#Mi pueblo sin armarios
Arcópoli lanza una campaña en redes para normalizar al colectivo LGTB+ en los pueblos madrileños
Besándose frente a la placa que reza el nombre del municipio, posando con la bandera multicolor a modo de mantel en un trigal o sacando agua de la fuente luciendo una pulsera arcoíris. Estas imágenes forman parte de #MiPuebloSinArmarios, campaña lanzada en la Red por Arcópoli (Asociación de Lesbianas, Gais, Transexuales, Bisexuales y Heterosexuales de la Comunidad de Madrid) y destinada a aquellas personas que viven en la capital y que en verano regresan a sus pueblos para visitar a sus familias.
“Queremos animar a que no se escondan y sean visibles también allí, en el pueblo. Siempre y cuando no suponga un peligro para su integridad física”, dice su coordinador, Yago Blando. Además de colgarlas en Twitter, las fotos se pueden enviar al correo electrónico de la asociación (municipios@arcopoli.org), hasta el 30 de septiembre. De entre todas las imágenes se escogerán las tres mejores que recibirán un premio, todavía por determinar.
La presión social en los entornos rurales provoca el exilio de muchas personas LGTB+, que buscan en el anonimato de la gran ciudad el afecto, respeto o libertad que no han obtenido en sus localidades. Estos movimientos migratorios se conocen como sexilio, algo todavía común en España. Solo en la Comunidad de Madrid hay 179 municipios, de los cuales 131 tienen menos de 10.000 habitantes. Uno de los objetivos de Arcópoli —coordinadora del Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia— es llegar a acuerdos de colaboración con los consistorios y establecer un servicio de denuncia y seguimiento de estos delitos en los pueblos.
“El objetivo es apoyar y proteger a las personas LGTB+ en el entorno rural”, dice Blando, quien apunta que “paradójicamente, existen menos denuncias por agresiones contra el colectivo en el entorno rural que en la ciudad de Madrid”. Según el coordinador de la asociación madrileña, esto se debe a varios motivos: “El más evidente es el temor a acudir a la policía por las posibles consecuencias, otras veces tiene que ver con la invisibilidad de estas personas, que no se muestran y pasan inadvertidas; pero en otros casos el motivo que impide a estas personas denunciar es la autoculpabilidad: un pensamiento erróneo, especialmente extendido entre la generación de mayores de 40 años, por el que creen que la violencia y las vejaciones son el precio que han de pagar por vivir acorde con su sexualidad o identidad de género”.
Carla Antonelli, diputada socialista en la Asamblea de Madrid, cree que “es intolerable que el colectivo siga sufriendo acoso en el entorno rural”. La propia Antonelli tuvo que marcharse de su pueblo natal, Güímar (Santa Cruz de Tenerife) en 1977, al que no regresaría hasta 2009. “El desconocimiento y la desinformación son las herramientas de la homofobia, la transfobia y la bifobia. Debemos trabajar para crear asociaciones LGTB+ en los pequeños municipios que, además de hacer pedagogía, visibilicen y normalicen la existencia del colectivo”, afirma Antonelli.
La campaña de Arcópoli ya ha traspasado las fronteras madrileñas: otras delegaciones de la FELGTB, como Extremadura Entiende, se han sumado a la iniciativa. A la vez, en redes sociales no dejan de aparecer imágenes de pueblos de toda España con el hashtag #MiPuebloSinArmarios.
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