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Los Mossos lidian con la gran prueba del ISIS

La rápida detención de sospechosos y la reacción ante el ataque en Cambrils avalan al cuerpo

Agentes de la policía catalana Mossos d'Esquadra, en Ripoll.Foto: atlas
Jesús García Bueno

Un grupo de ciudadanos se detiene a tres metros de un cordón policial en La Rambla de Barcelona. Los vecinos miran de frente a los agentes, que permanecen de pie, impasibles, los brazos cruzados. Es el día después del atentado terrorista en el paseo. Han pasado pocas horas del segundo intento de atropello masivo en Cambrils, frustrado por los rápidos disparos de la policía autonómica. Los ciudadanos rinden un homenaje espontáneo a un cuerpo que, a menudo, no han sentido como propio. Los policías siguen ahí, de pie, los brazos cruzados. En Cambrils se repiten las muestras de afecto a unos agentes acostumbrados a las críticas aceradas, especialmente por excesos en materia de seguridad ciudadana: en el paseo marítimo se suceden los aplausos, saludos y abrazos a los agentes que abortaron una tragedia mayor.

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“Queremos compartir con vosotros una de las muchas muestras de apoyo y que nos ayudan a seguir adelante. Sobran las palabras. Gracias”, publicó este domingo la cuenta de los Mossos d’Esquadra en Twitter, que muestra un vídeo de la ovación en La Rambla. Esa cuenta se ha convertido, desde el inicio del atentado, en una fuente fiable para obtener información de lo ocurrido, para tranquilizar a la población —alertó, por ejemplo, de las detonaciones controladas en Alcanar— y, sobre todo, para desmentir bulos y rumores que han campado estos días por las redes sociales.

Los Mossos, un cuerpo integrado por algo menos de 17.000 agentes, ha recibido estos días numerosas felicitaciones, empezando por los presidentes Mariano Rajoy y Carles Puigdemont. No solo por su rápida reacción en Cambrils. También, por su capacidad para dar, en pocas horas, con una línea de investigación que ha dado frutos en unos ataques de gran complejidad. Aunque han contado con la colaboración de Guardia Civil, Policía Nacional y CNI, los Mossos han llevado el peso de las pesquisas que han permitido detener a cuatro personas y a desactivar su capacidad destructiva.

Queda mucho por hacer, empezando por la localización del supuesto conductor de la furgoneta homicida de La Rambla, Younes Abouyaqoub, marroquí de 22 años. Su detención es ahora la máxima prioridad.

A la policía autonómica se le han atribuido ciertos vicios desde su creación: falta de experiencia, juventud excesiva y una tendencia a la mano dura en la calle, que les ha llevado a enfrentar diversos procesos judiciales por abusos y malos tratos. A ello se unen las dudas sobre la politización del cuerpo —o, al menos, de sus responsables políticos—, que se ha acentuado a medida que se ha acelerado también el proceso independentista. Con esos mimbres, la pregunta estaba en el aire: ¿Estarían preparados los Mossos llegado el momento? El momento ha llegado y, según coinciden gestores públicos y expertos en seguridad, la policía catalana se ha desenvuelto con relativo éxito ante la gran prueba de fuego que supone un atentado de ISIS.

La gestión satisfactoria —con varios peros— de los Mossos se asienta sobre tres pilares: la labor de investigación, la rápida reacción para poner fin a la violencia y la claridad en la comunicación.

El atropello masivo en La Rambla se produjo a las 16.50 del jueves. Solo cuatro horas después, los Mossos habían detenido ya a dos personas: Driss Oukabir y Mohamed Houli. Esas detenciones les permitieron conectar los dos escenarios clave de la célula terrorista: Ripoll, de donde proceden la mayoría, y Alcanar, donde preparaban un gran atentado con bombas hasta que una explosión fortuita frustró sus planes. La furgoneta abandonada sobre el mosaico de Joan Miró, una Fiat de color blanco, les había dado la pista: allí apareció documentación de los dos individuos. A partir de ahí y con la colaboración de otros cuerpos, tiraron del hilo.

Si un reproche puede hacerse, explican fuentes policiales, es en la génesis de la pesadilla: Alcanar. El miércoles por la noche, los Mossos vincularon la explosión —en una casa en la que hallaron, inicialmente, 20 bombonas de butano— con un asunto de tráfico de drogas, lo que hace pensar a esas fuentes que hubo “fallos en el análisis de la información”. Lo cierto, matizan fuentes de los Mossos, es que nadie disponía entonces de datos sobre los terroristas, sin antecedentes por esos delitos y muy jóvenes. Recuerdan, además, que los Mossos piden desde hace tiempo acceder por completo a las bases de datos policiales estatales y europeas.

Informa un técnico

La acción que, de forma más evidente, ha merecido reconocimiento a la labor de los Mossos fue la de Cambrils. Allí, un solo agente —que había recibido formación como legionario— abatió a cuatro terroristas que arrollaron a varias personas con un Audi. Otro mosso mató a un quinto terrorista que acababa de apuñalar a una mujer, la 14ª víctima mortal de los ataques.

En su haber, los Mossos cuentan también con la comunicación. Pese a la confusión de la primera jornada, la información sobre los hechos quedó en manos no de un político sino de un técnico, el major Josep Lluís Trapero. El comisario jefe ha transmitido, coinciden los expertos, un mensaje de tranquilidad. Y ha aportado, con rigor, los datos necesarios para informar a la población, reservando aquellos detalles necesarios para esclarecer los hechos.

Las felicitaciones de estos días no son la tónica habitual para los Mossos, cuerpo acostumbrado a trabajar bajo la lupa ciudadana. La gestión de estos días puede suponer un punto y aparte a un pasado con claroscuros, especialmente en unidades como la Brigada Móvil (antidisturbios). A los malos tratos en la comisaría de les Corts —que coincidieron con su aterrizaje en Barcelona, en 2005— siguieron otros episodios como el brutal desalojo de los indignados de la plaza de Catalunya (2011), la muerte violenta de Juan Andrés Benítez en el Raval (2013) o las amputaciones de ojo sufridas por gente como Esther Quintana (herida en 2012) por el uso de bolas de goma.

Objetivo: quedar al margen del ‘procés’

El proceso independentista ha situado a los Mossos d’Esquadra en el punto de mira. Las dimisiones del consejero de Interior, Jordi Jané, y del director de la policía, Albert Batlle, dieron paso a los nombramientos de dos personas fieles al procés: el consejero Joaquim Forn y Pere Soler, autor de frases como “me dais pena todos los españoles”. Frente a esa creciente escalada en los mandos políticos, los sindicatos policiales piden que dejen a los mossos al margen.

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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