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Los detectives ‘cazapisos’

Barcelona contrata a 40 personas para buscar apartamentos de uso turístico y poder y sancionarlos

Alfonso L. Congostrina

El gobierno de Ada Colau ha contratado a 40 personas con un único objetivo: acabar con la proliferación de pisos turísticos ilegales en la ciudad. El equipo de singulares detectives, denominados visualizadores de viviendas de uso turístico, está formado y preparado para detectar apartamentos de turistas, recopilar pruebas de que el dueño lo explota al margen de la normativa y proporcionarlas al Ayuntamiento para que se redacte expedientes y los sancione.

Desde enero de 2016 hasta este mayo, el Ayuntamiento de Barcelona ha abierto 5.909 expedientes disciplinarios de los que 3.211 han acabado en sanción. Además, se han dictado 2.189 órdenes de cese a pisos sin disponer de licencia. De estos, 628 han acatado la orden y otros 127 han acabado en precintos. Durante el mismo periodo, el Consistorio ha recibido alegaciones de propietarios asegurando que su piso, denunciado por ejercer como piso turístico, estaba realquilado en 316 casos. La cifra supone entre el 10% y el 15% sobre el total de 3000 expedientes sancionadores abiertos en este periodo.

David Hernández es uno de los coordinadores del equipo, contratado por la empresa pública Barcelona Servicios Municipales y su objetivo es delatar el número de inmuebles que se ofrece por días a los visitantes sin disponer de licencia.

“¿A que parece la guarida del inspector Gadget?", bromea Hernández. El despacho de los investigadores está ubicado en un discreto altillo de 80 metros cuadrados de la estación del Norte. No es fácil acceder a él porque para llegar hay que pasar por un laberinto de escaleras y una puerta escondida entre taquillas. El ruido se apodera de una explanada repleta de usuarios y autobuses.

Los detectives llevan horas trabajando frente a pantallas de ordenador gigantes. “Nuestra labor se extiende de lunes a domingo en dos turnos. Tenemos dos funciones diferenciadas: un equipo supervisa todas las plataformas de alquiler turístico para detectar los inmuebles sin licencia”, relata Hernández. “Cuando se localizan se proporciona la dirección a una pareja de visualizadores para que recopilen las pruebas de que dentro hay turistas”.

En las pantallas van apareciendo pisos y pisos. “Hay veces que con sólo ver las fotos en internet los detectas. Hay apartamentos decorados por diseñadores para que los turistas se enamoren”, dice una de las inspectoras acostumbrada a las búsquedas virtuales. “También dan muchas pistas ver quiénes son los anfitriones que aparecen junto con la ficha del inmueble”, añade otra. Cuando alguien alquila una propiedad como piso turístico puede encargarse él mismo de dar las llaves a los visitantes, y revisar que no haya desperfectos a la salida de los turistas. O bien entregar un porcentaje del alquiler a otra persona a cambio de que realice esas funciones. Plataformas como Airbnb han bautizado esa función como la del anfitrión.

En Barcelona hay anfitriones que han hecho del alquiler vacacional su forma de vida: alardean de ello en las redes sociales y gestionan decenas de apartamentos. Los visualizadores los conocen porque su nombre y su foto figura junto a la ficha de los pisos en las plataformas. “Son casi de la familia”, dicen. “En los anuncios en internet el propietario está obligados a señalar el número de licencia de vivienda de uso turístico, la HUTB (Habitatge d'Ús Turístic de Barcelona). Muchas veces no aparece o hemos detectado algunas falsas”, admite el coordinador.

Los visualizadores se mueven como expertos en las webs. “El problema es que es un negocio ilegal pero muy rentable. Un palacete se alquilaba sin licencia por 15.000 euros la noche. Pero lo habitual es de 100 a 150 por día”, cuenta una detective. Ivet Sans y José Carriba son los encargados, esta tarde, de recopilar pruebas. El uniforme les delata a medias. Pero el chaleco les da cierta autoridad. “A veces, para pasar desapercibidos nos lo quitamos”, dice Carriba.

Si un piso es sospechoso nunca llaman al timbre. Su labor es más sutil. Carriba señala un piso en la plaza Tetuan. La imagen es delatadora. “¿Ves? Allí sólo cuelgan dos toallas y dos bañadores en el balcón”, apunta Carriba. Hace una foto con el móvil. Sans, la más joven del equipo, abunda: “Otro de los indicios es cuando localizas una bolsa de basura junto a la puerta de la escalera. Es algo que muy poca gente que no sea turista hace”.

Las han visto de todos los colores y conocen todos los barrios. “Hablamos con vecinos que son quienes acaban de explicarnos todo. Hay algunos que se echan a llorar porque, al fin, alguien les hace caso y otros que nos amenazan y nos echan”, cuenta la joven. “Hay barrios donde parece que impere la ley del silencio. En la Barceloneta muchos vecinos se niegan a ayudar o a indicarnos que piso es turístico y cual no”, relata Ivet. Nunca llaman a la puerta del piso investigado pero sabe que muchos anfitriones alertan a los turistas y les aconsejan no abrir. “Les dicen que hay muchos ladrones que se hacen pasar por empleados municipales”, destaca. La ronda continúa y los dos detectives, móviles en mano, hacen fotos y redactan pequeños informes que envían al Ayuntamiento. La última cifra de pisos turísticos que disponen es de 15.881, 6.275 sin licencia. La cifra, según los detectives, podría desbordarse a fin de año.

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