los lugares elegidos por las aves esteparias en la región se encuentran fuera de enclaves protegidos: en la campiña de Campo Real, Torrejón de Velasco, Valdemoro, Estremera y Fuentidueña de Tajo. En estas zonas el uso principal agrícola continúa siendo el de los cultivos de secano, el preferido por estas especies. "Históricamente, los cultivos tradicionales han sido un hábitat adecuado para ellas donde han sobrevivido durante cientos de años", explica Palacín. Como crían en el suelo, dependen absolutamente del tipo de agricultura que se desarrolle para tener éxito en la nidificación y recursos alimenticios para sus pollos. "Hay que poner freno, porque no se puede permitir que se produzca una extinción a tan solo 20 kilómetros de la Puerta del Sol de unas especies tan unidas al hombre", reflexiona Palacín.

Las grandes olvidadas de la conservación

Carlos Palacín y Juan Carlos Alonso, investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales, comenzaron a estudiar las avutardas hace más de 25 años. "Las aves esteparias son las grandes olvidados de la conservación, porque han sido especies desconocidas que no han despertado el interés de la sociedad en general ni de las instituciones", afirma Palacín. Aunque ahora se están empezando a dar algunos pasos, añade. Por ejemplo, se está preparando catalogar al sisón común en peligro de extinción, lo que permtiría elaborar planes de conservación específicos. En la actualidad, la especie aparece como especie vulnerable en el Libro Rojo de las aves de España y en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas como "de interés especial". El resto de las principales aves esteparias de Madrid, avutarda, ganga ortega y aguilucho cenizo también están considerados como vulnerables.

Su conservación implicaría abordar una gestión de la agricultura distinta a la actual. "El principal objetivo de la Política Agraria Común (PAC) es la producción y nada más", critica Palacín. A pesar del aciago panorama, Palacín ve un resquicio de esperanza en la revisión que está realizando la Unión Europea de la PAC, en la que se está discutiendo hacerla más compatible con la conservación.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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