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Los carteles de la discordia

Los vecinos de algunos barrios de Sabadell muestran su rechazo al referéndum arrancando la propaganda

Aspecto de los carteles del referéndum en el norte de Sabadell.
Aspecto de los carteles del referéndum en el norte de Sabadell.CRISTÓBAL CASTRO

Sabadell amaneció el 17 de septiembre empapelado con carteles a favor del referéndum del 1 de octubre, suspendido por el Tribunal Constitucional. El independentismo respondía así a los registros en imprentas efectuados el día anterior por la Guardia Civil, que se incautó de material relacionado con la votación.

Sin embargo, desde hace unos días, algunos vecinos del norte de la ciudad arrancan la propaganda soberanista que se encuentran a su paso, ya sea pegada en farolas, paredes o en entidades bancarias. Muestran así su rechazo al referéndum en estos barrios de Sabadell (208.246 habitantes), donde la estelada brilla por su ausencia.

En Ca n'Oriac, un barrio de clase trabajadora formado, en buena medida, por catalanes de origen andaluz, los pocos símbolos que cuelgan de las fachadas son banderas españolas. Pilar Veiras regenta un bar y se declara no independentista. Cree que este domingo no habrá votación, “aunque sí puede haber follón”, opina.

Como ocurre en otros lugares, el electorado de Sabadell, la quinta ciudad más grande de Cataluña, está muy fragmentado. En el distrito III, por ejemplo, donde se encuentra Ca n'Oriac, la suma de los votos de ERC y la antigua Convergència apenas llegaron al 7% en las pasadas elecciones generales de 2016. En la avenida principal del barrio encontrar un cartel soberanista que no haya sido arrancado o destrozado es todo un reto. Una situación que se repite en ciudades del cinturón de Barcelona como Terrassa o Rubí.

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En la plaza del Ayuntamiento de Sabadell, el paisaje es diferente. Por las calles del centro es fácil ver los carteles animando a participar el 1-O con lemas como “Votemos para ser libres”. El concejal de Ciudadanos José Luis Fernández acusa al gobierno municipal de Maties Serracant (CUP y ERC) de ser “cómplice de un acto declarado ilegal por los tribunales”. Según el edil, el alcalde de Sabadell ha dado instrucciones de no retirar los carteles del centro. Fuentes municipales lo desmienten y aseguran que “los trabajadores limpian la ciudad como siempre”.

Desde su puesto de trabajo en una joyería, Cristina Lesmes, defiende que se pueda votar, “aunque no de manera ilegal", matiza esta mujer de 38 años. Enfrente de su negocio, tres carteles con el lema “¡Votaremos!” están tintados con espray. Unas proclamas colocadas por 200 sabadellenses que, con la etiqueta “empapelemos”, quedaron a través de las redes delante del Consistorio para hacer una enganchada masiva bajo el lema “Maratón de Democracia”.

Nicol Bulamaki, de 29 años, dice haber visto a algunas personas arrancándolos por la noche. Desde su bar, esta griega que lleva cuatro años en Cataluña, no cree en la independencia porque, asegura, “España es una”. Para el regidor de Ciudadanos, José Luis Fernández, la imagen de carteles arrancados llama la atención. “No lo había visto nunca”, dice Fernández, quien cree que algunos vecinos se sienten ofendidos y que estamos “en el inicio de una fractura social”.

En Ca n'Oriac no todos los vecinos hablan del referéndum. Existe una suerte de consenso entre los que trabajan de cara el público de no posicionarse políticamente delante de sus clientes. “Si eres independentista te hacen cruz y raya”, comenta José mientras trabaja en una frutería. Este vecino de 38 años rechaza dar su apellido porque, según él, “aquí no se puede hablar de esto”, dice mirando de reojo a su jefa. Como su madre, inmigrante andaluza, cree en una Cataluña independiente.Otro joven que trabaja detrás de una barra rechaza hablar del tema. “Me juego el puesto de trabajo”, dice.

En una calle cercana al Ayuntamiento, Anna María, de 71 años, cuenta que este domingo piensa votar sí. “Están intentando generar una tensión desde fuera para que nos enfrentemos”, cuenta esta vecina de Sabadell, quien evita criticar a aquellos que arrancan carteles, pues defiende, dice, la “libertad de expresión”.

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