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El euro por receta redujo el consumo de fármacos para enfermos crónicos

Un estudio de Salud revela que, durante el período de vigencia de la tasa, los pensionistas redujeron el consumo de medicamentos para la hipertensión y la diabetes

Jessica Mouzo
Una farmacéutica dispensa medicamentos en una botica de Barcelona
Una farmacéutica dispensa medicamentos en una botica de BarcelonaMassimiliano Minocri

La controvertida tasa del euro por receta, que aplicó el gobierno de Artur Mas durante siete meses entre junio de 2012 y enero de 2013, redujo el consumo de fármacos. Pero no solo aquellos menos necesarios, como preveía el Govern de entonces, sino también medicamentos potencialmente vitales. Según un estudio del Departamento de Salud, el cobro de un euro adicional por medicamento dispensado, generó una reducción en el consumo de fármacos para la hipertensión y la diabetes, sobre todo entre los pensionistas. De seguir vigente, aseguran los médicos, la tasa podría haber tenido “consecuencias dramáticas” para la salud.

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Este copago sanitario se ideó, en plenos recortes del gobierno de Artur Mas, como una “medida disuasoria” para poner fin a los supuestos abusos que podrían producirse en la compra de medicamentos. Todos los pacientes, salvo los titulares de una pensión no contributiva y los de la renta mínima de inserción (RMI), tenían que pagar un euro por cada receta de un medicamentos con un precio superior a 1,67 euros y con un tope de 62 recetas por año. Pero la tasa duró poco porque el Tribunal Constitucional la declaró inconstitucional y Salud tuvo que habilitar una plataforma para devolver el dinero cobrado.

Pese a que 40.000 pacientes se negaron a pagar, según el Departamento, el copago supuso unos ingresos directos de 45,7 millones de euros y, a través del “efecto disuasorio”, un ahorro de 110 millones de euros. Pero la otra cara de la moneda, no obstante, es que los usuarios dejaron de comprar medicamentos potencialmente vitales a largo plazo, como los fármacos para controlar la diabetes o la hipertensión, comunes en pacientes con dolencias crónicas.

Según un estudio de la Central de Resultados de la Agencia de Calidad y Evaluaciones Sanitarias (AQuAS), que analizó el impacto del euro por receta, “la reducción más elevada [durante el período en el que estuve vigente la tasa] se produce en los grupos de medicamentos dermatológicos, antihipertensivos y antidiabéticos”. El colectivo más afectado es el de los pensionistas. “Los fármacos para la diabetes y la hipertensión son importantes para prevenir enfermedades muy problemáticas. Un hipertenso que deja de tomarlo no se dará cuenta del efecto hasta que sufra un ictus”, advierte Toni Barbará, especialista en medicina interna y miembro de la plataforma Dempeus per la salut pública.

“Los más caros y prevalentes”

Según Pablos, los fármacos donde más se notó la reducción de consumo fue en “los más caros”, como los medicamentos dermatológicos, y en “los más prevalentes”, como son los tratamientos para la hipertensión y la diabetes.

Con todo, tanto Pablos como Barbarà coinciden en que “el daño que provoca es infinitamente superior al supuesto ahorro que se consigue con la tasa”. “El coste económico de los accidentes vasculares, cardíacos, etc, está por encima de cualquier ahorro”, zanja el portavoz de Dempeus.

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A través del cálculo de las dosis diarias definidas (DDD), una unidad de medidad estadística, el estudio constata que “el efecto neto de la reforma fue de una reducción media mensual de 9,7 DDD por pensionista y una reducción de 1,4 DDD por persona activa”. Para Oscar Pablos, secretario del sector de atención primaria del sindicato Metges de Catalunya (MC), que hubo ancianos que dejaron de tomar fármacos eficaces y necesarios es “altamente probable”, aunque matiza que el estudio puede tener “sesgos” porque “no todo [la realidad de cada caso] es uniforme”. “Habría que estudiar si tras ese período aumentaron los infartos o las amputaciones de piernas”, propone.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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